No es inusual escuchar frecuentemente tópicos sobre el baloncesto, y más sobre la NBA y sus equipos. Algunos de los más difundidos tratan acerca de la defensa y la poca intensidad a la hora de aplicarla que tienen los equipos durante la temporada regular. Honestamente, llevan parte de razón: en la regular season hay momentos –más que partidos- de relajación defensiva, prácticamente por inercia, que 82 partidos se hacen muy largos. En postemporada es otra historia y todos los equipos se aprietan los machos atrás, regalando al espectador encuentros llenos de intensidad. No obstante, en la regular también hay ciertos partidos que dejan sabor a Playoffs, donde hasta el público parece haber viajado a mayo en el tiempo

Otro tópico, éste un poco más globalizado, es la asociación entre muchos puntos encajados y mala defensa, sin atender a más criterios; un error bastante frecuentado a la hora de catalogar las cualidades defensivas de un colectivo, paradójicamente opuesto y similar a la vez al que cae en el error de juzgar la calidad de un partido por los puntos anotados. A la hora de mencionar grandes defensas en los últimos tiempos, siempre se habla del excelente nivel defensivo de equipos relativamente ortodoxos como San Antonio Spurs o Detroit Pistons, o los más recientes Boston Celtics. Cuando se habla, en el sentido opuesto, de defensas mejorables, suelen aparecer mencionados los adalides del baloncesto rápido e imaginativo en la NBA moderna: los Phoenix Suns y los Golden State Warriors.

Los Suns encajan a día de hoy 104 puntos por partido, el cuarto máximo registro de toda la NBA y el segundo entre los equipos en puestos de Playoffs. Desde el ascenso del equipo a la élite, cuando un caluroso día de julio de 2004 Steve Nash decidió aceptar la mareante oferta que le llegaba desde Arizona, el equipo ha ido encajando unos 103 puntos por partido durante cada temporada regular. Para muchos, datos suficientes para catalogarles como equipo blando y pasivo en defensa.

El caso de los Warriors es más fugaz: son un equipo importante –es prematuro, osado e inmerecido lanzarse a llamarles candidatos- desde la primavera pasada, en la que se metieron en los Playoffs gracias a su sprint final. Después pasaron a la historia, como recordarán. Durante la temporada regular completa encajaron unos 107 puntos por partido, más o menos los mismos que anotaban. En los últimos 21 partidos, los que les permitieron alcanzar el octavo puesto del Oeste (16-5), encajaron 104 puntos por partido, cifra bastante más presentable que la total, pero que sigue sin satisfacer los registros tradicionales de buenos equipos defensivos. Este año, han vuelto a los 107 puntos encajados por encuentro, máxima de la NBA.

Ahora olvidemos las estadísticas y observemos a los protagonistas: El jugador más importante de los Phoenix Suns es Steve Nash, que arrastra una fama –exagerada, en la opinión de un servidor- de mal defensor. Suele compartir minutos en el backcourt con Raja Bell, que empezó a ganarse el jornal en la liga como leñero en los Sixers de Iverson y Brown, pero que ha acabado desarrollando sus virtudes ofensivas, convirtiéndose en un complemento excelente, fiable en ataque y en defensa. En el frontcourt vemos a un Grant Hill demasiado veterano y, sobre todo, con un par de piernas demasiado sufridas; a Shawn Marion, de los mejores reboteadores de la NBA , pese a medir poco más de dos metros y haber jugado de tres más o menos clásico hasta la irrupción de Nash; y Amare Stoudemire, que con el paso del tiempo va puliendo errores –lentamente- y se está convirtiendo en un buen intimidador, aun con errores de bulto en la lectura del juego. Los otros miembros de la rotación son Boris Diaw, Leandro Barbosa y Brian Skinner. Sin ser ninguno de los tres un gran defensor, cumplen medianamente.

Por parte de los Warriors es complicado señalar al jugador más importante. La tendencia generalizada es creer, no faltos de razón, que Baron Davis es el líder total de los de la bahía; un servidor se desmarca parcialmente, y le cuesta decidirse entre Davis y Stephen Jackson. Para el caso, es lo mismo. Davis ha sido desde su llegada a la NBA uno de los jugadores con más facilidad para robar balones; Jackson es un defensor bastante infravalorado (es curioso, pero a menudo se olvida que fue titular en un campeón de la NBA ), con rapidez de pies para cubrir a aleros y masa muscular para defenderse dignamente ante determinados interiores. Tenemos a Monta Ellis, acompañante a menudo de Davis en el backcourt, jugador de una velocidad de manos nada despreciable. También está Biedrins, buen intimidador; Al Harrington, extrañamente aplicado en las últimas fechas en la defensa interior; Kelenna Azubuike y Mickael Pietrus, buenos físicos que pueden cumplir en defensa; y Matt Barnes, que se merecería sin duda un capítulo aparte. Quizá Barnes sea el mayor héroe de la histórica eliminatoria frente a los Mavericks. Una pieza imprescindible para Nellie, también a menudo menospreciada.

Si hay buenos defensores en ambos equipos, ¿cómo es posible que defiendan tan mal? Porque en realidad no defienden tan mal. No creo que a nadie que haya leído hasta aquí le coja por sorpresa esta sentencia.

