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Luis Casimiro: "Los más sabios de esto dicen que no supe venderme al exterior"

  • "Lo bueno que tiene Sevilla es que es un club sin deuda", asegura el entrenador manchego
  • Considera que al baloncesto "ha dejado de llegar dinero fácil" y que es necesario "beneficios fiscales" para los clubs

San Pablo aparece desmontado, destartalado provisionalmente, en busca, quizás, de mayor espacio para que discurra el aire en unos meses calenturientos en Sevilla. Los últimos entrenos de la temporada, con los más jóvenes, paralelos mientras se decide un campeonato que hasta hace menos de un mes metía a más de cinco mil personas en ese recinto hoy vacío. San Pablo parece, ahora, salido de otra historia. Esa sauna, que en invierno es nevera, se hermetiza también de lo que acontece al futuro del club. Al igual que San Pablo, también tiene las gradas supletorias recogidas, los cables desperdigados, pero, al igual que el pabellón, con capacidad para montarse en un “santiamén”.

Luis Casimiro (Villamayor de Calatrava, Ciudad Real, 1960) se sienta en una mesa aledaña a la pista con camisa celeste y pantalones azules. “Menos mal que hoy iba a la Fundación Cajasol, si no, me pillas con la ropa de entreno para hacerme las fotos”, comenta en un alarde de llaneza, la que mantiene porque así es como puede disfrutar el día a día. El manchego se sienta y prevé una entrevista rutinaria sobre la situación del club, la temporada, etc. que le obligará a poner “el modo automático”. Cuando la conversación acaba, se muestra sorprendido. “Ha estado bastante bien”, sentencia.

San Pablo está recogido, desmontado y vacío. Recuerdo a los momentos de soledad. ¿Qué rutina tiene Luis Casimiro antes de los partidos?

Llego con más de hora y media de antelación al partido. Dependiendo del momento en el que estemos de la competición y del estado de ánimo lo hago arengando a la tropa o más tranquilo, pero generalmente con bastante energía. A partir de ahí hay una primera parte en la que observo cómo calientan, cómo saltan al campo y las sensaciones que me van transmitiendo; reviso a nivel estadístico y también el scouting que me preparan mis ayudantes para cuando entren los jugadores tener en la pizarra el plan de juego que vamos a hacer, tanto a nivel ofensivo como a nivel defensivo, de lo que hayamos visto también durante la semana a través de vídeos. Charlo con los jugadores, me pongo el traje de faena, y salto a pista 15 minutos antes del partido para estar preparado y pensando en el inicio y en las respuestas y propuestas también del rival, claro.

En Sevilla, lo sabe bien, se han pasado momentos muy críticos. ¿Se le han estrechado alguna vez las paredes del despacho?

No, la verdad es que no. Me he sentido querido desde el primer momento aquí, bien rodeado y arropado por parte de la cúpula del club, así como de mi gente, mis ayudantes y mi staff técnico, que está cerca. Hemos ido saliendo y manejando los problemas que tenemos diariamente desde el colectivo, desde estar juntos y nunca se me han estrechado las paredes. He notado la responsabilidad en algunos momentos, sobre todo en esta temporada cuando no funcionaban las cosas porque era un punto complicado, con una situación difícil, que sabíamos cómo resolver y por dónde había que ir, pero en el que la respuesta se dilataba y sí que estuve un poco más preocupado. Pero de ahí a pensar que la cosa está bastante mal hay un trecho, y ése nunca lo he vivido ni sentido.

La temporada ha sido exitosa, sobre todo viendo cómo el equipo se encontraba en diciembre, prácticamente muerto y en una situación crítica. Este verano estamos en el mismo punto que en el anterior, sin saber nada sobre la continuidad del club. Sin embargo, se palpa más optimismo. ¿Tiene que ver esa buena temporada y que el club haya dado señales de estar muy vivo en ello?

Son muy similares las dos segundas vueltas. La del año anterior, en la que yo llego en la segunda vuelta salvo un partido ya disputado, e hicimos unos números de Playoffs. Y esta temporada, que hacemos otros buenos números para estar en el Playoffs, y si hubiera sido en la primera para estar en la Copa del Rey. Son similares, llegamos de diferente manera, pero eso no cambia la percepción del verano. Lo que cambia es que el club pertenecía a estas alturas el año pasado a los propietarios no actuales [Jefferson Capital] y Caixabank no sabía cómo recuperar el equipo. Este año sabemos que son ellos los que están manejando los tiempos, lo que es mejor y tranquiliza más que cuando no éramos dueño de nuestro proyecto. A pesar de que ya estamos a mediados de junio, esperemos que se solucione en breve para empezar a trabajar en la planificación de la siguiente temporada.

