Paul Silas presenta para este curso un equipo muy físico, herencia del legado de Larry Brown, aunque con un look renovado…

…sin el díscolo Stephen Jackson -pero con la vedette Maggette; sin aquel portento físico elegido por Dios, Kwame Brown.

El refuerzo muscular viene de su principal apuesta en el draft, el todavía por madurar Bismack Biyombo. El plus físico también se incrementa con la llegada del extra de los Knicks, Derrick Brown; con el crecimiento del muy ancho de espaldas D.J. White, y los momentos de impacto TV  -cada vez más más espaciados- protagonizados por Ty Thomas.

Eléctricos y atléticos son sus bases. Uno, en creciente modo progresando, D.J. Augustin -recordemos, compañero de Durant en Texas. El otro es un producto del Bronx; rey universitario con Connecticut y dominador de la NCAA la temporada pasada…el honorable Kemba Walker. Gerald Henderson, diablo azul, también es portador de ese mix de chispa y músculo…y mejorando.

BJ Mullens está consiguiendo arañar con buena producción los minutos que no tenía en una franquicia más exigente como los Thunder; No ausente de caracter -sangre latina y mucho picante- se nos muestra la figura de Nájera y DeSagana Diop…es un pívot muy grande.

Y para dotar de acordes unas notas musicales, que en ocasiones se muestran toscas, bruscas, nada mejor que un director. Tal vez, más que un director, un hombre orquesta.

Stage en tierra de vinos

Boris Diaw regresa de su estancia francesa tan orondo como lo hemos visto ultimamente enfundado en la elástica de los Bleus. Le han sentado bien su estancia en Aquitania. Aprovechó sus influencias en la presidencia del Bordeaux (ProB), para seguir mantiendose en contacto con el baloncesto de competición, jugando junto a su hermano Martin y promediando 12.9 puntos; 5.7 rebotes, y 3.1 asistencias, para 17.8 de valoración en 30.1 minutos (9 partidos). Trabajo de promoción del equipo y trabajo deportivo bien hechos ya que contribuyó a ganar 7 encuentros hasta el ‘rompan filas’ que supuso el cierre del lockout y la apertura del mercado.

El especialista en baloncesto francés y colaborador de Solobasket.com, Sebastian Souviron, nos ofrece una pincelada sobre su vuelta a Francia:

Cuando anunció que jugaría en la JSA Bordeaux, en rueda de prensa, sus palabras estuvieron cargadas de humor y doble sentido: "creo que he fichado un jugador que puede ayudar al equipo". Enormemente implicado con la ciudad y el club que preside, Boris Diaw declaraba en una magnífica entrevista concedida a Jérémy Barbier en BasketNews (nº 378, págs. 6-9), que su labor como presidente le obligaba a estar al corriente de todos los asuntos del club, como la comunicación, el marketing, las relaciones con los patrocinadores, etc., lo que no le dejaba apenas tiempo. Manifestaba que debió adaptarse a un juego que es completamente diferente al que estaba acostumbrado, sobre todo por las diferencias en cuanto a talla y peso en la pintura en ambas competiciones: en ProB era uno de los jugadores más grandes, algo que no ocurría en la NBA.

En la JSA, Boris jugó 9 partidos, en los que promedió 12.9 puntos; 5.7 rebotes, y 3.1 asistencias, para 17.8 de valoración en 30.1 minutos, con un balance de 7 victorias y 2 derrotas. Sus números pueden no parecer deslumbrantes, pero es que Diaw, como él mismo señalaba en la entrevista mencionada, no pretendía ser la piedra angular del equipo, ni un referente ofensivo. Estaba allí para ayudar en todas las facetas del juego, aportando su experiencia y sus conocimientos y, desde luego, dando un ejemplo admirable al resto de jugadores de su equipo. No en vano, Boris percibió el salario mínimo estipulado por la LNB (la Liga Nacional francesa).

Probablemente, los meses que Diaw ha jugado con su equipo le ha servido para mantener la forma y rendir de la forma en la que lo está haciendo ahora con los Bobcats. Para él, durante el lockout, lo importante era jugar. Daba igual que fuese en ProA, ProB o en Euroliga. Lo importante era jugar, y no entrenar solo. Y si además, ayudaba a su equipo deportivamente y captando patrocinadores; contribuía al incremento del interés por el baloncesto en Burdeos; fomentaba el desarrollo de la afición por el basket y la mediatización de este deporte en el país vecino, coincidiendo con la llegada de otros NBA franceses (Parker, Turiaf, Mahinmi, Ajinça) y el éxito de la selección en el Eurobasket de Lituania, mucho mejor.

En el centro

Después de su aventura en Ooh lala Mayor, Bobo regresaba de nuevo a Carolina del Norte, tierra donde empieza a aflorar la cultura del vino, aunque muy lejos del arraigo y esplendor de Bordeaux. No vive alejado de su centro de trabajo, en alguna campiña de North Carolina sino todo lo contrario. Diaw reside en la downtown, en el centro de la city. Unos pocos bloques de edificios le separan del Time Warner Cable Arena, su centro de trabajo y es habitual verle paseando o a bordo de su flamante Sagway x2 por las centrícas calles de Charlotte: "Veía a los policias montados en él y siempre pensé que era una buena idea. Va muy bien para los días de frio o cuando no quiero caminar", indica el francés al respecto. Diaw está encantado de su nueva ubicación. Antes,cuando jugaba en Phoenix tenía que utilizar el coche para cualquier gestión. Ahora, bien andando, bien con su vehículo eléctrico, todo lo tiene a tiro de piedra.

