Jacob Wiley demostró, ya desde el inicio, que el baloncesto de élite no vive únicamente del músculo. La energía con la que se utiliza es la que genera diferencias reales. El de California golpeó primero en el pick and roll y castigó a un combativo Mitrovic (2-7). Sin embargo, el resto del cuadro canario quedaba muy lejos de la intensidad exigida. El esfuerzo de Murcia, con Radoncic, Kloof, Rojas y Hunt a la cabeza, se transformó en un parcial meridiano de 20-2. El primer cuarto agonizó con claro dominio local en la lucha por el rebote (14-4) y una distancia estable tras la aparición de Oleson y Eriksson (24-16).

El intercambio de canastas se hizo paso entre la pasividad defensiva. La capacidad de Hunt para finalizar cerca del aro, el talento de Hannah o la verticalidad de Booker aprovecharon el escenario (40-28). En mitad de la apatía, el Palacio de los Deportes tuvo la oportunidad de rendirse ante uno de sus héroes habituales: Sadiel Rojas. Para la grada, el incansable trabajo del capitán está siempre por encima de su rendimiento. Los puntos de Askia Booker y el pobre acierto de Gran Canaria en el perímetro (23% al descanso), mantuvieron la ventaja universitaria (44-34).

Ya en la reanudación, Clevin Hannah aceleró la ofensiva insular en busca de la remontada (44-42). El instinto de Kyle Hunt contuvo la envestida y prendió un nuevo despegue pimentonero (56-43). Con Booker sumando de manera regular, el triunfo parecía estar cerca para los hombres de Sito Alonso. Pero la brecha volvió a ceder ante la propuesta de Pedro Martínez, esta vez volcada sobre la zona rival. El triple de Radoncic y un vuelo descomunal de Rojas en su enésima captura ofensiva amarraron la renta de los anfitriones (67-61).

El capítulo final encontraría la irrupción definitiva de Markus Eriksson (21 puntos). La puntería del escolta sueco volteó el marcador de un plumazo (67-69). Hunt regresó a pista para cerrar los espacios que se abrían en la defensa de UCAM. Su presencia alentó una vez más la carrera de Booker y Doyle, aliento en el ataque murciano (76-73). Era el momento para que la garra infinita de Sadiel Rojas espoleara el arreón decisivo. La última victoria del curso se quedaba en casa (82-77). El grito: “Sito quédate”.