El DKV Joventut volvía a su asfixiante presión, Gaines robaba el balón, Dragic le perseguía… Gaines intenta acabar el contraataque machacando y Dragic trata de abortarlo taponando sin frenada y creando una acción tan peligrosa como explosiva.

Para los que no conozcan mucho al joven base del Polaris World Murcia, les diremos que Goran Dragic es una apuesta del Tau. Los vascos lo firmaron por tres años y esta temporada lo cedieron a los pimentoneros. El Slovan Liubliana, equipo de donde procedía la joven promesa eslovena, no se lo puso fácil a los de Querejeta. El chico es una de los nombres de la generación de Sergio Rodríguez, la del 86, y tiene un futurazo por delante con sus 192 centímetros desde la posición de base.

Volviendo a la trama del artículo, sepan que ver los ojos de un purasangre como Charles Gaines en carrera para hundir el balón debería dar miedo a todo aquel que quisiera entrometerse en la acción; pero Dragic no lo entendió así. El pívot verdinegro robó un balón en el medio campo y partió como un rayo hacia la canasta murciana. Dragic, que estaba cerca suyo, decidió intentar atraparle aunque dicho propósito le obligaría, y esta sería la primera vez, a girarse para tomar en la disputa la misma dirección de Gaines. Con ello el norteamericano sacó unos segundos en la carrera, a unos dos metros se encontraba la línea de 6.25, no obstante, la rapidez del joven base le permitió sacarle unos centímetros una vez llegaron a la línea de tiros libres donde Gaines decidió dar el primer paso para elevarse y dejar de botar bajo la amenaza de las rápidas manos del jugador del Polaris.

Mientras Gaines despegaba, Dragic tuvo que girarse de nuevo casi sin frenar la carrera y sin absorber toda la inercia de ésta. La efectiva capacidad de reacción dejó que el cuerpo del balcánico se girara en el aire y se situara cara a cara con Gaines que volaba ascendentemente, sujetando el balón con ambas manos, manteniéndolo lo más arriba posible con la extensión de sus largos brazos. Dragic, en aquel momento, no tenía noción de la distancia a la que se encontraba el suelo y la canasta debido a la brusca y veloz media vuelta que efectuó para colocarse delante del matador…

El desenlace

En aquel momento, algunos de las personas que disfrutábamos con aquella acción nos vimos inmersos en una especie de Déjà vu con Garbajosa y Jefferson como actores principales.

La lógica-suerte podría dictar que Dragic es mucho más rápido y ligero que Garbajosa y que Gaines también mutaría por cuestiones gravitatorias respecto a los 2.08 y 117 kilos de Al Jefferson que fueron demasiado para que el tobillo de nuestro Garbo aguantara tan salvaje envestida.

… Dragic, mostrando una capacidad de salto bestial, puso con determinación su mano sobre el cuero que Gaines había elevado con todas sus fuerzas. Sin embargo, el empuje del pívot no pudo ser frenado por el esloveno que veía desde unos cuantos centímetros como el balón era machacado, no sin vacilar, dentro del aro a pesar de su oposición. Ahora, su instinto era otro, el de supervivencia: sus pies debían tocar el suelo y su cuerpo abrazarse al riguroso equilibrio que le devolviera a un estado seguro. No obstante, las condiciones no lo facilitarían, el jugador bajaba con fuerza y de espaldas sin que sus sentidos le pudieran advertir de dónde estaba el parquet que debía haber bajo sus zapatillas. De nuevo, da una especie de media vuelta (¿o fue ¼?) y apoya su pierna derecha sin la percepción necesaria para hacerlo de una forma optima. Como era de esperar, el punto de apoyo sobre su rodilla no era estable y ésta no se desplazó de forma natural aunque con limitaciones que pudieran evitar romper algún tendón o dislocar/romper algún hueso.

El susto se quedó en susto, seguramente ni el propio Dragic se dio cuenta de lo que fue y pudo ser, siempre ocurre o no ocurre y, por suerte para todos, no pasó. El chaval siguió haciendo un partidazo (17 puntos con 3 triples) exhibiendo una buena muñeca y buenas penetraciones a pesar de jugar la segunda parte con un vendaje y cojeando. El siguiente partido no lo jugaría y la historia se quedó en una bienvenida sin historia.

Fotos:

Blog personal de Sonia Cañada