Durante los 90 observabamos con cierto rubor como en países como en Grecia o en Turquía algunos jugadores extranjeros eran nacionalizados de forma sorprendente, siendo rebautizados, incluso, con adaptaciones de sus nombres y apellidos a los de esos países (Pedja Stojakovic y Milan Gurovic eran conocidos como Kinis y Malatras en Grecia; Ricky Winslow logró el pasaporte turco en los últimos años de su carrera, siendo conocido en aquel país como Resat Firincioglu).
Tras la sentencia Bosman, que abría las fronteras a los jugadores comunitarios, la consecución de pasaportes europeos de jugadores norteamericanos se multiplicó de forma exponencial. Así, a partir de los primeros años del presente siglo veríamos como Federaciones de países, sobre todo, del Este de Europa y los Balcanes "fichaban" a jugadores como Bo McCalebb (Macedonia), Henry Domercant (Bosnia), Tyrese Rice (Montenegro) y largo etcétera a los que se les concedía la nacionalidad de estados que en muchas ocasiones jamás había pisado y que les permitía subir su caché y firmar mejores contratos en el basket europeo merced a su nuevo carácter de comunitarios, a cambio de defender los colores de sus selecciones.
En 2011 se negociaba un nuevo marco contractual en la ACB y se introducía un concepto que ya venía aplicándose en el basket FEB, el del jugador cotonou, que sería asimilado en su status a los jugadores comunitarios. El concepto de cotonou tiene su origen en un acuerdo internacional, el Acuerdo Cotonou, firmado en la ciudad del mismo nombre situada en la República de Benín. Este texto es un acuerdo de intercambio comercial y de asistencia firmado el 23 de junio del 2000 entre la Unión Europea (UE) y los 78 estados de África, del Caribe y del Pacífico (ACP), texto que posteriormente sería revisado en 2005. Entre los preceptos de este texto encontramos un artículo, concretamente el 13.3, en el que se afirma que "Cada Estado Miembro concederá a los trabajadores procedentes de un país ACP (África, Caribe, Pacifico) que ejerzan legalmente una actividad en su territorio un trato caracterizado por la ausencia de toda discriminación basada en la nacionalidad con relación a sus propios nacionales en lo referente a condiciones de trabajo, remuneración o despido. Cada Estado ACP, por su parte, concederá a este respecto un trato no discriminatorio comparable a los trabajadores nacionales de los Estados Miembros".
Con esta decisión, se abría una nueva vía para superar las trabas impuestas por los marcos contractuales.
La nacionalización del norteamericano CJ Wallace como congoleño, que fue motivo de no pocas bromas en su momento por no presentar precisamente el aspecto físico de un nacional de aquel país, abrió la veda. Desde ese momento, no han sido pocos los jugadores que, a través de sus agentes o clubes, han gestionado la adquisición de pasaportes de países cotonous, cuantificándose en algunos medios, incluso, las cantidades a abonar para lograr tal documento. La guinda se ha puesto este curso cuando a las puertas de la Supercopa y de la Copa del Rey se tramitaban con éxito pasaportes cotonous para jugadores como KC Rivers (Guinea Bissau), Colton Iverson (Guinea Bissau), Doron Perkins (Costa de Marfil), Ryan Gomes (Cabo Verde, aunque en este caso había orígenes lejanos en aquel país) y, de cara a la cita copera, Marcus Slaughter (Guinea Ecuatorial). A estos casos habría que añadir otros como los de Derrick Byars y Dane Watts, jugadores de Baloncesto Sevilla que adquirieron sendos pasaportes costamarfileños.
La ABP (ASociación de Baloncestistas Profesionales) ha levantado la voz denunciado esta situación. El Consejo Superior de Deportes ha respondido prometiendo frenar estos procesos de cara al futuro. Pero, ¿es esto posible?
Independientemente de los trámites que se hayan llevado en los países que han expedido estos pasaportes y mientras no se demuestre lo contrario, estos documentos administrativos son legales (mejor obviar el sonrojante caso del pasaporte búlgaro falso de Pete Mickeal), lo que limita la posibilidad de rechazar su validez en España. Es en el país de origen de estos pasaportes donde debería realizarse un control de la tramitación de estos documentos, pero ese es otro cantar.
Dadas las circunstancias, urge una modificación en el marco de contratación. Dejando al margen la discusión sobre la necesidad o no de los cupos nacionales (ahora jugadores de formación), la primera solución sería derribar la diferencia entre jugadores comunitarios y extracomunitarios, que está en la raíz de este problema. La Liga Endesa debería mirarse en el espejo de ligas como la alemana, donde solamente existe la diferencia entre nacionales (seis por equipo) y extranjeros, pudiendo tener una plantilla con hasta 6 jugadores norteamericanos. Sería una primera medida para evitar este bochornoso espectáculo de pasaporte extravagantes.