"Es difícil no pensar en aquello. Cuando me miro al espejo, tengo cicatrices visuales".
Cecilia Cichan (ahora Crocker) tenía 4 años cuando el vuelo 255 de la Northwest Airlines, un McDonnells Douglas MD-82 se estrellaba en el aeropuerto metropolitano de Wayne (Romulus, Detroit) una vez iniciado el vuelo. Fallecían los 6 miembros de la tripulación, 148 de los 149 pasajeros y dos personas que se encontraban junto a un coche. que resultaron engullidos por el fuselaje en llamas. Ella fue la única superviviente. Los bomberos la encontraron atada a su asiento, después de hallar a sus padres y su hermano fallecidos.
In memoriam: Persona, primero; deportista, después
Nuestro protagonista y uno de sus compañeros, Harold Keeling se encontraban en Hawai disputando el Aloha Classic junto al resto de los integrantes de Santa Clara Broncos. En un momento de asueto decidieron bañarse en la célebre playa de Waikiki siendo sorprendidos por la marea. Keeling, preocupado, le dijo a Vanos que tal vez habían nadado demasiado hacia el fondo, pero Nick le aseguró que estaban bien porque sus pies aún tocaban el suelo. "Esa es la primera vez que me di cuenta de lo alto que era. La marea nos tiró de nuevo aún más profundo y lo siguiente que recordaba era estar tendido sobre la playa expulsando arena y agua. “Me podría haber ahogado. Por un momento pensé que debería haber estado en ese avión para salvar su vida, para devolver el favor. Lógicamente, eso carecía de todo sentido, pero aquella idea no dejó de rondarme por la cabeza”.
Vic Couch llegó al equipo en edad junior, después de ser transferido desde otra oportunidad. En Vanos encontró a la persona que le ayudó en hacerle fácil su integración al equipo y a la manera de pensar del entrenador, Couch al igual que los que le conocían, no duda en alabar su magnitud como persona: "Fue un gran compañero de equipo que compartía todo con sus teanmates. Su corazón era proporcional a su cuerpo, él era una persona muy querida y no podías encontrar a nadie al que no le gustara, incluyendo a las personas que compitieron contra él. Era un tipo amable y gentil. Los recuerdos de baloncesto se evaporan con el tiempo, pero los recuerdos personales nunca se desvanecerán "
Otro compañero universitario, Steve Kenilvort, también destacaba por encima de todo su humanidad:”Simplemente no tenía ego y hablaba con todo el mundo. Su corazón era proporcional a su tamaño. Era como un osito de peluche. Nunca veremos sus mejores años, pero eso palidece en comparación al perder la oportunidad de casarse y formar una familia”.
Episodio I. El fatal desenlace
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La Junta Nacional de Seguridad en el Transporte, tras realizar una serie de investigaciones determinó que la causa probable del accidente fue el hecho de que el piloto no utilizara la lista de comprobación de los taxis para asegurarse que las aletas y los listones funcionaran bien a la hora del despegue. A este error se le añadió la ausencia de energía eléctrica en el sistema de advertencia de despegue del avión, no avisando al piloto de que el artefacto no estaba en condiciones para despegar.
El accidente llegaba a la prensa deportiva española por la presencia de un deportista. Uno de los fallecidos era Nicolaas Peter ‘Nick’ Vanos, pívot blanco de 2.15 -según mediciones oficiales- que ultimaba con ganas su preparación de la que iba a ser su tercera temporada en los Phoenix Suns. Campaña clave.
La franquicia de Arizona se encontraba inmersa en un cataclismo a causa del escándalo de drogas protagonizado por algunos de sus jugadores. El pívot formado en la universidad de Santa Clara viajaba junto a su novia con destino a Phoenix. Habían pasado unos días con los padres de ella. El afianzamiento de su relación había influido positivamente también en su juego, cuentan los más cercanos a él. Tenía mucha más confianza en sus posibilidades.