Nota aclaratoria: En el momento de la entrevista se desconocía la información que hoy cubre Solobasket.

No es la primera vez que vive una situación similar. En Fuenlabrada hubo problemas de patrocinio, en Valladolid el apartado económico era malo, ¿qué está pasando en el baloncesto español?

Tristemente, como dices, no es la primera vez que vivo esta situación, de no saber adónde se va y de problemas institucionales. Está siendo duro, a nivel económico de clubes, porque ha dejado de llegar dinero fácil al baloncesto. Cuesta más conseguir sponsors, cuesta más conseguir ayudas de instituciones, que antes era mucho más fácil, y eso repercute en que hay bastantes clubes con problemas de liquidez en ciertos meses para afrontar los pagos. Por eso insisto tanto en que, aunque tenemos nuestras dificultades en verano, una vez que salimos, ya con el presupuesto claro, se cumple y es la tranquilidad que tenemos en el club y los profesionales que trabajamos en él. Una vez que tenemos lo que queremos y cerrados los presupuestos, dentro de ellos no tenemos problemas por los que perder la tranquilidad y concentrarnos solo en el baloncesto.

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Luis Casimiro posa junto al escudo l Daniel Moya López

Pero a nivel de selección, tenemos una generación que ha escrito una leyenda. ¿Cómo se explica ese contraste?

A nivel de sponsors el equipo nacional tiene muchos más beneficios fiscales y eso hace que las empresas apuesten por ser sponsor de la selección española. Estamos jugando con una generación ganadora, muy ganadora y que sigue viva, que está ahí, y eso siempre ayuda a que la gente llegue. Eso genera una corriente de optimismo que ha sido fundamental para crecer a nivel económico y a nivel deportivo. A partir de ahora son otros tiempos, creo que están llegando los sponsors, pero puede cambiar si esta generación que se marcha y la que llega no es tan ganadora. Es importante que haya beneficios fiscales para las empresas que quieren aportar en el baloncesto, buscar otras fórmulas y si luego, encima, la gente que llega a invertir, le juegas a ganador, eso les gusta. Ahora mismo, lo bueno que tiene Sevilla, es que es un club sin deudas y que la gente que llegue puede construir desde dentro para situarlo más arriba y ser partícipe de ese crecimiento.

He leído por ahí que sonó para entrenar a la selección…

Hubo alguna aproximación y algún contacto. A nivel de prensa ha salido dos veces, cuando entra Javier Imbroda y cuando entra Aíto para los Juegos Olímpicos [Pekín 2008] tras la salida de Pepu. En esa sí que hubo algo posible, algún contacto, pero nunca llegó a fructificar. Nunca tuve una opción sobre la mesa para trabajar. Orgulloso de ser uno de los candidatos a coger la selección española, estoy agradecido a la federación por pensar en mí, pero no se llegó a más y ahí estamos en esa espera. Todavía soy un entrenador joven.

Baloncesto Sevilla y Luis Casimiro se cruzan en un momento  crítico. Visto los resultados, no hay duda de que Baloncesto Sevilla necesitaba a Luis Casimiro. Pero, ¿Luis Casimiro necesitaba a Baloncesto Sevilla?

Sí porque estaba teniendo unos años que eran inestables después de mi salida de Fuenlabrada tras cuatro temporadas consecutivas y mi salida de Estudiantes tras tres, en los que hay medios ciclos, más o menos largos, que pueden ser los habituales para un entrenador. Luego llego a Valladolid donde estoy media temporada, en Unicaja acabo otra media, no tengo la oportunidad de seguir, en Fuenlabrada entro a mitad de temporada… no tengo la estabilidad que sí me ha dado Sevilla. Cuando llego, que Sevilla me necesita como dices, yo necesito a Sevilla porque llego súper motivado ya que hacía 15-20 días que me cortaron en Fuenlabrada y llego con muchas ganas, pero con un hambre tremenda además. Necesitaba yo del baloncesto y demostrar que podía aportar cosas. Estoy encantado de seguir tras media temporada y una completa, más la posibilidad de seguir todavía más y eso es bueno. La relación Baloncesto Sevilla-Luis Casimiro, Luis Casimiro-Baloncesto Sevilla ha sido ideal y por mi parte muy agradecido.

