Cuando uno está al borde del abismo, siempre tiende a pensar en todo lo que le ha llevado hasta esa situación. Surgen entonces sentimientos de culpa, de decepción y de miedo. Miedo por lo desconocido; miedo por la incertidumbre de no saber qué pasará el día de mañana. El final acecha, pero afortunadamente el instinto innato de supervivencia nunca nos abandona y buscamos soluciones. Y para dejar el pesimismo a un lado, les contaremos un final feliz.
Febrero de 2018. Suenan las alarmas. El Ayuntamiento de Badalona anuncia que no puede hacer frente al pago de 2,3M de euros acordado por unos terrenos. ¿La razón? Unos técnicos municipales deciden que dichos terrenos no son útiles. Además, el consistorio comunica que tampoco puede pagar el contrato de patrocinio que ligaba a la Penya con el propio ayuntamiento. La situación es crítica y se habla de una probable liquidación del club. La historia (o Historia, como prefieran) está a punto de poner su punto y final en una de las ciudades más emblemáticas del mundo baloncestístico. Antes de seguir, vayamos atrás.
En mayo de 2017, Jordi Villacampa dejó la presidencia del club a un Juanan Morales ilusionado. En una entrevista a El Periódico dijo lo siguiente: “Cuando toda tu vida significa estar encima del alambre, vas perdiendo el miedo. Pero hubo momentos en los que parecía que no íbamos a salir. En los que llegué a pensar que sería imposible. Villacampa me reprendió por eso. Me dijo: ‘la palabra imposible no puede existir’. Y esa actitud de no de aceptar un no por respuesta y de empujar la pared hasta tumbarla nos ha permitido seguir vivos en una situación complicada, lo que no quiere decir que ahora no lo sea. Pero estamos vivos. Y esperamos estarlo el año que viene. Y todos los que vienen por delante“. En sus declaraciones había ilusión y consciencia. Ilusión por estar al mando de un club que le dio -y al que le dio- tanto y consciencia de saber en qué situación estaba el equipo. No intentó tapar en ningún momento lo obvio; no intentó tapar los agujeros con artimañas: a Juanan no le va eso. El ex jugador no sabía qué pasaría en el futuro más próximo, pero esas palabras sirvieron para que la preocupación de la familia verginegra se diluyese por el momento.

Meses más tarde, en enero del presente año, poco antes de finalizar la primera vuelta y antes de llegar al borde del precipicio, todos los mensajes positivos que se intentaban transmitir desde la entidad sonaban cada vez con menos fuerza: el equipo marchaba en los últimos puestos de la clasificación (penúltimo), empatado a victorias con San Pablo Burgos y Real Betis Energia Plus, con 4 cada uno. No obstante, Juanan Morales daba la cara ante los medios de comunicación, dando un ejemplo de profesionalidad. Por aquel entonces, el presidente de Divina Seguros Joventut afirmó, en una entrevista a la Cadena Ser Cat que el objetivo era la salvación y que sería una temporada larga y muy dura. Además, dijo que descartaba el fichar por fichar aunque estarían atentos al mercado; obviamente, no sabía qué le depararía el futuro. En cuanto a la situación económica, fue claro: “los aficionados son conscientes de la situación del club, de la travesía económica en el desierto que estamos haciendo, aunque empezamos a encontrar algún oasis en el camino. Seguiremos aquí“. Ese último mensaje fue quizá un presagio de lo que ahora se está viviendo en el Olímpic.
Después de febrero, todo cambió. La primavera empezó a dar sus frutos. El mejor regalo de la ciudad vino con nombre y apellido: Nico Laprovittola. El ex de Baskonia y San Antonio Spurs dio un vuelco total a la situación. No solo mejoró él al equipo, sino que hizo crecer a los demás jugadores -que se lo digan a Birgander-. Además del base argentino, llegaron Carles Durán y Demetrius Conger, piezas también fundamentales para el devenir de la Penya en la Liga Endesa. Por aquellos meses, los triunfos se fueron sucediendo y, a tres jornadas para el término de la liga regular, Divina Seguros Joventut había logrado lo que muy pocos creían: la salvación. El objetivo estaba cumplido, pero todavía quedaba por solucionar lo que ya no incumbía directamente a los jugadores: la situación económica.

Lo cierto es que ha sido un verano extraño. Prácticamente julio ha sido un mes sin noticias de Badalona, pero en las últimas semanas no han cesado las buenas nuevas. Desde los fichajes de Shawn Dawson, Conor Morgan, Dakota Mathias y Quincy Miller hasta la continuidad de Nico Laprovittola y Sergi Vidal. Todo en cuestión de dos semanas. Esto, en gran parte, ha sido gracias a la ampliación de capital por parte de la familia Grífols. La marca catalana ha destinado 3,7 millones de euros para subsanar las cuentas del club verdinegro y darle viabilidad al proyecyo baloncestístico de la ciudad, tal y como ha adelantado Palco23. Se prevé que Scanon Enterprises, un vehículo de inversión controlado por la farmacéutica, se comprometa a comprar las acciones hasta hacer que su participación sea del 75%.
Así pues, la estabilidad económica da paso a una nueva etapa en la que ya se rumorea que el Joventut tenga unos objetivos muy distintos a los de hace unos meses. La entidad catalana ya no se conformaría con la permanencia -y menos después de los fichajes-, sino que se habla de Play Off e, incluso, de títulos. El tiempo lo dirá; lo que está claro es que ahora la euforia, la ilusión y el optimismo son las sensaciones que reinan en los aledaños del Olímpic. Por fin, parece que Badalona vuelve a sonreír.