En aquel mismo instante Kenny Gattison, rookie aquella temporada y que había estado unos días antes junto a Vanos en un campus para pívots, también viajaba. Ambos acudieron al mismo aeropuerto, pero el ala-pívot partió rumbo a North Carolina. Cuando llegó a casa se encontró con que alguien de la franquicia le había llamado con insistencia. Pensó que había sido cortado o involucrado en algún traspaso. La conversación fue más o menos así, como relataba Matt Pettersen para nba.com:
- ¿Acabas de llegar a casa?
-Sí, acabo de llegar a Carolina del Norte-respondió Gattison.
Tras un par de segundos de silencio, la voz al otro lado del teléfono contestó:
- Bueno, Nick no lo logró.
- ¿Qué quieres decir con que no lo logró?- preguntaba incrédulo ya que habían cogido el mismo avión. Tal vez se habría retrasado su vuelo, pensó.
- No, no lo entiendes -volvió a escucharse desde la otra parte del hilo telefónico-¿No has visto las noticias? Su avión se estrelló.
La tenue luz que proyectaba - dentro de la oscuridad más absoluta en que estaba inmersa la franquicia- el espigado jugador de ascendencia holandesa fue apagada en cuestión de segundos. Ahora los Suns tendrían que convivir con otro duro golpe, el tener que asimilar la muerte de uno de los suyos.
Todo gran trabajo merece su recompensa
“Trabaja duro y podrás convertirte en algo” (Carroll Williams, entrenador de Santa Clara desde 1970 a 1992).
El sueño americano existía y Estados Unidos era un territorio enorme dispuesto a ofrecer muchas oportunidades a gente llegada de todo el mundo. Peter van Os llegó desde Holanda en 1957, a los 19 años (el segundo hijo de 12 hermanos). Una bola de queso y 36 dólares eran sus pertenencias materiales. Tras aterrizar en los Estados Unidos cogió un tren que le llevó desde New York a California. California Dreaming. Tuvo que luchar, conducir a horas intempestivas por los condados ubicados entre San Francisco y San José transportando plantas, trabajando para el floreciente negocio de los viveros. Podía sacar a su familia adelante. Antes había trabajado duramente en una granja, lo que le permitió ahorrar algo de dinero y montar su propio negocio.
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El hecho de que el baloncesto no fuera una obsesión para Peter Vanos -es imposible que no se nos manifieste, justo desde el punto cardinal opuesto, el Señor Ball- hizo que Nick no fuera avasallado por entrenadores procedentes de grandes programas universitarios. Según Williamson, "Peter no sabía distinguir un balón de un nabo".También, por supuesto, algunos aspectos de su juego como la defensa o alguna que otra desconexión durante los partidos. Sí que le picó la curiosidad a Carroll Williams, entrenador reputadísimo en Santa Clara. Vanos pasó un mal trago en sla primera toma de contacto con su futuro coach: “Eres guapo, tienes un gran potencial y el don de la altura, pero ni siquiera me miras a los ojos cuando te hablo”. Williamson no quiso llenarle la cabeza de pájaros. Le gustó lo que vio, pero le dejó claro que de momento sólo se trataba de potencial. A Nick le gustó que le dijera que sólo con trabajo podría llegar a ser alguien. Su futuro mentor le enseñó que el baloncesto no era lo único en la vida, pero sí el entorno correcto para él.
Los padres estuvieron encantados con las palabras del que sería su futuro entrenador en los próximos cuatro años (81-85): “Fue la primera universidad que se interesó en serio por Nick -recordaba su madre Josie al periodisa Dave Lewis -. No nos gustó Berkeley, pero Santa Clara nos encantó a las primeras de cambio”.
Santa Clara, crecimiento y desarrollo
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Los Broncos no eran un equipo legendario, pero dentro de sus limitaciones consiguieron clasificarse en dos ocasiones para el Trofeo de la NIT. La otra estrella del equipo era Harold Keeling, un base de 1.93 que lideraba al equipo en puntos y rebotes. Keeling llegaría a jugar una veintena de partidos con los Mavericks para marchar a continuación a la liga francesa y venezolana. Acabo convirtiéndose en un‘vinotinto’, defendiendo a Venezuela en un par de campeonatos sudamericanos.