Casimiro fue destituido del Montakit Fuenlabrada el 6 de enero de 2015, con los madrileños en penúltima posición con sólo tres victorias en quince partidos. Una destitución que se unía a su mala experiencia en Valladolid y a la no renovación en Unicaja, lo que acrecentaba la mala dinámica, real o sensorial, del técnico manchego. Si los reyes le dejaron carbón aquella mañana en Fuenlabrada, le compensaron con un regalo envenenado a final de mes, cuando encontró trabajo en Baloncesto Sevilla. Por suerte, Luis Casimiro resultó antídoto y salvó al equipo hispalense que, se encontraba, paradójicamente, con tres victorias, las mismas que Fuenlabrada cuando se marchó.

Le he escuchado muchas veces que está muy agradecido al club. Teniendo en cuenta que no es la primera vez que vivía un corte, y que la realidad del entrenador es que en cualquier momento, por malos resultados, puede resultar destituido, ¿qué especial dramatismo tuvo aquella salida de Fuenlabrada?

No, a ver. Soy una persona muy afortunada. A lo largo de casi 30 años que llevo en este negocio me han cortado tres veces, y de esas tres, dos he conseguido trabajo en la misma temporada, en la que pude enlazar un proyecto con otro. Sólo una me he quedado en paro durante todo el año. No hay nada de dramatismo en este caso, pero sí de necesidad y, sobre todo, una vez que llegas aquí, la gente te hace sentir querido, que te necesita, y eso, para dar más en tu trabajo, es fundamental. Desde el primer día que llego a Sevilla siento que estoy muy valorado y querido.

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Puerta de acceso a los vestuarios de San Pablo l Daniel Moya López
 ¿Pero tenía miedo a quedarse encasillado?

 No, nunca, nunca. Esto es España y te ponen un cliché y tienes  que seguir con ello. Hubo una época en la que se decía que  conmigo los chicos jóvenes no se desarrollaban y sólo hay que  coger la historia para ver los chavales que conmigo se han  desarrollado. Te instalan ese cliché, ese sambenito, y te lo  puedes quedar, pero para nada tenía miedo. Yo, con los años que  llevo y la experiencia y la formación que tengo, soy capaz de  evaluar objetivo el punto en el que yo puedo ser responsable y  dónde hay un punto en el que no lo eres. Esa experiencia ya me  lo ha dado la trayectoria como entrenador. Sé pensar en positivo y en salir adelante. No siempre eres tú el máximo responsable de todo, pero a veces la autocrítica y la exigencia es buena para un entrenador.

¿Qué le ha aportado Sevilla como ciudad?

Sevilla es una ciudad que tiene alma, y no todas las ciudades la tienen. Eso te hace estar muy a gusto viviendo en Sevilla. Es una ciudad en la que cuando paseas por el centro o por cualquier rincón tiene encanto, en la que el clima hace que puedas estar durante muchos meses pudiendo vivir en la calle a la hora de tomar un aperitivo o compartir con el equipo técnico, que hemos hecho una dinámica de grupo en la que estamos cada vez más tiempo fuera de San Pablo. Luego tengo una hija que le encanta Sevilla, así que lo que me aporta es que estoy muy a gusto en ella, que me gusta y me gustaría seguir aquí. Tiene su encanto para vivir. Entiendo que mucha gente se establezca aquí, porque tiene alma y eso no lo tienen todas.

Precisamente, hablando del cuerpo técnico, en baloncesto no es tan habitual que un entrenador lleve su propio staff a cada club. ¿Cómo se adapta un entrenador a eso?

