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La carrera de Chris Webber (II): La llegada a la NBA
, por Gabriel Muela


Para arrancar la tercera parte de esta historia, hemos de ir hasta el año 1985. Ese año, los Kansas City Kings dejaron de ser de Kansas City para mudarse a Sacramento, la capital de California. Desde el primer partido que jugaron los flamantes Kings de Sacramento hasta el mes de abril de 1998, los Kings cosecharon un penoso balance con 386 victorias y 625 derrotas, con sólo dos apariciones fugaces en Playoffs durante esas 13 temporadas.

Ahora hay que viajar hasta 1998. Ese verano, antes del lockout, en Sacramento se inició una revolución que cambiaría por completo la cara de la franquicia. Los hermanos Maloof, empresarios muy conocidos por Las Vegas, querían que el equipo empezase a generar victorias y dinero. Para ello contrataron a Geoff Petrie, que fue su brazo armado en la construcción del nuevo equipo. Su primer paso fue conseguir a un joven ala-pívot que no terminaba de impactar y alcanzar el escalón de los mejores de la liga, pese a las brutales condiciones que poseía: se llamaba Mayce Edward Christopher Webber III, conocido simplemente como Chris Webber.

Demos otro pequeño salto en el tiempo: Año 2000. Han pasado dos años en los que los Kings consiguen, por primera vez desde 1981, jugar Playoffs durante dos temporadas consecutivas. Una vez allí no lograron inquietar seriamente a sus dos rivales, pese a forzar dos quintos partidos. Ocurrieron bastantes hechos destacables durante esas dos eliminatorias, pero los dos más importantes para nuestra historia son el nacimiento de la rivalidad entre Lakers y Kings y que Webber seguía decepcionando ligeramente en postemporada, teniendo en cuenta las expectativas generadas por la temporada regular.

En la temporada 2000-01, Webber da el definitivo salto a la élite de la NBA. Webber ya estaba asentado como All Star, pero es en este curso cuando se le empieza a nombrar entre los grandes jugadores de su posición, junto a Duncan, Garnett o Malone. No en vano, con los Kings en 55 victorias y en el tercer puesto del Oeste, fue cuarto en las votaciones del MVP de la temporada, por detrás de Iverson, Duncan y O’Neal. Ya no había dudas de que Chris era una superestrella, pese a que todavía no había conseguido ganar una serie de Playoffs. Lo haría pronto. La víctima serían los Phoenix Suns de Jason Kidd y, pese a que los Suns dieron la sorpresa en el primer partido en Sacramento, los Kings les despacharon sin muchos agobios en cuatro partidos. No fue una gran serie para Webber (34/96 en tiros de campo), pero su primer objetivo estaba conseguido por fin. El siguiente era el fin último y objeto de codicia de todo jugador: el anillo.

El obstáculo de los Kings para llegar al anillo eran de nuevo Los Angeles Lakers. La historia de estas series merece una breve parada en el tiempo. Sacramento es la capital de California mientras Los Angeles es la ciudad más importante, con diferencia, del estado. Mientras que LA es conocida por ser una ciudad frívola y desconcentrada, Sacramento tiene fama de ser la ciudad menos californiana del estado, mucho más sencilla, simple, pequeña e incluso rural que Los Angeles o San Francisco. Siempre se decía que a Tyra Banks, la supermodelo que mantenía un noviazgo con Webber en su etapa en Sacramento, no le gustaba Sacramento porque no había sitios donde salir a cenar. En la cancha, los Lakers seguían las pautas ofensivas del Triángulo de Tex Winter, que se basaba en Shaquille, Shaquille, Shaquille y alguna genialidad de Bryant cuando el ex de Louisiana State estaba o en el banquillo o desacertado. Personalmente no lo veía como un estilo especialmente feo, aunque es justo decir que destacaba por su pragmatismo. Los Kings, en cambio, eran arte hecho baloncesto. Con Jason Williams y sus locuras en el mando, dos postes de gran entendimiento del juego y pase, Stojakovic consolidado como uno de los mejores tiradores de la liga, con Christie como comodín polivalente (lo mismo defendía a la estrella rival que anotaba un tiro importante, colaborando además al passing game) y Bobby Jackson como Vinnie Johnson. Había algunas piezas más, pero éstas eran las más destacables. Podría escribirse una serie completa de artículos sobre el juego ofensivo de los Kings de Adelman. No obstante, así han quedado lo suficientemente claros los contrastes entre las dos franquicias.


