El sistema de competición de la ACB había cambiado. Llegaba la temporada 2007/2008 cargada de novedades. La clasificación directa para Euroliga del primero de la liga regular y que la primera eliminatoria de playoff se disputase a tres partidos, en lugar de a cinco, pretendían dotar de mayor interés a la fase principal de la competición, así como favorecer las sorpresas en las eliminatorias por el título.

Llega, pues, la hora de valorar si dichas modificaciones han surtido el efecto deseado, centrándonos en el plano deportivo y dejando de lado otros factores como el interés de los aficionados, seguimiento en televisión, etc…

El resultado final nos deja prácticamente un único protagonista de ambas modificaciones, que no es otro que el Real Madrid. Beneficiado por uno y posiblemente perjudicado por otro, se ha visto implicado en el espíritu de los cambios de sistema  de competición. Con el premio de la Euroliga tras haber quedado primero de la fase regular con una temporada de récord, también ha establecido marcas, esta vez negativas, siendo el primer equipo en caer en cuartos de final contra el octavo clasificado de la liga, en este caso el Unicaja.

Sin embargo, si bien se podría argumentar que los equipos punteros han aumentado su empeño por acumular victorias durante la fase regular, no regalando partidos que en temporadas anteriores habrían sido calificados de intrascendentes, lo ocurrido en cuartos de final no parece suponer ningún gran cambio con respecto a lo que la historia nos relata.

Repasando las últimas diez ediciones de la liga ACB nos encontramos con un promedio de algo más de una sorpresa cada dos años (7 en 10 temporadas). Es decir, que solamente temporada sí temporada no consigue uno de los equipos clasificados entre el puesto 5 y 8 alcanzar las semifinales. Si bien es cierto que, en esta ocasión y por primera vez, ha sido el octavo el que ha logrado tal hazaña.

Escrutando los datos que nos ofrece la ACB en su web oficial, la temporada 97-98 nos ofrece la última vez en que dos equipos de la parte baja del cuadro superaron la primera ronda: Barça y TDK. Incluso en ese año, el TDK Manresa se proclamó campeón con desventaja campo en las tres eliminatorias.

La temporada siguiente solamente el Estudiantes fue capaz de dar la campanada en cuartos, ante el Tau, cayendo luego en semifinales. Lo mismo que ocurrió con el propio Tau un año después.

A partir de aquí, intermitencia. En la 2000-20001, los cuatro primeros hicieron sus deberes pero en 2002 volvió a haber una sorpresa cuando Estudiantes apeó al Real Madrid en cuartos. En 2003, de nuevo los mejores pasaron a semifinales para que en 2004 Unicaja eliminase al Pamesa de Euroliga en un increíble quinto partido jugado en la Fonteta.

La alternancia se rompió en la 2004-2005 cuando Estudiantes eliminó al FC Barcelona por 1-3. En 2006 no hubo sorpresas, ni siquiera quintos partidos y en 2007 sólo Gran Canaria forzó la eliminatoria hasta el final contra el DKV, también sin sorpresas.

Así, llegamos a la temporada de los cambios en los que la tónica se mantiene, si nos centramos en la eliminatoria de cuartos de final. El paso de cinco a tres partidos ha supuesto mantener la tendencia de una sorpresa por temporada. Aunque no es menos cierto que las dos últimas temporadas no se habían producido.

No obstante, no es éste el único punto de vista a tener en cuenta. En las diez temporadas anteriores citadas, sólo siete de cuarenta eliminatorias llegaron al partido decisivo -el quinto en su caso-, lo que supone un 17,5% de las mismas; mientras que en esta temporada la cifra asciende al 50%; dos de las cuatro eliminatorias han llegado al encuentro en el que los equipos se la juegan todo a vida o muerte, lo más parecido a una final que podemos encontrar en este sistema de competición. Es pronto para valorar este dato, pero no cabe duda que el nivel baloncestístico, y con ello el espectáculo, crece en este tipo de enfrentamientos.

¿Y los aficionados qué prefieren?¿3, 5 o incluso 7 como en la NBA? No es fácil encontrar el equilibrio entre el espectáculo, la sorpresa y la competitividad que dé con la mejor de las fórmulas.