El carismático jugador norteamericano Michael Ruffin dijo no a Obradoiro que le ofrecía un contrato por un mes para cubrir las bajas de sus jugadores lesionados Marc Jackson (rotura fibrilar en los isquiotibiales) y Drago Pasalic (lesión en su tobillo derecho). Vuelve a casa por Navidad para compartir estos momentos tan entrañables con sus seis hijos en Oklahoma.
“Es un extraordinario defensor, es fuerte y rápido, tiene una gran envergadura para lo que mide y se esfuerza al máximo. Es un grandísimo reboteador” decía Walter Sczcerbiak en el momento de su desembarco en Lleida allá por enero de 2002. Acabaría ayudando a su equipo a clasificarse para los playoff por el título con un balance de 19-15, haciendo del Barris Nord un auténtico fortín y consiguiendo ganar un partido al F.C. Barcelona en cuartos de final. Esto le valdría la renovación para la temporada siguiente.
En Manresa, además de ocupar un hueco en el corazón de la afición (en el último partido ante el Gran Canaria 2014 en el Congost en el que contribuyó a la victoria de su equipo con 5 puntos, 9 rebotes, 3 robos de balón y 7 tapones se oyeron canticos con su nombre, el ¡Ruffin quédate! o gestos de alabanza de sus compañeros como Jordi Grimau) y en la historia del Club, ha acumulado durante su estancia un balance de 4 victorias y 4 derrotas, dejando a su equipo a día de hoy clasificado para la Copa del Rey (séptimos clasificados, 6-5). La recuperación de Brian Cusworth le ha dejado sin hueco.
Su continuo esfuerzo en pista, donde siempre se ha dejado la piel, y su poderío físico han hecho que nunca haya faltado trabajo en la mejor liga del mundo, la NBA (Chicago Bulls, Philadelphia 76ers, Utah Jazz, Washington Wizards, Milkwaukee Bucks, Portland Trail Blazers y Sacramento Kings), a un hombre acostumbrado a que la cifra de los rebotes siempre vaya por encima de la de los puntos (en 22 minutos de juego ha promediado 5,2 rebotes, 2,4 ofensivos) demostrando su egoísmo 0 que también ha exhibido fuera de las canchas en numerosas labores sociales.
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