La NBA es la exigencia máxima dentro del mundo del baloncesto. A pesar de que una estrella muestre un gran talento y actitud sobre la pista, siempre se le exige más y continuamente debe estar añadiendo nuevas cualidades a su juego y ser capaz de dar aquello que el equipo, el entrenador o la situación de partido le pide en cada momento. Mantener un nivel homologable a las elevadas exigencias que implica el estar en la mejor liga del mundo no es fácil todos los años y la mayoría de los jugadores suele tener vaivenes en sus carreras. Hay jugadores que tras pasar por temporadas difíciles tienen la lupa sobre ellos, dado que deben volver a ese nivel que les hizo ser los ídolos de sus aficiones. Destacamos algunos jugadores con la espada de Damocles sobre sus cabezas.

JAMES HARDEN

El escolta de los Sixers ha sido una de las grandes noticias del verano. Quizá en cierta parte las haya agradecido, puesto que desde que salió de Houston, en sus dos últimas temporadas, su rendimiento ha bajado varios peldaños, especialmente en playoffs. En la pasada postemporada, con un Embiid convaleciente de un golpe en el ojo, Harden no fue el líder que acostumbró a ser en Texas. Se le vio en un estado físico alejado de ser el óptimo (un tema recurrente en los últimos años), con una falta de explosividad alarmante y con la mirilla torcida. Simplemente, no estuvo a la altura de las circunstancias. Como muestra su último partido de la temporada, en el que terminó con 11 puntos y solo 9 tiros de campo. Llegó a Philadelphia para dar el salto de calidad que les permitiera aspirar al anillo y se borró en el momento más difícil del año.

Pero La Barba ha hecho propósito de enmienda y, a sus 33 años, empieza a ver que su prime va quedando lejos y las opciones de ganar un anillo, si sigue con esta ética de trabajo, también. Renunció a los 47 millones de dólares (se dice pronto) de su player option para renovar por 32 millones (y otra player option para la temporada que viene). Unos 15 millones de ahorro en el payroll de Philadelphia que sirvieron a Daryl Morey (su GM y protector en Houston) para traer a dos de los viejos escuderos de su protegido, PJ Tucker y Danuel House, a Pennsylvania. También ha vuelto a salir el tema de todos los veranos, su bajada de peso. Pero, a diferencia de otros veranos, parece que Harden está más motivado, centrado en el baloncesto y mejor rodeado de jugadores que potenciarán sus virtudes. Con un Harden cercano al de Houston, Los Sixers son claros candidatos al anillo.

DAMIAN LILLARD

El cuento de hadas de Lillard con los Blazers pareció más cercano a su fin que nunca. La estrella más fiel de la NBA meditó el pasado verano pedir el traspaso el pasado verano, pero finalmente no se dio. Este verano, sin embargo, las posiciones de poder han cambiado, y es que Lillard necesita más a los Blazers que al revés. Por ello, aceptó la jugosa renovación que los Blazers le ofrecieron por la que percibirá 270 millones por las próximas 5 temporadas. A sus 32 años, y con lesiones preocupantes que lleva arrastrando años, Lillard solo jugó 29 partidos la pasada temporada, en los que promedió 24 puntos (5 menos que en la 20/21) con un 40% en tiros de campo. Muy poco para todo lo que los Blazers le necesitaban.

La gerencia de los Blazers ha rodeado mejor a su estrella para que sus opciones de llegar lejos en playoffs aumenten. Además de a Lillard, renovaron a Nurkic y Simons y ficharon grandes defensores, como Jerami Grant y Gary Payton II. Tras una temporada un poco convulsa, Lillard tiene que demostrar que aún le queda mucho baloncesto dentro y que puede seguir liderando a los Blazers a ser un equipo peleón en el Oeste.

BRADLEY BEAL

Hablando de jugadores fieles, pocos se explican cómo un talento como Bradley Beal no sale de un equipo que año a año defrauda una y otra vez. Pero Beal no solo no pide el traspaso, sino que ha renovado por 5 años y 251 millones, el máximo salarial. Además, tendrá derecho a veto en un posible traspaso que le incluya, algo que han disfrutado muy pocos jugadores en la historia. Con semejante contrato, Beal tiene mucho que demostrar, puesto que ya antes de empezar a cobrarlo, muchas voces lo calificaban como tóxico.

Washington es un equipo del que ya se habla muy poco. Con Wall y Beal dieron esperanzas de colarse en la zona noble de la Conferencia Este, pero esas expectativas jamás llegaron a cumplirse. La mediocridad se adueñó de una franquicia que año a año tenía peores resultados que roster. Pero este año, yendo de tapados y con un Beal con mucho que demostrar, los Wizards podrían animar la conferencia. Para ello, su estrella debe volver a rondar los 30 puntos por partido, al mismo tiempo que se implica más en defensa y trata de involucrar a sus compañeros.

ANTHONY DAVIS

Su llegada a Lakers y la consecución del anillo en su primer año consolidaban a Davis como la gran figura interior de la NBA. Un jugador capaz de aportar en ambos aros, que era capaz de asumir el rol de jugador secundario a la sombra de una figura de relevancia histórica. Un Pau Gasol de esta década, pero con más impacto defensivo. Davis lo tenía todo para suceder a LeBron en el trono de los Lakers y guiarles en una dinastía en la que él fuera la principal atracción. Pero todos conocemos los dos últimos años de los Lakers.

La gerencia angelina ha tomado medidas este verano. Despido de Frank Vogel y cierta renovación de la plantilla, en la que ha primado el músculo defensivo, con Patrick Beverley y Loonie Walker. Se sigue trabajando en la salida de Westbrook, el culebrón del verano. Pero el salto de calidad lo tiene que dar Davis, que ha demostrado sobradamente que con un rendimiento similar al de su primera temporada, los Lakers pueden estar en la parte alta del Oeste. Muchos focos sobre el interior de los californianos, que será el termómetro de un equipo totalmente impredecible.

MONTREZL HARRELL

Para el final tenemos un caso de los más curiosos de los últimos años. Elegido en segunda ronda del draft, no se esperaba que tuviera una carrera demasiado larga en la NBA, pero unos magníficos años en Clippers hacían presagiar una carrera en la que le iban a llover los millones. Quizá las expectativas fueran demasiado altas en aquel momento, pero desde 2020 la carrera de Harrell ha ido dando bandazos, tantos que dos años después de su explosión y con solo 28 años, ha tenido que aceptar un mínimo en los Sixers para ser suplente de uno de los mejores pívots de la liga, Joel Embiid. En honor a la verdad, debemos decir que sus cargos por posesión de marihuana no ayudaron.

Tras estos dos años, Harrell tiene que reinsertarse en la NBA. Podemos pensar que los Sixers no son el mejor escenario, pero Harrell siempre ha rendido mejor con minutos limitados y contra los interiores rivales suplentes, aquellos que le hacen esconder mejor sus carencias defensivas. Además, Embiid es un jugador con una cierta tendencia a lesionarse, con lo que nuestro protagonista quizá tenga más minutos para lucirse de los que en principio tiene asignados. Sea como fuere, Harrell saldrá esta temporada a morder y ya pudimos ver en los Clippers las consecuencias que eso conllevaba.