Tarde fría y lluviosa en Vitoria-Gasteiz. Ese tipo de tardes en lo que más apetecible es quedarse en el sofá de tu casa, al calor y al resguardo de una ‘mantita’, viendo tranquilamente esa serie que tan enganchado te tiene, o un documental de animales, mientras el cuerpo te pide una cabezadita. Sin embargo, como cada día que juega su equipo, la parroquia baskonista comenzó su peregrinaje al Buesa Arena, donde a las 17:00 había un partido transcendental para su equipo. Con 4 derrotas seguidas, unas sensaciones en franca decadencia y un bagaje en Liga Endesa de tan solo una victoria por tres derrotas, Baskonia recibía con la obligación de ganar a un Real Betis que llegaba a la capital alavesa sin nada que perder. Por méritos propios los andaluces se ganaron el año pasado volver a la élite del basket nacional, y partidos como estos son los que deben salir a disfrutar, y por qué no, a intentar ganar.
Rápidamente, los nubarrones que azotaban con tormentas las calles de Vitoria se trasladaron a dentro del pabellón. Baskonia era un equipo vagando sin rumbo en un desierto de dudas. Sin ritmo, sin soluciones, sin respuestas, sin variantes… en definitiva, sin ideas. Por su parte, el Betis, un equipo con muchísimo menos talento que los vitorianos, daba una auténtica lección de movimiento de balón y circulación. Todo un baño de humildad para los de Perasovic, que tan solo jugaban a ‘arreones’. Curro Segura sabía como hacer daño a los vitorianos. Evitar las transiciones rápidas de Baskonia y dejarles jugar en estático. Ahí es donde Baskonia es vulnerable, y eso permitió al Coosur Real Betis irse con ventaja al descanso; 34-35.

Shyne Whittington comenzó la segunda parte haciendo lo que mejor sabe. El ala-pivot con pasaporte macedonio se vistió con el traje de camuflaje, y desenfundó el rifle para destrozar a Baskonia en el inicio de tercer cuarto, poniendo a su equipo diez arriba y a los vitorianos contra las cuerdas. El ‘run-run’ comenzaba a sonar en las gradas del Buesa Arena, señal de que algo no iba bien para los locales. Pero, en ese preciso instante, apareció Shengelia. “Dios manda a las peores batallas a sus mejores guerreros”, y ahí Toko demostró porque es el líder de este equipo. El georgiano se echó al equipo a la espalda, y con varias canastas de merito reenganchó a su equipo al partido. Sin embargo, la contraréplica llegó rápido, y Albert Oliver puso toda su clase y experiencia a disposición de su equipo para poner al Betis por delante a falta de disputar los últimos 10 minutos; 52-59.
Perasovic agitó la coctelera nada más comenzar el último cuarto, y la formula que probó le dio buen resultado. El croata decidió prescindir de un pivot puro, y el juego interior lo conformaban de esta manera Toko Shengelia y el italiano Achille Polonara. El italiano, con dos triples consecutivos nada más salir puso patas arriba el Buesa. Incompresible que un jugador que tan buenas prestaciones da siempre que está en cancha tenga tan pocos minutos. Por su parte, un excelso Pierria Henry reventó el partido. Acertado desde el tiro de tres y dirigiendo a su antojo, el estadounidense fue el factor principal para que Baskonia terminarse por llevarse el partido. Recién llegado a Vitoria, muchos nos preguntamos; ¿tiempo de adapta…qué?
Así pues, Baskonia logra una necesaria victoria en lo deportivo, pero no tanto en lo moral, ya que ha logrado derrocar al Betis pero las sensaciones no han sido para nada buenas. Finalmente; 84-76.