Los Baskonia-Real Madrid ya son un clásico especialmente avivados tras el sobrecogedor final de temporada protagonizado por Herreros en 2005, y hoy las expectativas no se han visto defraudadas.
El partido ha contado con todos los elementos que caracterizan estos enfrentamientos: minutos llenos de intensidad con el emparejamiento Reyes-Scola, reacciones de clase y garra protagonizadas por Serkan Erdogan y sus triples, parciales por parte de ambos equipos contrarrestados por capacidad para encajarlos, lo determinante del dominio del rebote ofensivo…
Pero si el equipo blanco puede estar orgulloso de algo es de no haber perdido las ideas que el en ocasiones vilipendiado Boza Maljkovic inculcó en su día. Un año y siete meses atrás los blancos, con un juego mecánico que prácticamente renunciaba a la concepción clásica de playmaker y a los unos contra uno de los pívots se hizo una armadura de hielo para mantener su estructura de flotación intacta a pesar de las oleadas baskonistas en ataque. La perseverancia dio sus frutos y la Historia hizo a Herreros su mejor regalo en su último partido. Esta noche, el hielo ha vuelto al Real Madrid: “El equipo ha mostrado una frialdad anormal“, ha reconocido Joan Plaza, contento por haber descubierto esta faceta en su grupo, un escudo que según el técnico, deberán utilizar más veces de aquí al final de la temporada.