Suns y Warriors son dos equipos centrados en salir tan rápido como puedan de cada ataque. Hay una teoría que dice que es más fácil anotar en los primeros seis u ocho segundos de posesión, cuando la defensa rival todavía no está montada, y es evidente que tanto D’Antoni como Nelson se la han tomado bastante en serio. Por otra parte, si sus equipos juegan rápido, es porque es el tipo de juego que más les beneficia y porque son los mejores equipos jugando a alto ritmo. Es bastante complicado que se encuentren con un rival que domine el juego rápido mejor de lo que ellos lo hacen, con lo que se hace necesario acelerar el tempo del choque.

¿Cómo se aumenta el ritmo de los partidos? Llamemos a Perogrullo: acortando cada vez más las posesiones, a ser posible en ambos lados de la pista. Y aquí es donde entra un concepto extraño, por parecer contrario a los principios de este deporte: es posible que Suns y Warriors no defiendan para evitar la canasta rival, sino para forzar situaciones de ataque y acelerar el ritmo del partido. Dicho de otra forma, una canasta encajada en el segundo seis de posesión puede serles más útil que un tiro fallado sin opción a contraataque en el segundo 22. Tampoco se crean que esto es una ley para estos equipos sin que importen las circunstancias; siempre hay momentos en los partidos –especialmente al final- en los que interesa más el éxito que la rapidez. E incluso en esos momentos, llegan a desenvolverse correctamente.

Particularizando, los Suns son últimamente más reacios a defender para acelerar el partido. Sus pilares en defensa son Bell y Marion, el primero como baluarte exterior y el segundo como polivalente –desde que está a las órdenes de Nash y Mike d’Antoni, ha defendido con regularidad a jugadores tan distintos en su fisionomía como Sam Cassell, Dirk Nowitzki o Tim Duncan- marcador y destacado reboteador, algo fundamental para que los contraataques salgan adelante. Cuando quieren cambiar el ritmo del partido, usan dobles marcajes muy claros y muy intensos, sin perder la vista las líneas de pase exteriores, para forzar al atacante a decidir, ya sea para bien o para mal. No obstante, tampoco se ven extremadamente obligados a elevar el ritmo de los partidos; cuentan con notables jugadores en el ataque estático, acompañados de un canalizador de juego tan estupendo como lo es Nash. Pueden permitirse el lujo de no defender al límite, porque su ataque no depende tanto de ello.

El caso de los chicos de Nelson es bastante diferente: Ellos sí que necesitan un aumento en el ritmo del partido para ganar, y sólo lo pueden conseguir a través de la defensa. Lo hacen a través de small-ball y una intensidad impresionante, especialmente en el Oracle Arena. Abusan del doble marcaje a los interiores, arriesgan mucho en las líneas de pase (muy a menudo con éxito) y salen como almas que lleva el diablo a la canasta rival, a ser posible para realizar un tiro en los primeros cinco o seis segundos de posesión, aunque no haya un compañero con opción de rebote. Barnes y Jackson son los chicos para todo en la defensa de los Warriors; tan pronto defienden a un interior (fueron los encargados de amargar a Nowitzki en los pasados Playoffs), como llegan al tapón en la ayuda o roban un balón y lanzan el contraataque. Davis y Ellis son los principales ladrones exteriores, sacrificando a veces la defensa individual para estar más pendientes de la salida al campo de ataque o la intercepción de un pase, y Harrington y Biedrins son quienes defienden al rival menos móvil. El resto se limita a poner intensidad, salir como balas hacia la canasta y cargar el rebote de ataque tras el primer tiro.

Hay algo más acerca de los Warriors: son un equipo construido desde la defensa, por extraño que parezca decir esto del máximo anotador de la liga. Sus ataques estáticos no son tan productivos como los de los Suns, aun teniendo jugadores de calidad en el uno contra uno (su principal y casi única arma ofensiva, junto con el bloqueo y continuación). Tienen que buscar transiciones lo más rápidas posibles, en las que las canastas fáciles son más factibles. Esto sólo lo consiguen mediante la defensa. Cambiando el orden de los factores, podemos decir que sin buenas defensas los Warriors son un equipo muy vulgar.

¿Qué es lo que aleja a ambos equipos de la elite defensiva de la NBA ?

– La inconstancia en la entrega. Jugar a tan alto ritmo desgasta físicamente, siendo tanto Suns como Warriors equipos de corta rotación. Es imposible aguantar 48 minutos corriendo y defendiendo con agresividad, así que se mueven a tirones. La intensidad en los minutos relajados será mayor o menor según factores como la importancia del partido o el cansancio acumulado.

– La debilidad en el rebote. La otra exigencia de jugar a un ritmo elevado es utilizar a jugadores pequeños. Lógicamente, esto conlleva ventajas para el rival a la hora de asegurar su propio rebote y de conseguir segundas opciones en ataque. Es importante, por ello, que los exteriores carguen el rebote ofensivo en los tiros rápidos, cuando la defensa es más débil.

Tampoco se tomen esto como una feroz crítica a la estadística o al tópico.

Simplemente, les recomiendo que desconfíen de aquellos que, para hablar, se defiendan usando sospechosamente los fríos números y los injustos tópicos, y más aún si hacen una combinación de ellos. Fíense sólo de sus ojos.