El Power Elecronics Valencia es el merecido campeón de la Eurocup 2010. Con matrícula de honor. Poco más se puede decir de un equipo que ha cumplido a la perfección a lo largo de toda su trayectoria en la competición continental.

Es el momento de las celebraciones, del disfrute máximo de un éxito colectivo en el que han participado todos. Empezando por los jugadores y cuerpo técnico, pasando por todos los profesionales que trabajan en lo deportivo y también en los despachos -con una mención especial para nuestro compañero Álvaro Martínez-, y acabando, por supuesto, con la afición. Sin olvidarnos, claro, de Juan Roig ni de Power Electronics y su presidente Amadeo Salvo.

El camino recorrido desde el anterior título ha sido largo y tortuoso. No es momento ahora de tirar de hemerotecas y centrarse en lo mal que han ido las cosas en Valencia durante los últimos años, pero esta Eurocup es realmente la luz al final de un túnel muy oscuro.

Un túnel en el que se entró poco después de conseguir el que hasta este fin de semana era el único éxito europeo del club –la ULEB Cup del 2003-, que llevó al baloncesto valenciano a codearse con los mejores de España y de Europa. Quizás los aires de grandeza posteriores sentaron mal en aquella ocasión, quizás “algunas” decisiones no fueron las correctas, y quizás algunas personas nunca tenían que haber llevado las riendas del Valencia Basket Club.

El pasado verano, toda esa situación estalló como si de una supernova se tratase. Se acababa el dinero, se acababan las miras excesivamente altas, los fichajes de relumbrón y las repetidas costumbres de autoexigirse títulos al principio de cada temporada. El proyecto 2009-10 no se iba a confeccionar a base de chequera, sino de sentido común.

Tabla rasa. La modestia se instauraba en Valencia. Fue lo mejor que pudo pasar. Con ella llegaron la tranquilidad, el sosiego y las buenas sensaciones. Se creó una sana expectativa por ver lo que podía hacer la plantilla menos cara de los últimos años. Se dejó trabajar a un equipo al que no se le exigía tanto y los jugadores lo agradecieron desde el primer momento.

Así, el Power Electronics Valencia es ahora mismo, junto al Regal FC Barcelona, -y lo decimos sin temor alguno a poder equivocarnos- el equipo que mejor juega a baloncesto en la ACB. Puede que no sea el que más bonito lo hace, ni el que más calidad atesora, pero sí el que mejor conoce sus armas, el que más química muestra entre sus jugadores, el que siempre cumple con lo que su entrenador le pide y el que gana a sus rivales porque sabe cómo hacerlo y disfruta haciéndolo sobre un parquet.

No fue otra cosa, sino eso, lo que ocurrió este pasado fin de semana. Con todo el respeto que se merecían los tres rivales que también alcanzaron las Eurocup Finals, pero con el convencimiento de que sabían cómo hacer las cosas para proclamarse campeones llegó el Valencia Basket a Vitoria. Lo demostró sobre el parquet.

La superioridad de los de Neven Spahija durante la final fue tan aplastante que no quedaba margen para el nerviosismo o la preocupación. Fue una fiesta completa. Sólo los minutos iniciales, de tanteo entre ambos equipos, dieron pie a una mínima incertidumbre, que fue rápidamente disipada. Todo funcionó a la perfección. Porque Toni Muedra ha sabido conformar una plantilla que Neven Spahija dirige como una filarmónica perfectamente acompasada.

Nando de Colo, Rafa Martínez, Víctor Claver, Matt Nielsen, Kosta Perovic, Marko Marinovic, José Simeón, Iván García, Thomas Kelati, Florent Pietrus y Serhiy Lishchuck fueron los autores de la sinfonía que los más de 2.000 aficionados valencianos presentes en las gradas del Buesa Arena corearon con el cántico de “¡Campeones! ¡Campeones!”

La emoción se desbordó. Los jugadores en el banquillo no podían contenerse más, querían saltar al parquet a celebrar el triunfo cuando aún quedaban segundos por jugarse. Saltos, gritos, abrazos, puños al aire. A estos jugadores de baloncesto les gusta su trabajo. Se nota y se merecen este gran premio, que celebraron como una piña. Todos, sin excepción.

Como muestra, uno de los momentos más emotivos de la final se dio cuando toda la afición valenciana, al unísono, se puso a corear “¡Saca a Simeón, saca a Simeón!” El joven base, en su primer año profesional, ha sido parte importante de este equipo y de la consecución de este trofeo. Sin embargo, en la final, Spahija no consideró necesaria su participación. No hubo ni un mal gesto. Pietrus le daba un cariñoso abrazo a su compañero mientras los demás jugadores jaleaban el cántico. José fue de los que con más alegría y entusiasmo celebró el título. Sus saltos, sonrisas y abrazos en el Buesa Arena eran de un júbilo inenarrable. Dicen que nadie es profeta en su tierra, pero el base de Silla lo está siendo.

Junto a Víctor Claver supone un enlace con la grada, ese elemento con el que fácilmente se identifica el aficionado. Alguien nacido y criado en tierras valencianas que tiene la suerte y el privilegio de poder jugar en el equipo de su casa. Lo que, a su vez, aporta al Power Electronics unos valores innegables de cercanía con sus seguidores. Seguidores que vieron como el propio Claver levantaba un título europeo que les llevaba a la gloria.

A partir de ahí, la fiesta fue total. Celebraciones sobre el parquet y en la grada. El propio Claver le llevó la Copa a Juan Roig y Amadeo Salvo en la tribuna, a la que posteriormente se acercaron otros jugadores para fundirse en un abrazo con ambos. Los fotógrafos corrían locos sobre la cancha retratando más y más caras de alegría, abrazos y besos al trofeo recibido; mientras los inalámbricos sacaban expresiones de una euforia muy intensa y sincera de las bocas de los protagonistas. En definitiva, el éxtasis.

Baño de multitudes con las masas, llantos de alegría, sonrisas de oreja a oreja. Cánticos en las gradas, coreados por los jugadores sobre la pista, felicitaciones y reconocimientos. “¡Rafa quédate! ¡Nielsen quédate! ¡Neven quédate!”. Son nuestros héroes, y los queremos para nosotros.

No podemos concluir estas líneas sin recordar que la grandeza de este título no es efímera. El Valencia Basket estará la próxima temporada entre los más grandes: “¡El año que viene, Valencia – CSKA!”. El premio para el Power Electronics como ganador de la Eurocup se perpetuará con la participación en la próxima edición de la Euroliga. Será la segunda ocasión en la que el club valenciano se codee con la élite de Europa, y será –de nuevo- una ocasión para disfrutar del mejor baloncesto en la Fuente de San Luís.

Un título europeo, una participación en la Euroliga y la gloria eterna. Este equipo se lo merece. El 18 de abril de 2010, en el Buesa Arena de Vitoria, se escribió Historia.