Puñetazo de autoridad del CAI Zaragoza en Málaga. Los aragoneses jugaron un encuentro muy completo en el Carpena donde mostraron fases de gran juego, mostraron madurez en los momentos complicados y también un fuerte poder ofensivo, con soluciones en ataque tanto dentro de la pintura como fuera.

 
Por su parte Unicaja mantuvo el nivel de la temporada, un equipo inconstante, capaz de lo mejor y lo peor en el mismo cuarto, que te desarbola en unos minutos y se desmonta a los instantes siguientes para desesperación de su grada, que hizo presencia en el Carpena pero que volvió a irse desencantada.
 
Porque Unicaja salió muy fuerte. Pese a las dudas iniciales que le produjeron los continuos 2 contra 1 sobre Luka Zoric, los exteriores lograron encontrar con ventaja a sus pívots y que los techos de Unicaja machacasen el aro. Pero esa incostancia que hablábamos de los malagueños apareció. En el minuto 7, el marcador era favorable a Unicaja 18-12. En el 17, el electrónico reflejaba un 22-32. Nada menos que un parcial de 4-20.
 
¿Qué cambió? Pues Unicaja empezó a lanzar triples, algunos sin sentido, mientras que el CAI no se descompuso. El equipo está dirigido con gran inteligencia y cordura por Jose Luis Abós, con buenos sistemas ofensivos y logrando encontrar los resquicios y debilidades a la defensa rival.
 
Al descanso llegó el CAI con un marcador muy cómodo (29-40) y con muchas dudas en su rival, pero el paso por vestuarios le vino bien a Unicaja. Salieron los malagueños con nuevos bríos a la cancha y lograron remontar.
 
Sin mucho orden, más corazón que juego, Unicaja empezó a tener más acierto en ataque, cerrando el tercer cuarto con un parcial a favor de 20-7 que empataba el encuentro de cara al inicio del último cuarto (53-53). Pero los malagueños no supieron aprovechar el viento favorable para mantener la inercia positiva.
 
Ocho puntos de Van Rossom abrieron el último cuarto y fueron la tumba de Unicaja, que ayudaron a cavar la calidad de Rudez y el buen hacer de Pablo Aguilar y Pedro Llompart. Vendaval aragonés en el último cuarto, que anotaron hasta 35 puntos ante un rival que bajó los brazos muy fácil y que deambuló por la cancha en los instantes finales, algo bastante común en los malagueños durante toda la temporada, para terminar el encuentro con la mayor ventaja que tuvo el electrónico en los cuarenta minutos, veinte puntos (68-88).