Primer domingo matinal en el Palau para recibir el segundo partido de liga y un rival inédito para afrontarla. Un vermouth plácido para deleitarse con el verano postergado que se vive en media España y un poquito de tranquilidad ante tanta histeria colectiva diaria. Esto se planteaba el Barça en su primera mañana de basket en este año y a juro que lo consiguió.
Y lo hizo comenzando por un parcial de 6-0 liderado por el serafín Ribas, ya completamente recuperado para la causa. Amenazaba muy pronto con tormenta el Barça, a pesar del cielo azul que reinaba fuera, pero San Pablo Burgos luchaba y se mantenía aún en el partido, a pesar de los 10 puntos ya del escolta de Badalona. Un par de minutos después ya lucían los locales 18 tantos, lo que obligaba a Diego Epifanio a parar la sangría ofensiva. Sufre en la cara Burgos las tortas de esta liga nuestra, incluso después de pintar la jugada en el minuto de parón. Una de las ocho pérdidas del primer cuarto se convertía en una nueva bofetada al mentón burgalés y hacía que Heurtel primero y Hanga con un triple después pusieran máximas ventajas, ya de dos dígitos (23-13).
Se venían las rotaciones, pero no paraba la hemorragia, sobre todo la del rebote defensivo para los de la emblemática catedral. Entre tanto, veíamos por fin con la camiseta blaugrana a Pierre Oriola. Más madera para la intensidad blaugrana. Aún con todo, conseguía anotar de forma más o menos fluída San Pablo, pero entre pérdidas y rebotes concedidos se les iba la vida, para cerrar el primer cuarto con 29 puntos en contra.
Un parcial visitante de 0-5 para iniciar el segundo cuarto calentaba el asiento de Sito Alonso y se sucedían minutos de intercambio de canastas y de soltura en ataque. Hasta que llegó el efecto Oriola: intensidad, velocidad e instinto para anotar desde todos lados (en el tiro libre, en contraataque, de espaldas, palmeando…), poner una nueva máxima (41-29 min. 15) y ser, junto a Ribas, el máximo anotador de su equipo al descanso.
Aprovechando el veroño que nunca termina y aquel vermouth placentero, se sentaba el Barça a disfrutar del partido que le tocaba hoy por la mañana. La borrachera de puntos era más que generosa y todo el que jugaba encontraba un tiro liberado, una penetración o un rebote ofensivo para pasar de los 50 puntos con tres minutos por jugar aún del segundo cuarto.
Sí, es verdad, Burgos también anotaba, pero no podía ni oler el ritmo ofensivo local. Hasta Navarro se unía a la fiesta para anotar su primera canasta de la temporada y dejar el marcador de su equipo en 56 puntos en la primera parte.
Cinco puntos seguidos de Moerman en la reanudación ponían el inevitable +20 local, mientras Burgos seguía penando errores de juventud. Alex López no se remediaba con eso y se volvía vertical para dar la cara por su equipo. Tres acciones positivas seguidas suyas reducían a 14 la desventaja, pero no acompañaba nadie más al escolta tinerfeño y Ribas ponía de nuevo por encima de la veintena a su equipo con dos triples mediado el tercer cuarto.

Caían los triples en la mañana plácida y soleada de domingo para llegar al último acto con 84 puntos a favor, después de la ya comentada acción de Adam Hanga.
De ahí al final, sólo cabía esperar cuando llegaría el Barça a los 100 puntos y ver el fondo de armario de ambos equipos jugando los minutos finales. Sería Koponen quien pusiera los tres dígitos a falta de dos minutos para el final en esta tromba de anotación en que se está convirtiendo el inicio de liga y Oriola, el +30 final para el 111-81 y el aviso de que el Barça ya está aquí de nuevo.