En los últimos años, el UCAM Murcia CB ha dejado de ser un actor secundario en la Liga Endesa para consolidarse como una marca deportiva con identidad propia, fruto de una evolución estratégica que combina gestión, estética, comunicación y rendimiento. Lo que comenzó como un proyecto universitario ha madurado hasta convertirse en una entidad ambiciosa, coherente y reconocible, donde cada área, desde los despachos hasta la pista, ha contribuido a un relato común: el de un club que ya no solo compite, sino que construye legado.
De proyecto universitario a marca deportiva consolidada
Durante años, el UCAM Murcia CB fue visto como un club esforzado, simpático y destinado a vivir en la periferia competitiva de la ACB. Sin embargo, bajo la dirección general de Alejandro Gómez, el club ha dado un salto cualitativo evidente: planificación, estructura y ambición. Alejandro ha sido quien ha ordenado el proyecto para que la identidad deportiva y el crecimiento institucional vayan en paralelo, transformando al UCAM en una entidad con discurso propio y aspiraciones sostenidas.
El vínculo con la universidad sigue siendo clave, pero el club ahora actúa como una marca deportiva madura. La profesionalización de áreas internas y la sinergia entre departamentos han permitido que el UCAM deje de ser “el equipo universitario” para convertirse en un proyecto con personalidad definida. Ese cambio, gestado desde los despachos, es el que ha abierto la puerta a todo lo que vendría después: resultados, imagen y pertenencia.
La revolución estética: del mármol al atardecer de Murcia
La camiseta dejó de ser un uniforme para convertirse en una pieza narrativa. La ediciones marmórea, blanca, Randy Owens Edition o la City Edition no solo modernizan al club: construyen un imaginario reconocible. Y parte de esa transformación visual tiene una firma clara: el trabajo creativo liderado por Juan Pablo Mendoza. Su apuesta por fusionar territorio, cultura y diseño ha elevado la presencia del club y ha hecho que cada equipación sea un símbolo emocional para la afición.
El éxito de estas piezas no es accidental. El equipo creativo, liderado por Juan Pablo Mendoza, entendió que el baloncesto también se vive por los ojos, y que la identidad visual es parte del sentimiento de pertenencia. El resultado es una estética coherente, cuidada, que convierte cada lanzamiento en un pequeño acontecimiento. UCAM no solo juega: comunica a través del diseño. Y esa modernización estética ha hecho al club reconocible incluso para quienes no siguen su día a día.
Lemas que cuentan una historia: de “The Legacy” a “Eterno”
El éxito de un eslogan no reside en lo ingenioso del copy, sino en su capacidad para representar una emoción colectiva. Con “The Legacy”, el UCAM Murcia dejó claro que estaba escribiendo algo más que una buena temporada: estaba reclamando el valor de su historia, sus referentes, sus héroes anónimos y sus pioneros. Era un mensaje para dentro y para fuera: el legado existe, es real y merece ser reconocido.
“Eterno”, la campaña por el 40 aniversario, da un paso más allá. Ya no se trata de mirar el pasado, sino de proyectarse al futuro. El club asume su historia con la mirada de quien quiere trascender. Y lo hace con coherencia: homenajeando a figuras míticas como Randy Owens, recuperando iconografía histórica y acompañando el despliegue visual con un rendimiento deportivo que respalda cada palabra. En UCAM, el branding dejó de ser decoración para convertirse en declaración de intenciones.
Rendimiento deportivo como catalizador de una identidad
Pero ninguna narrativa se sostiene sin un modelo deportivo que la respalde. Ahí entra Sito Alonso, quien ha convertido al UCAM en un equipo reconocible: intenso, solidario y competitivo. Su continuidad ha permitido que el club tenga un sello propio en la pista, una manera de jugar que respira identidad. Sito no solo entrena: define una cultura. Habla de mínimos no negociables, de valores, de carácter. Y eso es exactamente lo que un proyecto que busca legado necesita en su banquillo.
Los resultados han reforzado el relato: semifinales históricas, un subcampeonato para el recuerdo, y una presencia estable en los puestos nobles. El equipo ya no sorprende por competir arriba; sorprende por la naturalidad con la que lo hace. Y cada victoria multiplica el impacto de la marca, de las campañas y de la comunicación. El baloncesto sostiene la narrativa, y la narrativa fortalece al equipo. Esa es la sinergia que hace sólido al proyecto.
El desafío del futuro: sostener el relato, crecer sin perder el alma
El crecimiento del UCAM Murcia está lejos de ser casualidad: es la combinación de una dirección clara, un entrenador coherente, una comunicación estratégica y una creatividad visual al servicio del proyecto. Alejandro Gómez marca la ruta, Sito Alonso define el ADN competitivo, Felipe Meseguer establece la voz institucional y Juan Pablo Mendoza da forma visual al imaginario del club. Ese engranaje explica por qué conceptos como “identidad” o “legado” ya no suenan forzados.
El reto que se abre ahora es preservar esa coherencia: seguir innovando sin perder la esencia, mantener el equilibrio entre tradición y modernidad, y sostener el nivel competitivo que legitima todo lo demás. Pero el camino está trazado y el proyecto está alineado. El UCAM Murcia no solo vive su mejor momento: por fin ha construido una identidad que trasciende los resultados. Un legado que, ahora sí, se siente propio.