La historia del deporte encumbra a unos y ensombrece a otros. La gloria, el olimpo y los libros de historia escriben unos nombres y otros pasan inadvertidos. El talento, a veces, no pasa a la historia. En cada carrera hay mil detalles, mil anécdotas y mil momentos que te guían por un lado o por otro. 

Hay jugadores que podrían haber ido a más si no hubiesen aceptado su rol de escuderos fieles, secundarios, sin acaparar los focos de las verdaderas estrellas. Desde luego el caso más reciente es el de Jordan y Pippen. Scottie era un magnífico jugador de baloncesto y, de no ser porqué entendió que su rol era idóneo para triunfar en la NBA, podría haber aumentado sus registros individuales si se hubiera separado de Jordan (aunque evidentemente no habría cosechado los anillos). 

Hay jugadores, sin embargo, que entienden que sus carreras pueden ir a más si escogen nuevos proyectos. Pasar de ser el segundo o tercer jugador en un equipo a ser la verdadera referencia de un proyecto conlleva una mejora en el rendimiento y ubicarse en el escaparate internacional. Los focos pasan a iluminarte, los diarios te sacan en portada y las televisiones te buscan en cada jugada. 

El principal estandarte de este tipo de jugadores es James Harden. Oklahoma decidió apostar por Serge Ibaka y James Harden optó por irse al proyecto de Houston. De ser la tercera opción ofensiva tras Durant y Westbrook, Harden llegaba a Texas para liderar y heredar el trono de Yao Ming y McGrady. Y no defraudó. Pasó de promediar poco más de 1000 puntos en Oklahoma a 2000 en Houston. Es decir, de 14 puntos por partidos a más de 25 por partido. 

Un jugador que salía, driblaba, seleccionaba y ejecutaba a la perfección. Talento, liderazgo y carácter dejaban entrever que a la que pudiera liderar un proyecto sería imparable. Y así lo ha sido. Esta temporada, con la llegada de Howard, sigue siendo igual de importante. 

Aunque se dio por otras circunstancias, el caso de Paul George es igual de sorprendente. Danny Granger era el líder de los Pacers, pero una lesión le ha ido relegando en su condición de estrella. Y Paul George ha sabido retomar el timón y mejorar hasta el punto de ser comparado ya con Lebron y Durant. La temporada pasada fue el Most Improved Player of the Year. Casi 19 puntos por partido le dieron ese galardón. De ser un complemento pasó a ser un líder.

Este mismo verano firmó un contrato espectacular con Indiana y ha comenzado la temporada repleto de confianza y promediando 25 puntos, 8 rebotes y 4 asistencias, presentando ya su candidatura al MVP sin ninguna duda. 

Pero sin duda, la gran explosión de este año es Eric Bledsoe, que pasó de ser la quinta o sexta opción en los Clippers a ser el líder indiscutible de los nuevos Suns. De momento, sus números han pasado de ser mediocres a excelsos. De los 10 puntos que promediaba ha pasado a 20 y de las 3 asistencias ha pasado a 7. Es decir, el aumento de minutos, de confianza y de cesión de liderazgo le ha generado un aumento de sus registros personales imposible de conseguir con los Clippers. 

Esta misma temporada, para poner un último ejemplo, Jeff Green ha visto como ha llegado el momento de liderar un proyecto. Con la lesión de Rondo y las marchas de Pierce y Garnett, el ex de los Thunder quiere demostrar que puede hacer números de estrella. De momento promedia 17, lo que supone un incremento de 5 puntos con respecto a las medias de su carrera. 

A veces los jugadores necesitan un empujón, una muestra de confianza o que un proyecto recaiga en sus espaldas para dar lo mejor de ellos mismos y demuestren que la NBA puede escribir su nombre en sus anales como leyendas.