Nunca he ido con nadie. Por suerte o por desgracia, no lo sé, cuando he intentado llevar a un ayudante conmigo, porque en algunos sitios sí te permiten traer a uno, no he podido. Siempre me he adaptado al grupo trabajo que tiene el propio club. Hay veces en los que el grupo se adapta perfectamente a ti, y tú tienes que ceder cosas para adaptarte a la forma de trabajo del grupo. Este cuerpo técnico se ha adaptado perfectamente a mí, me ha dado lo que necesito y quiero en cada momento. Como te digo, desde el primer día la sensación era muy buena. El club, como entidad, es un ente, pero son las personas las que lo constituyen, y lo que hay aquí abajo, la gente que me rodea, es una calidad humana muy buena. Y encima son unos profesionales súper competentes. Normalmente hay de todo. En un tanto por ciento muy elevado el grupo se tiene que adaptar a lo que tú quieres, pero aquí fue muy fácil porque vienen de una formación muy buena de otros entrenadores que han pasado por aquí, que han trabajado con ellos y les ha dado una forma muy buena de trabajar al máximo nivel en el baloncesto español.

Nace no muy lejos de aquí, en Ciudad Real. Sin embargo, Castilla-La Mancha apenas ha tenido baloncesto de élite. ¿Qué ocurre?

Es verdad. Siempre ha faltado, cuando había potencial para llegar, un tejido empresarial de patrocinio económico. Eso hizo que no cuajaran proyectos que no estaban nada mal en Castilla-La Mancha. Es complicado, desde allí, hacer cosas y tiene mucho más mérito cuando alguien sale de allí y es capaz de vivir al máximo nivel del baloncesto español. Cuando llevas tiempo y ves de dónde vienes te puedes sentir satisfecho. Ha faltado lo que en otros sitios hay, un grupo de dirigentes que apueste fuerte y por el futuro del baloncesto, porque buenos jugadores y entrenadores hay, y así tener baloncesto al máximo nivel en Castilla-La  Mancha.

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Casimiro posa en San Pablo l Daniel Moya López
 ¿Cómo sale de un contexto tan poco propicio?

 La verdad es que no me lo planteo. Siempre cuento la misma  anécdota. En Puertollano  estoy trabajando de forma altruista,  porque me gusta muchísimo el baloncesto. Hacía  una hora de  baloncesto con 24 equipos y cuando me voy a Don Benito, ya de  manera  profesional, tengo un equipo para las 24 horas. Lo que  te  puedo decir es que desde  ese momento vivo el día a día, muy  feliz y realizado con lo que  hago. No me planteo  que quiero  estar  al máximo nivel, en ACB,  en equis tiempo. Me planteo  disfrutar,  en  este caso en un equipo  de la Segunda División,  cuando no  había ni LEB ni EBA, y desde  ahí cada año iba creciendo, de Segunda a Primera A, luego a EBA,  que es cuando cambia  el formato, luego LEB y tengo una oferta  para entrar en ACB antes que en Manresa, que  no la acepto  porque no eran buenas condiciones y, pensando que estaba bien  donde estaba, con trabajo, en LEB y en Gijón Baloncesto, pues  hasta que llegó Manresa. Nunca tuve ese planteamiento de tener  que ser ACB. Vivía el día a día, con intensidad y trabajando para  mi equipo. Así es como el baloncesto me ha dado muchas cosas y poder estar aquí hablando contigo de una trayectoria dilatada y profesional.

¿Qué equipo y por qué no eran buenas condiciones?

Ourense. Fue en la temporada 95/96 y mis agentes hicieron un buen trabajo para que yo rechazase la oferta en aquel momento. Me costó mucho. Seguí entrenando en Gijón Baloncesto. Antes me tomé un año en la 95/96 donde estoy con Pedro Martínez de ayudante en Salamanca, en ACB, y luego en Gijón quedamos subcampeones de la Copa Príncipe ante el equipo de Quino Salvo, que en paz descanse, quedamos primeros de la Liga LEB, jugamos un playoff en el quinto partido ante Andorra en la que en la segunda prórroga hacemos un campo atrás tras saque de Paco Vázquez y Carles Marco. Desde ahí todo ha sido experiencia y vivencias para un entrenador joven y novel de máxima tranquilidad, en un club que sabe hacer muy bien las cosas y que podía venirme bien como Manresa.

¿Qué me puede decir del Luis Casimiro jugador?

(Ríe). ¿Del Luis Casimiro jugador? Era tirador y metía alguna a veces también, hay alguna prueba por ahí en el diario AS (ríe). Jugaba con Puertollano y también en Almería en Segunda División. Creo que lo hacía bien pero no era de los que destacaban. Desde el primer momento yo soy entrenador-jugador de Puertollano y hablo con alguien para que se encargue de entrenar y yo seguir como jugador, y en una cena salgo convencido de todo lo contrario. Él me convenció de que fuera al revés. Me dijo que como jugador ya se sabía lo que era, que no iba a llegar al máximo nivel y que como entrenador sí me veía capacidades. Era Vicente Buendía, entrenador de Madrid afincado en Ciudad Real y me convenció para que dejase de jugar y cogiese el equipo. Te estoy hablando de que tendría 26 ó 27 años y desde entonces llevo entrenando.

