Theodoros Papaloukas ha estado durante los tres últimos años, al borde de la gloria, años en los que se ha hecho conocido para el gran público, público que hasta ahora lo conocía por ser un muy buen base, un batallador que siempre se dejaba hasta el último aliento por su equipo. Hoy, con 29 años recién cumplidos, ha dado el gran salto, de gran jugador, a “superestrella” a nivel europeo. Nunca se borrará de su memoria la temporada 2005-2006, temporada, en la que él ha sido el auténtico protagonista del baloncesto europeo.

Papaloukas, creció en el barrio de New Psychiko, barrio griego-ruso de la capital helena, Atenas, lugar donde se hizo jugador de baloncesto, donde pasó de jugar en el “playground” de Ethnikos Ellinorosson, inspirado por la generación griega del Eurobasket del 87, a la primera división. De pequeño ya apuntaba maneras, además de joven ya comenzaba a desarrollar un físico propicio para la práctica del baloncesto, a los 11 años, ya medía 1.65 metros. En cadetes es cuando se tomó el baloncesto más en serio, y empezó a “escalar” por los equipos de Atenas, hasta llegar a la primera división de la HEBA, de cadete, a primera, pasando por la tercera división.

A pesar de todo, Theodoros ha sido un jugador de explosión tardía, hasta hace cinco años no había jugado nunca en la máxima competición europea. “Yo nunca fui considerado un jugador de primera clase. Era un buen jugador pero siempre había alguien mejor que yo. Eso siempre me dio motivación para seguir trabajando fuerte e intentar alcanzar el máximo”. Prueba de estas palabras, es que Theodoros apartó su sueño de estudiar agricultura en la universidad para trabajar más fuerte e intentar llegar al más alto nivel competitivo.

Debutó en la primera división de joven, jugando algunos partidos con el Abelokipi, que bajó a la segunda división ese año, lo que le permitió jugar muchos minutos, la mayoría en la posición de “tres”. Papaloukas estaba progresando, y varios equipos se interesaron por él, acabando firmando por el Dafni en 1997, y llevándolo en su segunda temporada a la máxima competición griego, siendo él, el mejor jugador, lo que le permitió firmar por el histórico Panionios, donde con Andrea Matson en el banquillo no disfruto de muchos minutos, algo que cambió con la llegada de Subotic.

En su segundo año en el Panionios, Papaloukas se convirtió en uno de los jugadores clave del equipo, siendo el mejor asistente de la competición, promediando además 14.5 puntos por partido, y formando un dúo letal con Giorgios Diamantopoulos, eso sí, como en la actualidad, siempre saliendo desde el banquillo, como él dice, “un entrenador me dijo que da igual quién salga de inicio, lo importante es salir y convertirte en el mejor jugador de tu equipo”. Su temporada le valió la entrada en la selección nacional absoluta.

El base ateniense empezó a llamar la atención, y tras participar en un training camp con los Bucks, firmó un contrato por cuatro años con el Olympiacos, donde jugó una temporada, ganando la copa griega y perdiendo la liga contra el AEK en el último partido. Al final del año quedó libre, ya que buscaba nuevos horizontes, él quería un gran equipo, y tras sopesar las ofertas que le realizaron Makedonikos y Lleida, en verano le llegó la oportunidad de embarcarse junto a Hatzivrettas en el nuevo CSKA de Moscú, cuyo objetivo era alzarse con la Euroliga.

En sus tres primeras temporadas, el CSKA fue uno de los mejores equipos de la Euroliga, hasta llegar a la Final Four, donde nunca conseguían pasar de semifinales, el año pasado en su casa ante el Tau. La temporada del CSKA fue impecable hasta la cita de Moscú, pero eso no sirve de nada, si luego se muere en la orilla: “nadie se acuerda de nuestro increíble record hace un año. La gente solo se acuerde de la victoria del Maccabi”. Este año antes de atacar por cuarto año consecutivo la Euroliga, Papaloukas fue el mejor jugador de su selección, liderándola hacia el título Europeo de selecciones.

Tras tres intentos consecutivos con el CSKA, los moscovitas, con un Papaloukas ya convertido en el verdadero alma de este equipo, llegaron a la Final Four, con un equipo con menos estrellas que en años precederos, y con la importante baja de Andersen. El griego que nunca tuvo una buena actuación en las anteriores citas por el entorchado Europeo, este año ha sido el mejor llevando a su equipo al título 35 años después. Todo gracias a una gran defensa planteada por Messina, desde donde el CSKA cimentó el triunfo, pero sin descuidar su ataque. Papaloukas considera clave la defensa de su equipo, y como el supo aprovechar los cambios defensivos del rival, cuando él se quedaba con un hombre grande. “Creo que el momento clave fue cuando el Maccabi no pudo sacar de fondo y cometió infracción de cinco segundo, eso es un claro ejemplo de la defensa que nos permitió ganar”.

Ahora después de celebrar este título con su afición, a la que quiere y respeta, “al igual que respeta a las demás aficiones como la del Tau y el Maccabi, que nos felicitaron en el aeropuerto”, quiere concentrarse para intentar ganar la triple corona. Algo que está a su alcance, ahora que está en la cumbre, que es “cuando te das cuenta lo duro y lo que has tenido que trabajar para llegar a ella, pero ahora allí, me siento genial”.