En las ligas de verano de Orlando aparecen jugadores de todo tipo que buscan un hueco en la NBA para poder cumplir su sueño. Todos luchan día a día para que los ojeadores de los principales equipos de la liga americana pongan su ojo en ellos para vestir la elástica de un conjunto de la mejor competición de baloncesto del mundo. Pero hay un chico entre todos esos chavales que no es como el resto, un chico que, después de probar suerte en Dallas Mavericks con un contrato de 10 días y ver que rozaba la gloria durante ese período de tiempo, pese a no contar con la confianza del entrenador, sigue peleando contra corriente para disfrutar de lo que es jugar en la NBA.

Hablamos de Chris Wright, un joven jugador americano proveniente de la universidad de Georgetown que, el pasado marzo de 2012 recibió una mala noticia que cambiaría su vida para siempre: los médicos le diagnosticaron esclerosis múltiple después de que, durante un entrenamiento, el jugador viera como se le dormía el pie izquierdo, y la mano, brazo y pierna derechos. Wright no podía creérselo, pero continuó luchando hasta llegar a los Iowa Energy, equipo de la NBDL que puso toda su confianza en él, en un jugador que tenía claro lo que quería hacer con su carrera: “No solo quiero jugar al baloncesto. Quiero demostrar que se puede hacer a primer nivel”. Esas fueron sus palabras cuando firmó con el equipo de Iowa.

Sus medias numéricas durante ese período de tiempo fueron buenísimas: 15.5 puntos, 4.3 rebotes y 7.1 asistencias por partido para el joven jugador. Unos números que demostraron al mundo entero que no existe un obstáculo verdadero en el camino que te impida cumplir un sueño. Toda una declaración de intenciones para los equipos de la NBA, que no tardó en ser escuchada en forma de contrato: los Dallas Mavericks se interesaron, un año después del diagnóstico de su enfermedad, en el fichaje de Chris Wright con un contrato de 10 días que significaba para él algo mucho mayor que eso. “Me recuerdo constantemente que debo disfrutar de cada minuto porque en algún momento la pelota va a dejar de botar. Y a veces más pronto de lo que querrías”.

Aterrizó en la NBA con la ilusión de un niño pequeño pero, como en la mayoría de contratos temporales, la emoción dura hasta que no cuentas para el entrenador en esos 10 días. Wright disfrutó de 1 minuto de media por partido en los tres encuentros que jugó, logrando anotar tan solo 2 puntos, pero lo había logrado, había convertido su enfermedad en nada, convirtiendo un diagnóstico médico en un motivo más para alcanzar un hueco en la liga.

Varios meses después, recién terminada la liga de verano de Orlando, Chris Wright ha disputado los encuentros de la SL bajo las órdenes de Jason Kidd en los Brooklyn Nets. Durante estos días, ha conseguido varias actuaciones que denotan a grandes rasgos cual es la calidad de este jugador: Frente a los Sixers el base cosechó 23 puntos, 7 rebotes y 7 asistencias, y ante los Jazz terminó con 20 puntos y 2 asistencias. Ha sido el mejor jugador de los Nets junto a Mason Plumlee, el  flamante rookie adquirido en el número 22 del draft de 2013.

Wright busca hacerse un hueco en la liga, todavía es muy joven y lo sabe (tiene 23 años), pero solo lo que ha conseguido durante este período de tiempo ya merece el mayor de los respetos desde el mundo del baloncesto y del deporte en general. Un verdadero ejemplo de no tirar la toalla, pese a lo negativas que puedan ser las noticias que te ofrezcan.