Uno, vive en la excelencia del coqueteo con el liderazgo, en su mejor momento de la temporada y con la enésima Final Four de Euroliga enfilada ya en la mente blanca. El otro, circula en el alambre de la tragedia en forma de plaza de descenso, en una segunda vuelta salpicada de amargos desengaños, demente como nunca. Una suerte de yin y yang antagónico en una historia de amor y mucho odio entre los dos clubes de la ciudad de Madrid. Un derbi de urgencias para comerle la tostada al eterno rival en la lucha por todos los playoffs o para sobrevivir un año más en la élite de los grandes espónsores. Un derbi, vamos.
Pero a día de hoy y por mucho duelo entre eternos rivales que se trate, las diferencias entre unos y otros son del tamaño de las grandes hazañas, como la que protagonizaran Gentile y los del Ramiro en la ida de esta rivalidad enrocada. Hoy, esas distancias parecen cuasi insalvables y así lo hacía saber el equipo que jugaba hoy en casa para hacer 30 puntos de inicio y no dejar la cosa para aquello de las hazañas. Y todo ello a pesar del 0-5 con el que empezó a engañar Estudiantes al acta. Aquella primera ventaja la dinamitaba este Madrid de fina estampa percutiendo desde la línea desde donde más valen las canastas. Hasta 8 triples hacían los de Laso en estos primeros 10 minutos para agrandar las urgencias de la demente hinchada. Entre Taylor, Randolph y Rudy se bastaban para acribillar la defensa colegial y sólo Gentile instaba a pelear la partida antes de que apenas comenzará.
El segundo cuarto comenzaba con esa sociedad tan bien apañada que forman el mexicano Ayón y el ya casi castizo Carroll, para seguir aumentando la fiesta blanca. Se venía Llull con un triple para redondear la ventaja (42-22 min. 12) y el Madrid por aquel entonces volaba sobre la cancha. Thompkins subía otro puntito la máxima, a pesar de los esfuerzos de Caner-Medley y la sangre Italiana. La cosa se quedaba al descanso en cuasi amago de partida finiquitada y 55 puntos en la butxaca blanca. Ni para derbi daba.
¡Qué asistencia de @23Llull para @AyonGustavo!#LigaEndesa
@vamospic.twitter.com/5xvbd4WMGK— Liga Endesa (@LigaEndesa) 9 de mayo de 2019
En pleno tornado de la parte más decisiva de la temporada, ya no especula este Madrid de plantilla alargada y, de camino a Vitoria, no bajaban ni media pulgada la percusión colegiala, a pesar de las heroicidades del hijo de Ferdinando. Todo se movía en los veinte puntos de ventaja, mientras se venía el enésimo espectáculo del Facu. Si el Enano de la Suerte se erigiera como MVP del mes y hundiera casi él sólito los barcos y puertos helenos, no iba a desaprovechar el petiso Campazzo la chispa de su momento para asumir en este tiempo los galones que la constancia, las lesiones o la Nba le han permitido. Con su juego alegre y cada vez más controlado, se divertía este Madrid y se acercaba a los noventa puntos, pendiente todavía de los últimos diez minutos (84-61).
Ya de derbi no quedaba nada. Sólo saber cuando iluminaba el Madrid los tres dígitos en el dado que cuelga del techo y en que quedaba el final de la ventaja. Diez minutos de intransigencia en el que unos intentaban evitar contratiempos para la batalla más larga y otros hacían cuentas para no caer en la noche de las dos últimas plazas. Quedaban todavía cuatro largos minutos y Causeur encendían los 100 puntos de algarabía blanca. Tiraba de orgullo y de maquillaje el banquillo colegial para ganar el último parcial y no hacer tan estirada la desventaja: 109-92 y un derbi más que se lo queda el dueño de casi toda la pasta.