La serie no tuvo historia, lo que marcó los acontecimientos venideros. Los Kings estuvieron cerca de dar la sorpresa en el primer partido, e incluso en el segundo, pero en el tercero, cuando debían demostrar que habían madurado, se vinieron abajo y los Lakers ganaron de paliza. Este resultado y el sweep eran todo uno. Lo cierto es que ante los 33 puntos y 17 rebotes por partido de O’Neal o los 48 puntos y 16 rebotes de Bryant en el cuarto encuentro poco podría haber hecho cualquier equipo (y así fue; los Lakers ganaron el anillo con un récord de 15-1 en Playoffs). Webber, sin haber estado mal, sufrió el mal de siempre, ése que hacía que alguien le pudiese preguntar por qué no jugaba en Playoffs como en el resto de la temporada. Pero Petrie, Adelman y los Maloof seguían confiando en él, y a la hora de hacer cambios siguieron confiándole el liderazgo del equipo. Mientras, Jason Williams se marchó a Memphis a cambio de Mike Bibby, un base que había tenido un buen pero poco trascendente paso por los Grizzlies en Vancouver. Con Williams los Kings llegaron a su cenit estético; con Bibby llegarían a su cenit de juego.

Así llegó la temporada 2001-02, con la incógnita de cómo sería de positiva la incorporación de Bibby. Los resultados cobraron vida y hablaron: 61 victorias, campeones de la Pacific y líderes del Oeste. Y eso que Webber se perdió un tercio de temporada por las malditas lesiones. Bibby parecía haber nacido para jugar en este equipo, con esta compañía y a este baloncesto, un rasgo que solía acompañar a las incorporaciones que iban realizando los Kings (véase sobre todo el caso de Brad Miller un par de años después). Así, en el último año de las eliminatorias de primera ronda al mejor de cinco, los Kings se pudieron vengar de una eliminación pasada frente a los Jazz de Sloan, ganando por 3-1, aunque con menos contundencia de la aparente. Luego venía un equipo de una fisonomía similar a la de los Kings: los Dallas Mavericks. Y es que los Mavs resurgían tras una década patética, con un baloncesto muy ofensivo y pocos años entre la élite. La serie prometía sobre todo puntos, y los dio, pero también algo más de emoción; los Kings ventilaron a los Mavs en cinco partidos, pese a ceder el segundo en el Arco Arena. Fue vital la actuación de Webber en el cuarto partido, en Dallas y con 2-1 a favor de Sacramento, donde sus 30 puntos llevaron al equipo a la prórroga, en la que remató Bobby Jackson. Viendo que en la conferencia Este los dos equipos que quedaban –los Nets de Kidd y los Celtics de Pierce y Walker– parecían menores, ya nada impedía a los Kings jugarse el título con su rival más odiado.

Estas finales del Oeste están consideradas como una de las mejores series de todos los tiempos. Hace dos años vivimos unas de envergadura similar, aunque quizá con menos romanticismo (Spurs-Mavs ’06), que no desmerecen para nada a esta eliminatoria. La serie tuvo emoción, rivalidad, tensión, igualdad y sobre todo calidad. Empezó con los Lakers robando el factor cancha, siguió con dos victorias seguidas de Sacramento que casi se convierten en tres, hasta que llegó el milagro de Horry.


