22 equipos irán a Orlando, y sólo uno quedará como campeón. Tras muchos meses con el freno de mano echado, el motor de la NBA arrancará, y la carrera a contrarreloj que comenzará a finales de julio tendrá diferentes velocidades de tracción. Unos equipos llegan con más opciones para hacerse con el título, y otros no entrarán siquiera en la pelea por el Larry O’Brien, el más preciado tesoro para un jugador de baloncesto.

Y nosotros, preparándonos para lo que está a punto de llegar, hemos decidido preparar una serie de artículos sobre las 10 franquicias que más pueden llegar a dar en la vuelta a la competición. Y es el momento de los Houston Rockets y la versión más extrema jamás vista del small ball.

cómo ha sido su regular season

Los Rockets llegan a la burbuja de Orlando como 6º clasificados en la Conferencia Oeste, con un récord de 40-24 y a 2.5 partidos de los Denver Nuggets que ocupan un 3er puesto que no hace demasiado pertenecía a Houston, tras una racha de 6 victorias consecutivas que precedieron 4 derrotas en los siguientes 5 partidos. Y esto no hace más que aumentar los interrogantes alrededor de este equipo y la imprevisibilidad de un quinteto de jugadores sin interiores, en el que su jugador más alto mide 2 metros “pelados”. Porque no tenemos ningún antecedente en la historia reciente de un equipo que haya eliminado los pívots tradicionales de la ecuación. Están los Warriors y su quinteto de la muerte, pero siempre han tenido en rotación a pívots de más de 2,10 como Andrew Bogut, JaVale McGee, Zaza Pachulia… Los Rockets quieren llevar el concepto “abrir la pista” a su máxima expresión.

Todo tiene su origen en el movimiento de este verano que trajo a Russell Westbrook a Texas a cambio de Chris Paul. La llegada de Russell y su encaje con James Harden generó muchas dudas, así como también su predecesor en el puesto de base. Tras una primera parte de la temporada sin convencer y con la sensación que las piezas no encajaban, llega un traspaso que si nos lo cuentan hace 1 año no nos lo creemos: en un traspaso a cuatro bandas, Clint Capela pone rumbo a Atlanta y llega Robert Covington. El suizo, que se suponía debía ser la referencia interior tanto en el pick and roll como en la protección de la zona, no llegó a cuajar en un equipo que con Russell Westbrook ganaba un jugador letal en campo abierto y con espacios, pero al que se le atraganta el triple. Por ello, Daryl Morey, uno de los mejores GM del panorama NBA y, sin lugar a duda, unos de los más atrevidos, decidió apostar por un traspaso que, o bien puede acabar en desastre y fin de ciclo, o bien puede llevar a los Rockets a lograr el ansiado anillo. Las posibilidades son bajas, pero Morey veía que con lo que tenían no les daba. Así que la apuesta fue a todo o nada. Nunca se le podrá achacar a Daryl Morey ni una pizca de conformismo o de no querer, con todas sus fuerzas, ganar el campeonato. Y eso siempre es de agradecer.

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Tras el traspaso, el récord de Houston es de 8-6 y han alternado victorias de mucho mérito ante Lakers, Celtics y Jazz con derrotas ante los peores equipos de la competición. El aspecto más positivo y el que hace albergar alguna esperanza para los Rockets es la recuperación de Russell Westbrook en su versión MVP. Y es que el cambio le ha venido bien: 31 puntos por partido, por encima del 50% en TC y limitando sus intentos en el triple para centrarse en penetrar, ahora que la zona está despejada, con Covington y Tucker ocupando las esquinas. Son estos dos anteriormente mencionados en los que recae toda la responsabilidad defensiva. Los encargados de tapar cualquier fuga que pueda haber en una defensa que ha recuperado la agresividad y la presión, obligados con el objetivo de evitar que los rivales metan el balón al interior con facilidad. Así que la pareja interior la forman un pívot, P.J. Tucker, que empezó su carrera en la NBA como alero y que no llega a los 2 metros, pero con una intensidad y una determinación a luchar por cada balón que suplen la falta de centímetros, y un ala-pívot, Robert Covington, que supera por poco los 2 metros y que está sorprendiendo en su faceta de taponador, llegando a los 2.5 tapones por partido desde que es un Rocket.

