Quedaban ocho minutos para el final. El Pamesa había dominado la práctica totalidad de los tres primeros cuartos ante su rival esta jornada, el Estudiantes. El partido llegaba a su fase decisiva, donde los visitantes tratarían de remontar y los locales debían afianzar su buen hacer hasta ese momento… Sin embargo, todo ocurrió al revés.

Un triple de Iker Iturbe situó el marcador en 64-65 y ahí se acabó todo para el Pamesa. El público empezó a impacientarse, aparecieron los primeros silbidos, los jugadores evitaban mirarse unos a otros, cabezas gachas y gesto alicaido, Casas se desgañitaba desde el banquillo y en los puestos de prensa los titulares derrotistas iban aflorando… ¡Con ocho minutos de un partido de baloncesto por jugarse!¡Y con un punto de diferencia!

Como Ricard Casas explicó más tarde en rueda de prensa, “cuando nos hemos puesto cuatro por debajo ha sido la situación difícil. No creo que sea un problema físico. En ese momento tenemos que ser todos fuertes. Ha llegado el momento difícil y no hemos sabido dar la respuesta que tenemos que dar. No estamos consiguiendo estar juntos y ser fuertes. Es un factor más mental que físico.”

En los 12 partidos que el Pamesa ha disputado en la Fuente de San Luís su balance es desolador: 7 derrotas por tan solo 5 victorias. En total, el equipo acumula 10 derrotas y se encuentra séptimo en la tabla, inmerso en la lucha por los playoff, lo que hace aun más sorprendente el dato.

“Vamos a intentar que no pase esto a partir de ahora. Mentalmente no estamos siendo fuertes. Creo que se preparan los partidos bien pero no estamos demostrando ser fuertes para alcanzar nuestro objetivo. En ese momento hay que actuar, hay que defender bien, y no lo estamos haciendo. Me encuentro como los jugadores, como todo el mundo que quiere que el equipo gane, como el de una persona a la que le sale mal su trabajo”, afirmaba Casas tras caer ante Estudiantes.

Nadie duda de que los jugadores están capacitados y convencidos de sacar esto adelante pero en los momentos clave quizás se echa en falta el carisma de un líder que asuma la responsabilidad en las jugadas decisivas de los partidos y que, sobre todo, sepa levantar el ánimo de sus compañeros cuando se acercan los finales apretados.

Ahora mismo, cada partido en la Fonteta supone un reto para el Pamesa. La presión está ahí, el público no perdona ya nada y los playoff son el objetivo del club. La Copa del Rey había devuelto el entusiasmo a los seguidores taronja, pero el paso del día a la noche ha sido rápido, en caída libre. Jugar los dos próximos encuentros a domicilio puede ayudar, si las victorias acompañan, a afrontar el próximo partido en casa con otro espíritu como reconoce Casas:

“Todo el mundo está comprometido con su trabajo, pero no está saliendo el juego que tenemos que hacer. La inseguridad y la presión de ese momento nos hacen cambiar el gesto. Jugar dos partidos fuera de casa puede ayudarnos pero no tendría por qué.”

Asaltando la Fonteta

Y es que los rivales del Pamesa son sabedores de la presión que está sufriendo el equipo valenciano en los partidos que juega en la Fuente de San Luis y lo aprovechan. Estudiantes, por ejemplo, dejó a Pamesa hacer su partido, siempre encontrando respuestas para que no se rompiese el partido y esperando el momento clave: “Estábamos en situación de ganar y en los últimos 10 minutos lo hemos tirado todo por la borda.” -reconoce el capitán Víctor Luengo- “Habíamos controlado su rebote de ataque, haciendo un buen trabajo, pero al final nos hemos precipitado y nos han ganado. Hemos tenido la oportunidad de irnos en algún momento y no lo hemos conseguido.”

El escolta establece como prioridad no dejar escapar más partidos en casa; y es que “no puede ser que todo el que venga aquí nos pueda ganar. Las ansias y la precipitación por ganar en casa nos llevan a cometer errores que luego pagamos muy caros. Es algo preocupante, claro, que en casa no seamos un equipo sólido. La solución es empezar a ganar. Hay que seguir trabajando y corregir los errores. Hay momentos en los que se juntan problemas en el juego con problemas anímicos. Hay momentos en los que nos precipitamos y el rival lo aprovecha para ganarnos el partido”, concluyó.

Pedro Martínez, entrenador colegial, no duda que el Pamesa saldrá adelante y confía en la capacidad de Casas porque “lo que sí sé de Ricard es que nunca baja los brazos. Es un entrenador de mucho carácter y raza y sé que él va a ser capaz de revertir esta situación negativa que tienen.”

“Cuando se nos han ido de trece pensaba que lo teníamos muy difícil, pero el Pamesa ha notado la presión al final. Que se hable tanto de que el Pamesa baja los brazos en la segunda parte se nota y pesa en los jugadores”, finalizó.