Cuando las cosas no salen bien, todos buscan culpables. Partiendo de la planificación (siempre hecha a priori, con lo que conlleva de riesgo) al juego en la pista, en Sevilla se han ido solventando los problemas a medida que surgían. A los problemas en la dirección y rendimiento de Tepic, reubicación para la mejoría del serbio y trabajo para frenar el perímetro de Lagun Aro y lograr la victoria que marque distancias respecto a los puestos de descenso. Hay, sin embargo, un punto que no termina de resolverse, y ése es el que atañe a John Holland.
Éste es su segundo año como profesional tras su paso por la Chorale Roanne. Llegó al Cajasol con Tepic desplazado al rol de base suplente para sumar como escolta sus capacidades para defender, robar y correr, tirar y, además, sumar en la dirección si fuera necesario. En pretemporada no arrancó con buen pie y ya en su debut en la Liga Endesa comentó Aíto que podía haberle pasado factura, si bien dejó claro que pensaban "apoyarnos en él. Tener un 2 que sea capaz de jugar encestando pero también pasando, driblando o leyendo el juego es importante para nosotros". Sin embargo, lo que el neoyorkino va dejando en Sevilla hasta ahora son luces y sombras.
Empecemos por lo primero. Holland le da al Cajasol un tirador capaz de inventar. Cuando más aprietan las defensas rivales, es capaz de elevarse y resolver con más o menos facilidad y acierto, encuentra sus propios tiros sin que le falte el talento ni tiemble la muñeca. Un recurso ofensivo que se añade a las entradas de Asbury, carácter de Satoransky y poderío de Williams, las tres principales vías hasta el momento del ataque cajista, para desatascar cuando lo requiera el encuentro. También contribuye y mucho a la defensa agresiva, que muerde desde atrás para sorprender rápido y herir al contragolpe; el juego de ataque pasional que mejor le ha sentado hasta el momento a los de Aíto. En este sentido, Holland es parte importante del engranaje y muy capaz, como demostró ante el Valencia Basket (24 puntos, ojo al 5/11 en triples, 6 rebotes y 4 asistencias para 29 puntos de valoración); minutos de responsabilidad en los que decidió y hasta ofreció un referente, aportó tiro y movimientos imprevisibles. Se adapta y garantiza peligro en carrera y cuenta con el talento con que se ganan los partidos.
La mejoría de los sevillanos, sin embargo, ha llegado por un reajuste del juego en equipo. De una excesiva búsqueda de soluciones individuales a insistir en la defensa con especial atención a la zona más sensible en estas 14 jornadas de ACB, el perímetro, además de buscar un ataque más colectivo.
Aquí es donde el escolta norteamericano no termina de adaptarse, acapara lanzamientos y se precipita. En lo que llevamos de competición, cuenta con un 37/70 en tiros de 2 y un 17/61 en triples, pasa de la velocidad a la prisa sin darse a cuenta. Subiendo el balón o dirigiendo imprime más nervio que dinamismo y esto resta más que suma. En el +/-, su aportación media al equipo es negativa (-7) y cuando los conceptos juego-confianza van directamente unidos, como parece ser el caso, se dificulta aún más salir de la espiral. Otra consecuencia directa de jugar entre el vértigo y la locura es la falta de cabeza; el norteamericano parece incapacitado para jugar las posesiones más frágiles y que requieren, por tanto, de la máxima lucidez. Algunos aficionados ya han encontrado el término: la "Hollandmanía". El resultado estadístico tras estas 14 jornadas: 10.4 puntos, 1.9 rebotes y una asistencia para 5.4 puntos de valoración por partido.
En las ruedas de prensa post-partido, Aíto ha confirmado una y otra vez su total confianza en el jugador. Sabe que puede dar mucho más que estos números y acoplarse por completo al equipo. Ante la impaciencia por los resultados (colectivos), en Cajasol apuestan por el trabajo y progresivo ajuste de las piezas. De momento se cumplen, poco a poco, las pequeñas tareas que marcan la mejora de los sevillanos a lo largo de la temporada.