Ofrecer un contrato a Michael Beasley no está entre las decisiones más difíciles que Pat Riley haya tenido que asumir en su mandato en Miami. A fin de cuentas, la oportunidad de fichar a un número 2 del draft de sólo 24 años por el mínimo no aparece todos los días. Además el contrato ni siquiera es garantizado, con lo que Beasley debe ganarse primero en los entrenamientos una de las dos plazas libres de que la plantilla dispone. Todo ventajas.

La carrera de Michael Beasley en la NBA ha sido meteórica: rápida y hacia abajo, como los meteoritos. Como indicaba recientemente el analista Mark Deeks, los equipos por los que Beasley ha pasado han ido poniendo precios cada vez más bajos a su salida. En 2010 Miami pidió a Minnesota únicamente dos segundas rondas del draft por B-Easy. En 2012 los Wolves lo dejaron ir sin pedir (ni buscar) nada a cambio. En 2013 los Suns pagaron a Beasley 7 millones de dólares para se fuese a otro equipo.

Miami no tiene nada que perder con el fichaje de Beasley, pero tampoco parece probable que vayan a ganar mucho con él salvo que toda una variedad de situaciones hagan click simultáneamente. La franquicia Heat está dispuesta a creer que Beasley superará sus problemas fuera de la pista –unos problemas que generalmente involucran las palabras “marihuana” o “policía”, cuando no las dos a la vez– si se ve en el seno de una plantilla veterana, consolidada y ganadora, con jugadores como Dwyane Wade o Udonis Haslem con quienes ya compartió vestuario en su primer paso por Miami.

Pero para que el experimento Beasley salga bien deben a su vez hacer click ciertos aspectos en la propia pista. Y es que los problemas con Beasley no cesan durante los partidos.

La eficacia de Michael Beasley como jugador de baloncesto ha ido descendiendo año a año si hacemos caso al Player Efficiency Rating (PER), una de las medidas más utilizadas en la NBA a la hora de medir la productividad de un jugador. Por definición, el PER medio de la liga es de 15. Beasley tuvo un PER de 17.2 en 2009, de 16.1 en 2010, de 15.5 en 2011, de 13 en 2012 y acabó 2013 con un nefasto 10.8. Como se decía arriba, una carrera meteórica.

Esta falta de efectividad no ha disuadido a Beasley de seguir tirando. En 2013 Beasley acabó en el Top 5 de la NBA en cantidad de tiros lanzados por minuto jugado (mínimo 1000 minutos). ¿Los otros cuatro? Carmelo Anthony, Russell Westbrook, Kobe Bryant y Kyrie Irving. Por contra, Beasley tuvo el cuarto peor porcentaje de tiro (un 40.5%) entre todos los jugadores NBA que lanzaron al menos 750 veces a canasta. En toda la NBA hay tan solo 19 jugadores que se jueguen de un modo u otro (tiro, personal recibida o pérdida) al menos un 27% de las posesiones de su equipo cuando están sobre la pista. Beasley está en esa lista formada casi exclusivamente por All-Stars y jugadores franquicia, pero tiene con diferencia el peor PER de todos.

Demasiados tiros. Demasiado pocos dentro. En pocas palabras. Beasley intenta jugar como la estrella NBA que nunca ha sido, y que probablemente nunca será.

El +/- tampoco viene precisamente en su auxilio. Fue el 11º peor jugador de la NBA en ese apartado –el tercero si dejamos aparte a los jugadores de Charlotte y Orlando–, y probablemente habría acabado en el Top 10 de no haberse perdido varios de los últimos partidos de Phoenix la temporada pasada.

Esta estadística tampoco debe sorprender en absoluto a quienes han visto jugar a Beasley con asiduidad. Y es que si bien es cierto que de cuando en cuando se aprecian en Beasley ráfagas de brillantez ofensiva –léase brillantez anotadora–, es igualmente cierto que dichas ráfagas aparecen mezcladas con una mala selección de tiro, una alarmante pasividad defensiva, y una sensación general de desgana.

Beasley es un jugador básicamente unidimensional en su juego. El problema es que esa única dimensión no es la que mejor le viene a Miami.

La estrategia que mejor ha funcionado a Miami a lo largo de estos años es rodear a LeBron o Wade de tiradores. Beasley es, siendo generoso, un tirador aceptable, pero muchísimo menos efectivo para este tipo de juego que Mike Miller, el jugador amnistiado por Miami cuyos minutos podría teóricamente ocupar. A su vez, el riesgo que Miami correría al poner en pista a Beasley se multiplica considerablemente cuando uno piensa en la defensa.

El esquema defensivo Heat es sumamente agresivo; suelen defender con presión los pick&roll del equipo contrario y poner en práctica unas rotaciones frenéticas para cerrar a los tiradores rivales tras esa presión. Es un tipo de estrategia de alto riesgo difícil de aprender –véase la primera parte de la temporada de Ray Allen–, y muy poco indicada para alguien tan poco cuidadoso en su actitud defensiva como Beasley. No está claro en absoluto que la ganancia de tener a Beasley en ataque vaya a mitigar el desajuste que supone tenerlo en defensa.

En última instancia, el panorama podría no ser tan negro. Una vez se acostumbre a un papel menor, el atletismo y la técnica individual de Beasley unidas a la facilidad reboteadora que se le intuye podrían acabar convirtiéndolo en un jugador útil para Miami.

Por ese precio, merece la pena intentarlo.

No es difícil imaginar a un Beasley distinto, más colaborativo y eficiente, en un equipo como Miami. Por desgracia, casi todo lo visto de Beasley hasta el momento sugiere que dicha posibilidad es justamente eso: una situación imaginaria.