Volver de nuevo a andar en la NBA
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Nick Vanos sería elegido por los Suns en la posición 32 justo por detrás de Manute Bol –la más exótica de las elecciones ese año- y poco después que el canadiense Mike Smrek, otro blanco ‘torpón’ para el puesto de pívot. Era la segunda elección de los Suns en aquel draft. Los scouts decían que era demasiado débil para enfrentars a pívots mucho más potentes físicamente y que en ocasiones se mostraba descoordinado. Antes habían escogido, en el puesto 10, a Ed Pickney, ala-pívot campeón NCAA con Vilanova al que dos temporadas después enviarían a Sacramento a cambio de Eddie Johnson (gran acierto). La tercera y última elección, en las catacumbas del draft, fue Georgi Glouchkov (séptima ronda, puesto 148), el primer europeo en jugar NBA sin formarse en EEUU. No lo hizo mal en su única temporada NBA.
Nick pasaba a ser el primer center de 2.13 o más altura en ser elegido por la franquicia de Arizona. Eso ya configuraba cierto grado de responsabilidad. Es lo que conlleva ser el primero. El pívot titular en aquella época era el veterano Alvan Adams, novato en la final contra los Celtics en el 76, que acabaría retirándose dos temporadas después, y Vanos sería su ‘ahijado’ deportivo.
Lo primero y único que quiso hacer el pívot californiano después de asegurarse un primer contrato (125.000 dólares) fue comprarse un Porshe. Su agente, Bob LaMonte, tal como recogía Mark Emmons en un artículo del 2007, le preguntó:
-¿Para qué quieres un Porsche si tu cabeza sobresale por encima del techo? ¿Y qué pasa si llueve?
- Anda, si en Arizona no llueve-, contestó Vanos.
Al final su agente consiguió convencerle que la decisión sobre la elección de un determinado modelo de noche no debería basarse en cuestiones metereológicas. Al final compraría un BMW.
Llegaba a la NBA después de ser el mejor taponador y el segundo mejor anotador en Santa Clara. Ilusionado, pero temeroso. Como un niño con zapatos nuevos que tiene que sortear un charco de barro de considerables dimensiones. Adams recordaba al novato como un niño “encantado” por ser profesional de la NBA. “Tenía 2.15m de altura y esperábamos que fuera nuestro gran hombre en la zona”.
Después de una primera temporada para olvidar en la que una operación en la rodilla le hizo perderse 70 partidos, empezaba el segundo curso con buenas vibraciones. Y eso que la franquicia era un auténtico desastre y que se le había sugerido ir a Italia (como haría dos cursos después Rafael Addison) donde jugaría mucho y ganaría dinero. El Pallacanestro era el principal foco de atención para los mejores jugadores USA fuera de la NBA. Según el comentarista radiofónico de los Suns, Al McCoy, “a principios de su segundo año, los entrenadores pensaron que realmente había mejorado y la percepción era que tal vez podría convertirse en el pívot titular en un futuro. Comenzaron a verle como un jugador que podía marcar diferencias”.
El alma mater de los Suns, que lo tuvo bajo su pupilaje, adivinó ciertas similitudes con Bob Lanier: “Vanos era un hombre grande zurdo con un toque exquisito cerca de la canasta. En los entrenamientos la gente me decía, no dejes que se vaya a la izquierda, pero era más fácil decirlo que hacerlo cuando se estaba defendiendo a un tipo con esas condiciones. Logró sorprenderme más de una vez”. “El siempre tuvo claro que no iba a ser Abdul-Jabbar, pero estaba aprendiendo. Antes había mucha más humildad y a los aficionados les gustaban este tipo de jugadores “ (Jeff Hornacek sigue siendo el ídolo ‘histórico’ de los aficionados de los Suns).
