La primera vez que Celtics y Lakers se vieron las caras en una final de la NBA , hace ya 49 años, los primeros habían tenido durante la ronda regular a 6 hombres encestando para cifras dobles, Tom Heinsohn, Bob Cousy, Bill Sharman, Bill Russell, Sam Jones y Gene Conley, los segundos aún estaban en Minneapolis pero contaban con el imparable Elgin Baylor, complementado por Rudy LaRusso y Rob Hundley. Nombres casi olvidados en la época de la tecnología, pese a que algunos están entre los mejores de todos los tiempos.

No ha sido la única, en total han sido 10 ocasiones, creando una rivalidad que atrae todas las emociones, cautiva a las rutilantes estrellas de Hollywood y mantiene a todos en una nube donde pensamos que estamos viendo la crème de la crème del éxtasis deportivo. Como Medias Rojas y Yankees; Boca y River; Real Madrid y Barcelona; Caracas y Magallanes; Milan e Inter; Colo Colo y la U de Chile.

Será la undécima vez que ambas franquicias se enfrenten en la final, los Celtics se impusieron en ocho de ellas (1959, 1962, 1963, 1965, 1966, 1968, 1969 y 1984), los Lakers lograron llevarse los dos más recientes enfrentamientos (1985 y 1987)

El momento que se vive marca otro ritmo. Boston ganó 8 finales consecutivas frente a los Lakers, pero esto últimos ganaron las dos más recientes. Desde 1987 no hubo otra final entre estos antagonistas, cuando brillaban Earvin –Magic- Johnson, James Worthy, Kareem Abdul-Jabbar, Byron Scott, A.C. Green y Michael Cooper, por los del oeste. En el este lucían aquel quinteto compacto y poderoso, Larry Bird, Kevin McHale, Robert Parish, Danny Ainge y Dennis Johnson. Infinidad de actores desfilaron para dejar las acciones 36 a 25 a favor de los de verde.

De esos Lakers de 1986-87 cabe destacar a Adrian Branch, de breve paso por el baloncesto dominicano, sin muchas luces. Un egresado de la Universidad de Maryland, de tiempos turbulentos, pero con unas condiciones impresionantes.

Boston colecta 16 títulos y han estado en 20 finales, mientras los Lakers acumulan 14 diademas en 29 presencias en las finales, 23 de ellas desde que se mudaron a Los Angeles.

Para la versión que nos ocupa, los Lakers cuentan con un estable canastero en Kobe Bryant, un certero Vladimir Radmanovic, un incombustible Lamar Odom, un eficiente Derek Fisher y un rendidor Pau Gasol, con quien tuvieron marca de 25-3. Los Celtics tienen en su arsenal una joya como Kevin Garnett, rodeado de dos bombarderos como Paul Pierce y Ray Allen más la compañía del fornido Kendrick Perkins y el base de segundo año Rajon Rondo.

En los banquillos, Doc Rivers que busca su primer anillo y del otro Phil Jackson inquiere su décima joya, una para cada uno de los dedos de la mano. Una victoria de los Lakers le haría superar al mítico Red Auerbach y pensar que cuando estos dos equipos se vieron la cara por última ocasión, Jackson estaba conduciendo a Albany Patroons en la CBA , su primer trabajo como dirigente.

Todas las conjeturas se forman alrededor de estos dos teloneros. Lo único seguro es que sobre la duela no estará John Havlicek, con su pelo canoso, ni Kareem Abdul-Jabbar sin un pelo en la cabeza.

Los Celtics dejaron una campaña regular con marca de 66-16, portentoso, sobreanotaron a sus oponentes por 10 tantos, pero en los play-off se han mostrado inconsistentes. Los Lakers terminaron con 57-25 y también un buen número de canastos sobre sus oponentes, pero no se les concede tantos créditos por el aspecto defensivo. Garnett, Pierce y Allen vieron reducir sus promedios individuales a favor del juego colectivo, pero mucho imprimen respeto sobre la duela. Bryant es martillante e incisivo todas las noches y su juego, a los 29 años de edad, muestra mucho raciocinio, es uno de los poquísimos hombres que pueden hacerse con el pleno control de las acciones. A esa edad, Magic había conquistado todos sus anillos y Michael Jordan sólo tenía dos.

Garnett y Allen, lo mismo que Pierce trataran de hacerse sentir. Los dos primeros han soñado siempre con ser protagonistas de una final y no concluir sus carreras sin un anillo, como pasó con Charles Barkley.

Muchos analistas han señalado que existirá una serie de ataque contra defensa, pero no es tan simple. Ambos equipos tienen tonelaje para hacerse con puntos y por supuesto, impedirle los mismos al rival. La diferencia puede estar en la constancia de Bryant, un hombre que declaró que lo más hermoso de su juego lo había aprendido en Italia, donde su padre Joe, un delantero de 6-09 (2,05) hizo carrera por espacio de 9 años y al chico le tocó vivir allí entre los 6 y 14 años de edad, una etapa plena de felicidad, antes de regresar a Philadelphia.

Con un cuadro inicial que luce muy semejante para ambos lados, la diferencia mayúscula es la banca, mientras Jackson puede disponer de Sasha Vujavic, Ronnie Turiaf, Luke Walton y Jordan Farmar, Rivers tiene que mirar a James Posey, Sam Cassell, P.J. Brown, Eddie House y Glen Davis. La primera, aunque más joven, luce en mejor aspecto y puede solventar cualquier momento del juego. Además, los de oro y violeta no tuvieron que pasar las duras pruebas eliminatorias de sus rivales, por lo que están menos trabajados, las piernas están más frescas y sin lugar a dudas, más disipados.

Hubo un momento que el país se dividía entre bostonianos y lakersistas, para llamar estos últimos de alguna manera. Eliseo Alba, quien desapareció de los escenarios deportivos ayudó a crear parte de esa fanaticada, como también nuestras incursiones en “El Expreso Deportivo” junto a Iván Brea, periodista de larga data y antes, El Mundo Deportivo Marlboro con Tomás Troncoso y Roosevelt Coomarazany y La Hora del Baloncesto de Leandro De La Cruz y Andrés Vanderhorts.

Se viven otros tiempos, la suerte está para uno o para el otro. Los Lakers visitan la final por quinta vez en la década, la primera de Bryant sin Shaquille O’Neal, los Celtics han tenido 21 años fuera de esta instancia. A partir de anoche, todo un inédito capitulo, frescos protagonistas y por supuesto, tendremos un flamante campeón.