El traspaso de Capela ha dado un vuelco en el apartado defensivo y, aunque la disposición táctica ofensiva también ha cambiado, el plan de juego sigue siendo el mismo: aclarados para James Harden y Russell Westbrook y bloqueos para buscar al defensor más apetecible. Éste es el plan de Mike D’Antoni y Daryl Morey, y han elevado a su máxima expresión lo que las estadísticas avanzadas les sugieren, que es lanzar más de 3 que de 2 y el uno contra uno de sus 2 grandes estrellas.

cuál es su jugador más destacado

Él es nuestro equipo, es nuestro capitán. Él dirige el barco. Todos nos espaciamos a su alrededor. Con él, la intensidad aumenta, el nivel de juego aumenta.” Por si no quedaba claro quién es el jugador más destacado de los Rockets, P.J. Tucker no dejó lugar a duda en unas declaraciones antes de empezar los partidos en la burbuja de Orlando. James Harden es de quién P.J. Tucker habla. El que fuera MVP de la 2018-19 y que está en unos promedios de 34.4 puntos, a los que acompañan más de 6 rebotes y 7 asistencias por noche, es por quién pasan gran parte de las aspiraciones de la franquicia tejana. Considerado por la mayoría el mejor escolta de la liga, su capacidad para generar puntos “sin necesitar nada ni nadie” es tan grande como lo es su arsenal ofensivo: domina tantas facetas que le hacen casi imparable. Manejo de balón excelente, habilidad para penetrar y sacar faltas a todo aquel que quiera pararle, rango de tiro ilimitado y, por si fuera poco, domina el triple tras bote como pocos en la historia. Esa facilidad para anotar de cualquier manera es la que a veces le hace tomar malas decisiones en el tiro. Y es algo para tener en cuenta, porque un Harden inspirado puede ganar un partido, pero un Harden desaparecido o poco lúcido condena por completo las esperanzas de Houston.

No sería justo obviar a Russell Westbrook, el segundo de a bordo, MVP de la temporada 2016-17, otro jugador capaz de lo mejor y lo peor, que si logra mantener esta versión de sí mismo en la que hace buen uso de su físico y talento en la toma de decisiones y deja de banda las estadísticas y pone en valor conseguir el anillo junto a su amigo James Harden, estos Rockets pueden ser un problema para cualquier rival.

bajas en orlando

Los Rockets llegan a Disney World sin bajas significativas. Thabo Sefolosha se perderá la cita y, aunque Russell Westbrook dio positivo por COVID-19, se espera que esté recuperado para el reinicio de la temporada.

previsión

Parecen haber encontrado la fórmula para acoplar a Westbrook y Harden, lo cual parecía complicado. Para ello han tenido que desprenderse de un jugador capital en regular season pero que en playoff veía sus minutos de juego y su importancia en el equipo disminuir considerablemente. ¿Resultado? Un equipo diseñado para aprovechar las ventajas que provocan, en forma de tiros liberados, James Harden y Russell Westbrook, dos fuerzas casi incontrolables en el 1vs1. Si el 13 y el 0 están al nivel MVP que se les presupone, los demás meten los tiros y, sobre todo, son capaces de llevar al partido a su terreno, serán un equipo muy difícil de batir y que puede hacer pagar muy cara su derrota.

Por el contrario, si el plan A no funciona, no hay plan B. Eso explica que ganen a uno de los equipos con mayor fuerza interior (Los Angeles Lakers) en el primer partido tras el traspaso Capela-Covington pero, sin embargo, pierdan contra Hornets y Knicks, los peores equipos de la liga.

Si el rendimiento de las 2 estrellas de Houston es de vital importancia, también lo será que los Gordon, House, McLemore y compañía metan los triples en los momentos calientes y no revivir los fantasmas del pasado. Ese 3-2 a favor en las Finales del Oeste de 2018 contra Golden State que culminó en el pase a las Finales de los de la Bahía, tras 27 intentos de triple consecutivos fallados por parte de Houston, que estableció un récord negativo, vigente a día de hoy, no puede asomar por la mente de los shooters porque, de nuevo, no hay plan B.

Con todo, los Rockets llegan a Orlando sin ser favoritos al título, pero si son capaces de llevar las series a su ritmo de juego, pueden ganar a cualquiera. Y en una temporada de lo más extraña que se recuerda en mucho tiempo, todo puede pasar.