Hace veinte años, nombres como Marcelo, Ramón, Jordi, Carlos, Miguel Ángel, Juan Pedro, Jorge, Ferrán, Iñaki o Manel podían representar a cualquier vitoriano común. Eran nombres del día a día. Pero el 12 de marzo de 1996, unidos a nombres menos comunes como Velimir o Kenny pasaron a la historia tanto del Baskonia como de la ciudad de Vitoria-Gasteiz. Ese día, en un aun pequeño pero coqueto Pabellón Araba, frente una afición que no cejó sus canticos y gritos de apoyo durante los cuarenta minutos de partido, los apellidos Nicola, Rivas, Perasovic, Millera, Cazorla, Reyes, Garbajosa, López, Gómez, Green y Comas se grabaron con sudor y lagrimas en el imaginario baskonista.

El entonces Taugres de Vitoria alzaba su primer, y hasta la fecha último, título continental. Tras dos intentos fallidos (en Lausana y Estambul), el equipo gasteiztarra elevaba al cielo de la capital alavesa la antigua Recopa, denominada en esa ocasión Copa de Europa.

Veinte años han pasado, y una efeméride así no va a pasar desapercibida. Con el deseo de rendir homenaje a todos ellos, Saski Baskonia (aun dirigido por Josean Querejeta) ha organizado una serie de actos alrededor del derbi que se celebrará este domingo, día 6 de marzo, contra el Bilbao Basket.

Con un acto central en los prolegómenos del partido del domingo, el resto de actividades conmemorativas tendrán lugar el sábado 5 en el BAKH. Allí será donde, tras una visita privada de la plantilla de 1996 al renovado Buesa Arena, a las 18:45 se tomará una gran foto de familia de los jugadores con los aficionado y, posteriormente, se llevarán a cabo una charla coloquio y una sesión de fotos y firma de autógrafos.

El colofón de este homenaje tendrá lugar el domingo 6. Instantes antes de iniciarse el derbi, saltarán al parquet del Buesa Arena los jugadores que alzaron aquella Copa de Europa. Con la presencia confirmada de Marcelo Nicola, Ramón Rivas, Velimir Perasovic, Jordi Millera, Carlos Cazorla, Miguel Ángel Reyes, Juan Pedro Cazorla, Jorge Garbajosa, Ferrán López e Iñaki Gómez, solo faltarán a la cita el tristemente fallecido Manel Comas (héroe eterno para todos los baskonistas y que estará representado por su hijo Oriol) y Kenny Green, también ausente en aquella histórica final por una inoportuna lesión.

Será ese momento, el domingo en torno a las siete y veinte de la tarde, cuando el antiguo Pabellón Araba vuelva a tronar con su grito de guerra más popular: "Dale Ramón, Dale Ramón,…". A todos se nos erizarán los pelos. Será el mayor homenaje posible a un grupo de jugadores que marcó el punto de inflexión de un club, a día de hoy, histórico. Será el homenaje de una afición que, pese a haber vivido otros momentos históricos durante estos veinte años, no olvidará jamás nombres tan comunes ya como Marcelo, Velimir, Ramón, Jordi, Carlos, Miguel Ángel, Kenny, Juan Pedro, Jorge, Ferrán, Iñaki o Manel.

Además, desde el club se ha puesto en marcha un gran movimiento en la redes sociales donde se anima a los aficionados baskonistas a compartir sus recuerdos y fotografías bajo el hastag #SentirnosCampeones, iniciativa que ha contado con la colaboración entre otros de Nicola, Rivas, Millera u Oriol Comas, hijo de Manel.

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Una final para la historia

Echar la mirada atrás y recordar aquella noche del 12 de marzo de 1996 es un ejercicio sencillo para todos los baskonistas. Solo se recuerda la gloria, no el sufrimiento previo. Ese día, el entonces Taugres tenía una cita con la historia tras perder las finales anteriores de la Copa Saporta en 1994 en Lausane contra el Olimpija Ljubljana de Union Olimpija de Haupman y Horvat, y en 1995 en Estambul contra la Benetton de Treviso de Orlando Woolridge y Petar Naumoski. A la tercera tenía que ser la vencida y más jugando la final en casa, en Pabellón Araba.

No iba a ser fácil. La final se disputó contra el campeón de la Copa Korak el año anterior, el Paok de Salónica de Prelevic, Garret o Rentzias, y que en sus filas contaba con un joven llamado a marca una época: Pedja Stojakovic. Un objetivo nada sencillo. Además, Baskonia llegaba con una baja muy importante, la de su ala-pívot titular y uno de sus máximos anotadores: Kenny Green

El partido resultó un duelo por todo lo alto. Un Paok más curtido en estas batallas tomaba el mando del encuentro desde el inicio, gracias un Prelevic inconmensurable, y el sueño azulgrana parecía volverse a escapar de entre los dedos. Pero en ausencia de una de las estrellas del equipo, Kenny Green, otra figura interior emergió en el plantel comandado por Manel Comas: Ramón Rivas. Él fue quien sostuvo al equipo durante 30 minutos. Con Marcelo Nicola desaparecido y Velimir Perasovic renqueante de una importante lesión de tobillo (fue duda hasta última hora), el portorriqueño se echó el equipo a la espalda. Él fue quien evitó que los griegos rompiesen el partido una y otra vez. 31 puntos y 12 rebotes para la historia. No descansó ni un segundo de aquella final.

Mediada la segunda mitad, Nicola y Peras despertaron y tomaron el relevo del pívot baskonista. Fue en el momento en el que tras ser sentado en el banquillo, Nicola recibió una pequeña arenga particular del nunca suficiente ponderado, y añorado, Manel Comas. Nadie sabe qué le dijo, solo ellos dos, pero ahí estuvo la clave de triunfo. Un triple y un mate fueron el resultado de esa charla. Junto a él, Perasovic. El hoy técnico azulgrana también apareció en el momento de la verdad. La efectividad ofensiva de ambos, unida una defensa numantina, permitieron al equipo gasteiztarra tocar la gloria y convertir en inútiles los esfuerzos de Prelevic o Stojakovic. Ese era el día "D" del baskonismo y nadie pudo evitarlo.

Para el olvido quedan una previa llena de tensión, un partido lleno de sufrimiento y casi treinta minutos de derrota. Emergió el Carácter Baskonia y todo quedó eclipsado. La historia sólo recuerda un Rivas inmenso, un Nicola desencajado alzando la copa y un Peras, ikurriña a la espalda, alzado por la "fanaticada" baskonista. Una final para la historia.