El mérito de Mariano de Pablos es indudable. Ha conseguido reconducir una nave que viajaba a la deriva y lo que es más importante, ha recuperado la confianza de los jugadores en su juego, algo vital a la hora de resolver partidos como el de esta mañana.

El Estudiantes se ha impuesto 94-86 al Bilbao, un rival correoso que en ningún momento entregó el partido. Y en parte eso ocurrió porque el conjunto de Vidorreta cuenta en sus filas con jugadores de la talla de Javi Salgado, que realizó un partidazo(26 puntos y 11 faltas provocadas). Sin embargo, no fue suficiente para llevarse la victoria a tierras vascas ya que enfrente estaba un tal W. McDonald, que decidió disfrzarse de Mister Perfecto y culminar un actuación sin fallos en el tiro: 10/10 en tiros de 2 y 2/2 en tiros libres, para un total de 28 de valoración en sólo 26 minutos.

Contra eso tuvo que luchar la batería de pivots visitante, bien sustentada por el combativo y eficaz Weis y por el atrevimiento- no siempre culminado con éxito- del joven Antelo. Porque Panko estuvo sencillamente horroso y el Bilbao notó en exceso su nula aportación en ataque (0 puntos)

Cuando en el último cuarto un triple de Montañez acercaba al Lagun Aro a tres puntos (78-75) se pudo comprobar el cambió de mentalidad que han sufrido los colegiales desde la llegada de De Pablos. Lo que en tiempos pasados se convertía en derrota por incapacidad a la hora de gestionar los minutos calientes, ahora son victorias basadas en templar el juego y saber rematar la jugada (ya ocurrió en Rusia en la Fiba Cup o más recientemente en Gerona)

La primavera llama a la puerta de la ACB y el Estudiantes quiere estar en el baile de gala. Será cuestión de tiempo y de partidos comprobar si en la fiesta final hay un sitio guardado para los del Ramiro.