Espectáculo en 3D y un antecedente que no se ha repetido

Respecto a su voluminosidad, los periodistas especializados en su trayectoria están convencidos de que Diaw hubiera aterrizado en Charlotte con más sobrepeso -actualmente está en unos oficiales 115 kg– de no ser por los partidos disputados con su club. Su enorme figura, en un cuerpo de dos metros y muy pocos centímetros, sigue causando admiración y algún que otro ‘plumilla’ galo se atreve a decir, entre bromas, que Bobo gana peso cada vez que se sale a la pista desde el banquillo. Boris Diaw se mueve como pez en el agua en la NBA y no le ha supuesto ningún esfuerzo el retorno. Deja constancia de ello en la entrevista anteriormente citada: "Allí no existe presión adicional. Todo lo que me resultaba difícil en la ProB es que había  muchas otras cosas que hacer. Y eso llevaba tiempo. El baloncesto es mi principal pasión. Para mí, jugar al basket es como respirar. Es algo que hago desde muy pequeño, es natural para mí. Ser presidente de club es una gran responsabilidad y, sobre todo, algo que debo aprender día a día".

Hagamos un kit-kat y cambiemos de personaje por un momento con la excusa de hablar de alguien de similiares características, aunque sin final feliz en la NBA.

John Williams aterrizó a los Bullets en 1986 con 106 kg y con una estatura similar a la de Diaw, unos 2.03. Tras un buen primer año rookie -mejor quinteto junto a Ron Harper, Brad Daugherty, Roy Tarpley y Chuck Person– fue creciendo en protagonismo hasta que una lesión derivó en un traspaso a los Clippers. Apodado "The Rock", Williams se convirtió en "Hot Plate" y el peso de su figura se tasó alrededor de los 120 kg. El sobrepeso unido a sus problemas físicos no le ayudaron en su carrera NBA, pero impartió clases de baloncesto overseas, como es el caso de la liga ACB.

Afortunadamente en el caso del francés, el aumento de la masa corporal no ha venido acompañado de ninguna lesión grave y esta temporada podemos serguir viéndole en 3D, recordando tiempos felices inaugurados ya en su primera temporada en Phoenix (05-06). En Arizona supo sacar petróleo de la lesión de Stoudemire,  jugando en múltiples posiciones en el campo; exhibiendo su potencia, su inteligencia y fundamentos. Esto le valió para ganar el trofeo a la mejor progresión gracias a sus 13.3 puntos, 6.9 rebotes y 6.3 asistencias. Unicamente él y otros dos jugadores fueron capaces de pasar de 6 rebotes y 6 asistencias. Sus acompañantes en este logro fueron Jason Kidd y LeBron James.

Un traspaso le llevaría a una de las franquicias malditas de la NBA a pesar de su juventud. No fueron malos sus números desde su aterrizaje pero su progresión se cortó en picado y su dimensión en el juego de su equipo disminuía.

All around basketball player, again

Como hemos señalado anteriormente, esta temporada retorna más ancho que nunca; satisfecho por haber ayudado a promocionar el club que preside y su juego vuelve a tener destellos de sus mejores años en los Suns.

  • Porque está sabiendo sacar mucho partido a su físico, por no hablar de sus nobles posaderas. En los bloqueos -aunque sin alcanzar los límites del fallecido Tractor Traylor-, o en las embestidas a por el rebote (presenta su mejor promedio con 7 por partido)… o simplemente tapando.
  • Porque sigue demostrando que es un jugador muy inteligente y sabe hasta donde puede llegar y qué armas utilizar en cada momento.
  • Porque la técnica no se pierde entre tanto kilogramo. Los fundamentos -finta, dribling, reverso- los sigue ejecutando a la perfección, a una velocidad, eso sí, menor.

En un equipo tan físico y donde el talento no nada en la abundancia, la presencia de un jugador de sus características sirve para suavizar la gráfica de aciertos y desaciertos. A los 30 años, en plena madurez, se vuelve a erigir en el nexo de unión entre el entrenador y el resto del equipo, como ya ocurría en Phoenix. Menos eléctrico, más pesado, pero tal vez más inteligente. A la hora de escribir este artículo Diaw ha promediado 8.8 puntos, 6.9 rebotes, 4.8 asistencias y casi un tapón y sus números siempre son mejores cuando su equipo gana…algo que, dicho sea de paso, no sucede muy a menudo.

Uno de sus mejores partidos -también los ha tenido malos- se desarrolló contra los New York Knicks, acallando al Madison con sus 27 puntos, 3 rebotes y 6 asistencias (19 puntos, 10 rebotes y 7 asistencias en el segundo enfrentamiento entre ambos equipos).

Nos hemos referido a la dimensión de Diaw en lo físico, como jugador, pero no podemos insertar el punto y final sin hablar de lo humano.

Diaw pasa sus estancias de descanso en Bourdoux, donde disfruta de un ambiente mucho más relajado pudiendo pasar toda la mañana cómodamente almorzando charlando con sus amigos, pero también tiene tiempo para estar con quienes le necesitan. Boris Diaw creó en el 2005 la asociación Babac’Ards, título alusivo a su segundo nombre –Babacar– de origen senegalés (su padre fue un atleta importante de ese país). Su misión, como reza la asociación, es la de ayudar a los niños de Senegal aunque quiere expandirse internacinalmente. En esta iniciativa, en la que se intenta involucrar a clubes, asociaciones e insituciones para fomentar ela educación y desarrollo desde la ética y valores fundamentales. Diaw ha conseguido involucrar a muchos jugadores como Cissé, Ndiaye o Turiaf.

El internacional francés de los Bobcats es feliz en su vida, en su trabajo y quiere que ese estado sea también el de muchos niños que nacen con el peor de los futuros posibles. Lo dicho: enorme, a todos los niveles.