El triple de Horry, conocido por cualquier aficionado a la NBA, cambió las series, que, desde la victoria de Lakers en el primer partido, habían sido dominadas por los Kings con claridad. No en vano, en ese mismo partido, los Kings se fueron al final del primer cuarto con 20 puntos de ventaja (40-20), en lo que parecía que se convertiría en la sentencia de la serie, y también en el tercero habían tenido comodísimas rentas y un control absoluto del encuentro. En el quinto partido la canasta decisiva fue para Bibby, dejando a los Lakers contra las cuerdas. Los Lakers se rehicieron con 41 puntos y 17 rebotes de O’Neal para forzar el séptimo encuentro. Y ése fue un clásico séptimo partido entre dos grandes equipos: un partido muy vibrante con constantes cambios de liderazgo y muchísima igualdad. Así se llegó al último minuto, donde Bibby puso uno arriba a los Kings, Kobe metió dos tiros libres, Stojakovic falló un triple, Shaquille metió un tiro libre y Bibby metió otros dos para forzar la prórroga. Puntualización: el triple de Stojakovic fue un tiro desde la esquina sin defensor y perfectamente cuadrado, donde el serbio acusó los problemas físicos que le apartaron de varios partidos de esta final. La prórroga fue sobre todo para los Lakers y O’Neal, que decidió ante la defensa de Webber –Divac había sido expulsado por faltas- y el desatino en el tiro de los Kings cuando se acercaba el final. Y ahí estaba el final.

C-Webb había jugado posiblemente su mejor baloncesto en estos Playoffs y en esta serie. La baja de Stojakovic fue suplida por Bibby, que se hinchó a anotar top shots, pero era Webber el motor del conjunto y el líder del equipo. Los Kings no volverían a estar nunca tan cerca del anillo.

La temporada siguiente fue similar, con Webber a un nivel superior (aunque por alguna extraña razón apenas fue votado por los periodistas que entregaban el MVP) y 59 victorias en el casillero. De nuevo los Jazz en primera ronda (4-1, en la despedida de Stockton del baloncesto y de Malone de la franquicia) y con los Mavs en la segunda. La serie empezó bien, con victoria de los Kings en Dallas en el primer envite. En el segundo, con los Mavs batiendo récords de anotación parcial, Webber se cayó al suelo del American Airlines Center durante el tercer cuarto. Pocos sospechaban en ese momento que no volvería a jugar hasta marzo del año siguiente.

Y ahí se acabaron todas las esperanzas, cuando su rodilla izquierda dijo basta. Stojakovic había completado una primera mitad de temporada a nivel de MVP en la 03-04 y cuando Webber volvió no lograron encajar todos como antes, ahora que también estaba Brad Miller. Aun así, les dio para vengarse de los Mavs (4-1) y forzar el séptimo partido a los Timberwolves del MVP Garnett. En un partido muy duro, al igual que toda la serie, Webber tuvo un triple para forzar la prórroga. El balón dio dos veces en el aro y se alejó. Ése sería el último tiro de C-Webb en Playoffs con los Kings.

Los finales suelen ser tristes. Cuando alguien querido muere, el final siempre es triste para él y los que lo rodean, aunque sólo sea por la naturaleza del mismo final. Aun así, si es querido, sus allegados recuerdan los grandes momentos que pasaron con él por encima de los logros que consiguiera en vida, llegando incluso a idealizar su figura. La muerte del Webber de Sacramento fue triste, pero cualquier aficionado que sobreviviera a los Kings de principios del siglo XXI recordará con nostalgia las grandes noches –madrugadas, según el caso- que pasaron a su lado. Ése es el legado que ha dejado Chris Webber: sobrevivir al resultado. Su leyenda nunca morirá mientras siga existiendo el baloncesto y quienes disfruten con él. Porque Chris Webber es una figura que atrapa de la misma forma que condensaba magia y clase cuando se vestía de corto.

Mas la carrera de Webber aún no había terminado y, por consiguiente, su búsqueda del anillo, tampoco.