La Leicestermanía ha movido al deporte mundial durante la temporada. La proeza y gesta de los chicos de Claudio Ranieri, entrañable veterano al que el fútbol le debía algún título, ha sido el súmmum en el modernismo de un deporte cada vez más capitalizado y desequilibrado. Por esos pasos va un baloncesto español en el que ir a Europa ya es para la élite, mediante acreditación licenciada, y en el que los grandes encuadres de televisión lo ocupan los de siempre. No hubo una Manresamanía, quizás porque en el romanticismo de la supremacía de la competición deportiva frente a la competición monetaria, podía caber esa bendita ilógica e irracional de que un equipo pequeño devorara sueños por encima de las posibilidades que marcaba la razón y la cabeza. Antes de que el Leicester City copara portadas, concretamente 18 años, TDK Manresa se hacía con la Liga ACB. Su entrenador, Luis Casimiro, debutante en la categoría.

Hace casi 20 años que ganó la Liga ACB con el TDK Manresa en una de las mayores gestas, si no la que más, del baloncesto en ACB. Habiendo pasado el tiempo y con perspectiva, ¿cómo lo recuerda?

Conforme ha ido pasando el tiempo tienes más perspectiva de lo que hicimos y conseguimos. Te sabe mucho mejor. En ese momento vas partido tras partido, playoff tras playoff, y no eres consciente de lo que estás haciendo. Celebras un título, en un sitio o en otro, lo presentas en la Virgen de Montserrat, en la Generalitat, en el Ayuntamiento y al día siguiente te han desmantelado el equipo. Resulta que tienes que competir en Euroliga y ACB con el equipo desmantelado, así que te tienes que poner a trabajar. Pasa muy rápido y no disfrutas del momento. A lo largo del tiempo lo piensas y dices que lo que hicimos fue algo muy grande y difícil de repetir. Está muy reconocido, y este año con el tema del Leicester en la Premier ha vuelto a renacer aquello de las grandes gestas. Te sientes reconfortado sabiendo que aquello fue un hito, pero ahora los entrenadores tenemos que vivir, y a mí me lo demostró rápidamente, del presente.

¿Qué conserva y qué ha perdido?

He aprendido la experiencia, que la labor de entrenador es artesanal, de estar ahí machacando y machacando, valores que se suman al entrenador. Te hace tener mucho más poso y darle la tranquilidad que a veces le falta al jugador para hacer su trabajo. A nivel de ilusión y energía valoras mucho más hoy porque cuando eres joven tienes ese ímpetu de que 

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Foto: Daniel Moya López
Luis Casimiro sobre el parquet de San Pablo l Daniel Moya López
te puedes comer el mundo porque sí. Con el tiempo te hace estar mucho más motivado y transmitir esa ilusión y ambición por el día a día y te guste el trabajo que haces, entrenamiento tras entrenamiento. Siento que he mejorado porque sé dónde estoy y tengo más perspectiva para valorar lo que estoy haciendo.

Campeón de la Liga ACB como entrenador debutante, unos años más tarde quedas subcampeón de la Copa Saporta con Pamesa Valencia. Aunque entrena a Unicaja, fue en un clima un poco convulso. ¿Siente que le ha faltado un empujón para acceder a un equipo más grande o estable como Real Madrid, Barcelona o Baskonia?