Lo que no pudo ser
El final de su segundo curso -con ‘todo el pescado vendido’- fue muy gratificante para él. En los últimos 10 partidos de fase regular promedió 7.8 puntos y 8.2 rebotes, con tres encuentros finalizados con dobles figuras en puntos y rebotes. El que iba a ser un jugador muy importante aquella temporada, William Bedford (número 6 del draft del 86), fue todo un fiasco tanto deportivo como personal (drogas). Vanos, desde el anonimato y el trabajo, y una vida personal ejemplar, empezaba a recoger los frutos de una bien cuidada cosecha. Los Suns ganaban 9 de esos 10 partidos, con el coach Van Arsdale (histórico ex jugador de los Suns) en sustitución del legendario John McLeod. Alvan Adams, pívot títular de 2.06, tenía ya 30 años así que el relevo parecía, por lo menos, ir en la dirección adecuada. James Edwards sería enviado a Detroit la temporada siguiente y respecto a Bedford afortunadamente supieron reaccionar a tiempo. Recibirían de Detroit una primera ronda que serviría para facilitar la llegada de Kevin Johnson. Larry Nance quedaba como única estrella interior ,en el puesto de 4, pero ya sabemos cuál fue su destino.
La franquicia perdió 46 partidos aquella temporada y el sprint final era poco significativo, pero ¿quién tenía autoridad moral para impedir al universo Suns que soñara con un futuro más halagüeño después de tantos sinsabores?
Jerry Colangelo, presidente y propietario de los Suns y una de las personas claves en el renacimiento de la franquicia siempre destacó su calidad humana y su excelente ética de trabajo: "Quería ser un buen jugador”. Colangelo consideró aquella racha de buen juego como una gran “plataforma de lanzamiento” para Vanos. Tras el accidente, el entonces asistente, John Wetzel, insistía al periodista Tim Tyers en lo mismo que todos: había trabajado mucho y tenía el reconocimiento de todos. "Nuestro equipo va a quedar muy 'tocado' por esto". Iba a ser muy duro para todos. "No estábamos preparados para ello", diría Jeff Hornacek, quien llegó a los Suns aquella temporada desde la segunda ronda del draft, como Nick. Algunos, como su compañero Jay Humphries, iban más allá en los elogios y anhelos: “Si no hubiera ocurrido el accidente hubiera tenido una larga y exitosa carrera en la NBA”. La fiebre por Vanos llegó también a la hinchada. Un grupo de aficionados aprovecharon el 'momento Vanos' para serigrafiar unas camisetas con el eslogan 'Let Nick play'.
Phoenix pudo reconstruirse después con hombres como Kevin Johnson y Tom Chambers, primero, y Charles Barkley, después, pero siempre tuvo problemas para encontrar alguien fiable en la zona. Mark West (2.08) aportó mucho trabajo de ‘trasero’, malas pulgas, y mucho pundonor, pero le faltaba algo más de técnica y altura. Andrew Lang y Oliver Miller tampoco cumplieron con el propósito. Se puede decir que la posición de pívot siempre fue el talón de Aquiles de los Suns. “Ellos nunca tuvieron a alguien importante en el centro”, señalaba su agente. “Tal vez Nick pudo ser aquel jugador”.
Sus padres compraron una pequeña parcela en un cementerio de Phoenix, seis meses antes del accidente. Posiblemente lo tendrían que ampliar más adelante, para reunir a todos los miembros de la família. Era la manera de asegurar que estuvieran juntos eternamente. Sus amigos se reúnen en agosto para jugar al golf y mantener viva la memoria. “Se ha ido y sin embargo no lo ha hecho” –dice su padre. “Me gusta pensar en Nick de esa manera”.
En lo deportivo nunca sabremos dónde hubiera llegado la dimensión de un jugador que justo comenzaba a dar sus primeros pasos con firmeza. Esa duda también perdurará eternamente entre los aficionados coetáneos, muchos de los cuales veían con claridad que aquel tercer curso sería el principio de una buena carrera.