Una cuestión de ritmos. Una red de trampas. Un infierno de trabas y tedio, de posesiones largas y mucha defensa, de partido feo, pero de victoria segura. Qué más le dará al aficionado griego, ese que se pasa tres horas cada jueves o fin de semana saltando y gritando como si no hubiera un mañana, tener que tragarse partidos de táctica infinita y menos lucimiento, de horribles porcentajes y pérdidas a mansalva. Su equipo gana y mucho este año. Qué más les dará a ellos. Su entrenador y sus jugadores sacan partidos adelante con el oficio de los ritmos y los planes sagrados, urgidos al calor de la pizarra, la más sagrada de las escrituras griegas. Nada que ver con lo que se viene proponiendo desde el otro banquillo y que, en el día de hoy, acabaría sucumbiendo para cortar rachas y complicar homéricas remontadas.

Salía el del banquillo de al lado con el quinteto de Baskonia, aquel que iniciara la penúltima buena racha catalana.  Por su cuenta, Pascual ponía a Antetokounmpo a meter presión sobre Ribas para penar posiciones de base. Cuestión de desgaste. Y a Calathes, cara a cara sobre Navarro. Cuestión de lustre. Se le rompía sin embargo rápido el esquema al ex entrenador azulgrana con la tercera falta del hermano malo en el tercer ataque blaugrana. Las transiciones griegas compensaban las canastas de Tomic, que presumía de centímetros y mano ante los cambios automáticos de Pascual, para un inicio de partido igualado (10-9 min. 5). Se calentaba poco a poco la cosa, con técnicas incluidas y rotaciones sobre la cancha, pero equivalencia en el marcador (17-19 al final del primer cuarto).

Dos triples seguidos de Heurtel y Koponen ponían un esperanzador +6, con Oriola, Claver y Vezenkov cerrando su aro con ahínco. Se ponía serio este nuevo Barça, ofreciendo hasta ese momento la buena de las versiones. Todos sumaban, frente al dúo griego Calathes-Gist.

Poco a poco se afilaban las defensas y se multiplicaban los errores, para afear la partida al más puro estilo Pascual. Lo dicho, religión de pizarra. El primer triple de PAO en el partido ponía por delante al estilo, aprovechando también el ridículo en el tiro libre visitante, con un insolente 1 de 8, para un 35-34 a dos minutos del paso por cabinas. Aquellas buenas lecturas iniciales y movimientos de balón sobre la opción táctica defensiva griega se ensuciaban en pérdidas y precipitaciones, que hacían saltar y gritar a la afición local para alcanzar la pausa larga por delante (36-34).

Un buen inicio de tercer cuarto devolvía la ventaja visitante, moviéndose el marcador con la velocidad de los partidos espesados (37-40 min. 24). PAO agrietaba cada vez más su porcentaje exterior que por aquellos lares discurría en un sórdido 7%, aunque las pérdidas visitantes no conseguían estirar la renta. Por fin, desbrozaban el lodazal los griegos con la pareja de siempre, para un alley oop estratosférico que devolviera la ventaja local (46-40 min. 27).

Una nueva pérdida ingenua de Heurtel permitía otra perla de Calathes para servir un mate a Lojeski, encender las gradas verdes y llegar a la última pausa en 54-48 griego. Lo compensaba el base francés con su excelsa calidad en el 1×1 y ya 16 puntos en su casillero, pero no le daba al Barça para revertir la religión táctica de trampas y pizarras.

En los primeros minutos del periodo final Vougioukas se comía a Claver en el poste, con Seraphin aún en el garaje, para mantener las ventajas de los dueños del pabellón. Por aquel entonces ya sólo era Heurtel el dueño de los tiros blaugranas y lo aprovechaba Gabriel para estirar un poquito más la diferencia (65-56 min. 33). No le daba aquel tran tran al Barça, pero no encontraba su entrenador respuesta a la tela de araña de tréboles verdes. Para más problemas, Tomic se borraba de la partida, aguijado en guerras y técnicas dobles que lo sacaban del campo.

Y para cerrar la cosa de los partidos trabados, Pappas tomaba el testigo de Calathes para castigar la defensa de Navarro en el ataque local y contener la reacción del quinteto guerrero de Alonso. Se le iba el partido al Barça en unos minutos finales que eran hasta cómodos para los de verde y blanco, enarbolados por la excelsa segunda parte del escolta griego y la bajada de brazos visitante, incapaces de contener el ritmo del póker de jugadores clave local.

Se cortaba la racha en una de las pistas más complicadas de Europa, con una combinación de síntomas reincidentes y buenos minutos de competición y orden, hasta que las prisas trajeran males recurrentes. Eso y las lecciones tácticas, claro, que dejan partidos feos, pero victorias seguras. Y a mí qué me importará eso, gritará el aficionado griego de verde y blanco.

1 El infierno de los partidos trabados: no es Xavi Pascual sospechoso de eso por lo que los dirigentes de la Euroliga han premiado a Pablo Laso y su equipo en los últimos días. No, no busquen en él juego divertido y rápido, bonito y lúcido. En las antípodas del estilo, Pascual dota a sus escuadras de variables y variantes para parar un tren…o los que se tercien. Como hoy. El tren que se venía llevaba dos victorias seguidas y atisbaba luces por entre las sombras que marcan el año europeo blaugrana. Y la red de religión táctica y guion de partido marcó el devenir de un choque marcado por el infierno de los partidos trabados, el que encaró el Barça con la inercia de los buenos resultados, pero por el que sucumbió ante la imposibilidad de dar respuesta ante tanta trampa y traba, ante tanta defensa y rigor. Puro estilo Pascual.

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2 Hasta que llegaron las prisas: no jugó mal este Barça hoy. Al menos, no se fue del partido como en otras tantas ocasiones. Compitió y combatió la batería táctica local con orden primero y buenas defensas después. Tiró bien y reboteó más que su adversario. Hasta que se vinieron las urgencias…Ahí, se deshilachó de nuevo el equipo blaugrana, apurado por un ritmo que le permitía estar ahí, pero que no le daba para voltear la cosa del marcador, cada vez más enredado en la tela de araña local que le llevaron a las 19 pérdidas de balón. Eso y la exclusividad de las posesiones de Heurtel cimentaron el principio del fin de hoy, incapaces desde la banda de generar soluciones cuando llegaron las prisas.

3 Un póker de tréboles: un esquema ejecutado a la perfección por los cuatro ases del equipo de Pascual: primero Calathes y Gist y después Singleton y Pappas se bastaron para plasmar sobre la cancha lo que su entrenador pintara sobre la pizarra. Las genialidades del base griego, con sus 12 pases de canasta y el abuso de Gist y Singleton sobre el juego interior azulgrana cimentaron una victoria a la que Pappas puso la puntilla, maltratando la defensa de Navarro para una segunda parte casi perfecta del escolta de Marusi. El póker perfecto.