La plantilla del equipo neoyorquino no difiere en exceso de la que en 2012-13 consiguió 54 victorias. De los diez jugadores del equipo actual con más minutos jugados, ocho ya estaban el año pasado, siendo los dos restantes el rookie Tim Hardaway Jr y su fichaje estrella del verano, el italiano Andrea Bargnani. Mismo entrenador, mejor plantilla… y un balance de 21 victorias y 40 derrotas que les sitúa más cerca de los desastrosos Sixers que de los Playoffs en una de las peores Conferencias Este que se recuerdan.

A largo plazo, los Knicks apenas tienen forma de reconstruir su futuro. No pueden traspasar ninguna primera ronda del draft anterior a 2018, y ya han traspasado sus segundas rondas de 2014, 2015, 2016 y 2017. La temporada que viene tienen 50 millones de dólares comprometidos simplemente en los contratos de Stoudemire, Chandler y Bargnani. Añadamos allí a J.R. Smith y Felton, y la cifra supera los 60 millones y el límite salarial. Todo ello sin contar la posible renovación de Carmelo Anthony.
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La palabra "esperanza" es justo el matiz. Los Knicks no pertenecen al grupo de los tres o cuatro peores equipos NBA, aunque se empeñen en hacernos dudar al respecto más a menudo de lo necesario. Y sin embargo, su situación contrasta radicalmente con la de otro de los equipos más decepcionantes de la temporada. Los Miwaukee Bucks empezaron hablando de Playoffs, pero una serie de lesiones y mal juego generalizado los devolvió rápidamente a la realidad. En dos parpadeos los Bucks no sólo se encontraron con los Playoffs absolutamente fuera del alcance, sino con una gran oportunidad de acabar pillando a un Wiggins, un Embiid o un Jabari Parker en el próximo draft. El juego y las derrotas podrán no gustar, pero el aficionado de Milwaukee puede seguir al equipo en un contexto de esperanza. Quizás por las razones equivocadas, pero esperanza al fin y al cabo.
Mucho se ha hablado en los últimos meses del valor de una elección de primera ronda, y de cómo los equipos NBA son cada vez más reacios a deshacerse de sus elecciones para conseguir refuerzos a corto plazo. La hipnótica trayectoria descendente actual de los Knicks muestra una razón de peso por la que esto es así. Dentro de un sistema competitivo como el que rige la NBA, y donde ser malo se premia con la posibilidad de fichar a los rookies más prometedores, una primera ronda propia es un seguro de vida. Un horizonte al que el seguidor del equipo puede mirar mientras las derrotas se apilan, como los aficionados de Lakers, Celtics o Sixers pueden atestiguar en la actualidad.
A los aficionados de los Knicks no les queda ni eso. Tan solo desolación.