Grandes maestros de esto, llámese Ricardo Hevia, Moncho Monsalve, Pepe Laso, Mario Pesquera, siempre me dicen cuando nos juntamos que me ha faltado el punto de saberme vender en aquel momento, de haber trasladado lo que hice en aquel momento en una mayor venta de imagen o haberlo explotado más. Pero te repito, soy feliz con el día a día. A mí me llena mi equipo esté en el nivel que esté. Vivo para desarrollar el trabajo que hacemos, para mejorar a los jugadores que tenemos, mejorar a nivel colectivo y eso a mí me llena y me quita la perspectiva de venderme hacia fuera. Y el tiempo me ha dado la razón, que merece la pena, porque profesionales de este mundo valoran que no se trabaje cara a la galería y sí de puertas hacia dentro. Eso hace que algunas veces puedas perder oportunidades, trabajar en los clubs con más poderío, y también de ser atractivo para la prensa. Pero a la larga mis jugadores, y lo dicen ellos, algunos ya son directores deportivos, valoran que sea muy exigente con ellos, pero les proteja de fuera. Aunque a veces, de cara al exterior, parezca que hablamos de un perfil más bajo, lo que realmente me interesa es lo que piensan mis jugadores y no el resto de lo que rodea a mi equipo. Lo que me hace ganar partidos son mis jugadores y, hasta ahora me han traído aquí con una trayectoria de 25 temporadas siendo profesional de esto y al máximo nivel.

¿Tampoco ha mirado el extranjero?

He tenido oportunidades, y siempre he tenido la suerte de medirla con una oportunidad que tenía en casa. Si nuestra liga ha sido de las mejores o la mejor después de la NBA, si tengo oportunidades de trabajar en esta liga, para qué me voy a ir al extranjero. Sí que cuando he estado en algunos momentos como aquella temporada que estuve en paro meditas la posibilidad de salir fuera. Aguanté con varias ofertas para no irme y esperar que me llegase otra de ACB y la temporada siguiente la tuve. En la temporada pasada, en el impasse del que hablábamos antes, tuve un par de ofertas del extranjero, pero arriesgué para quedarme aquí y me salió bien. En la época de Málaga, que también hubo este impasse, y ellos me pidieron un margen para que decidiesen entre mí o Repesa, al final dejé pasar alguna oferta y cuando me quedé en paro me arrepentí. Esta vez lo hice convencido de que quería Sevilla y saldría Sevilla, pero sí he tenido ofertas en el extranjero tanto de Europa como de Sudamérica y he podido contrarrestarlas con las de aquí.

Más allá de no saber venderse, ¿cree que ha cometido algún error en su carrera?

No, no. Ya te digo, ellos me lo dicen, los más sabios de estos, pero es que a mí no me sale otra cosa que no sea trabajar de puertas para dentro. Lo que no tengo que decir yo es lo que hago con mis jugadores y la exigencia que tengo con ellos. Lo saben, para qué voy a tener que decirlo hacia fuera. No me arrepiento de nada de eso porque soy así, no me sale venderme, me sale trabajar en silencio y para mi equipo, pero eso se hace de puertas hacia dentro. Y vuelvo a repetir, esto los jugadores, a la larga, lo valoran, porque la exigencia no es cara a la galería sino que es de verdad, porque hay que sentirla así. No tengo la sensación de haberme equivocado. Sí te repito que de lo que me arrepiento es de aquel impasse de Málaga. Terminé la temporada en Unicaja, lo hicimos bien y el presidente, Eduardo, en ningún momento me engaña porque me dice que tienen la opción de Repesa y que si este no sale le gustaría que siguiese yo, y en ese momento me sale una buena oferta que la desestimo. Cuando me quedo en paro me arrepiento porque podía haber cogido esa opción porque era atractiva. Pero es la única que tengo en mente y que pueda decir que me arrepentí de hacer tal cosa.

Voy a finalizar con un dato para la reflexión. Es el único entrenador español que ha ganado la EBA, la LEB y la ACB…

Eso dice que los que han ganado ACB quizás no han estado en EBA y en LEB, y no sé si eso es bueno o malo (ríe). Sí que es experiencia, que puedo decir que he ganado cosas mientras que otros compañeros que han hecho lo mismo o más, no han tenido esa recompensa. Yo le estoy agradecido al baloncesto porque lo que le he dedicado y los esfuerzos que he hecho por él me lo ha devuelto con creces. No solamente a nivel profesional sino también que he podido ganar. La Copa Príncipe con Fuenlabrada, quedamos primero con Gijón en LEB aunque perdimos la final con Andorra, sí gane el título de LEB con Fuenlabrada, la ACB con Manresa, subcampeón de la Copa Saporta con Valencia, semifinalista varias veces de la Copa del Rey. He estado ahí. Y luego la experiencia, y curtida, de estar luchando por no descender, cosa que nunca ha sucedido. Estoy satisfecho de lo que me ha devuelto el baloncesto, de ganar y de también estar en la supervivencia.

 
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