2001. Salón de mi casa, mi hermano me va a enseñar el mundo del baloncesto en la televisión. ¿Balonqué? Le respondí. No entiendo la finalidad de este juego. ¿Ese balón es naranja?
Cada fin de semana nos sentamos todas las mañanas a ver un partido de ese deporte tan extraño que un chico de mi edad no conseguía entender. Pero era entretenido. Me divertía ver como corrían la cancha y sonaba la red cada vez que anotaban.
- Mira, Marcos, estos son Los Ángeles Lakers. Son el equipo más conocido del baloncesto y son unas auténticas máquinas.
- Madre mía, como corre ese, ¿no? ¿cómo se llama el 8? Dios mío, el 34 es super fuerte, les va a hacer daño a los del otro equipo.
- El 8 se llama Kobe Bryant, un auténtico crack, ya verás ese. El otro es Shaquille O’Neal, está muy gordo, ¿Verdad?
Me gustaba la camiseta. El color ayuda mucho a que un niño muestre atención frente a la televisión. Me encantaba pasar tiempo con mi hermano todas las mañanas viendo ese deporte tan raro.
Esa misma temporada, los Lakers ganaron la NBA, y acabamos viendo la temporada prácticamente entera. Hagamos algo distinto y aprendamos a jugar a este deporte.
Kobe Bryant es quien, indirectamente, hizo que se me abriese una puerta. Un amor hacia un deporte que no era consciente que iba a sentir por él. Cada año me gustaba más, esperaba con locura que llegase el fin de semana, jugar un partido, y volver a casa para ver si los Lakers jugaron y ver con qué nos sorprenderán Kobe y Shaq.
22 de junio de 2006, Kobe Bryant anotó 81 puntos a los Toronto Raptors. El mayor espectáculo individual que he visto hasta la fecha. ¿Cómo ha sido capaz? Es imposible que un jugador sea capaz de meter tantos puntos. No paré de hablar sobre ello en el colegio, y lo primero que hice al volver fue ponerme a verlo. Seguía sin ser consciente de ello, pero cada vez me estaba enganchando más al baloncesto.
Los anillos con Pau, su instinto depredador, el esfuerzo que desprendía en la pista, la forma en la que cautivó a varias generaciones de jóvenes que queríamos ser como Kobe Bryant. Quiero jugar como él, en la misma posición y con el mismo número, por muy mal que lo haga. Quiero anotar 81 puntos, correr y tirar, pasármelo bien en los partidos y seguir mejorando.
Cada partido, la lesión que lo cambió todo, el momento de su retirada. Son tantos momentos, sentimientos y palabras de agradecimiento las que tengo hacia Kobe que no podría acabar jamás.
Muchos no serán capaces de entender lo que siento por el baloncesto, y todo tiene un comienzo, y se llama Kobe Bryant. Amo el baloncesto por Kobe Bryant, comencé a jugar al baloncesto por Kobe Bryant, soy de Los Ángeles Lakers por Kobe Bryant, es mi mayor pasión gracias a Kobe Bryant.
Un chico de 24 años que quiso dedicarse al baloncesto, y que actualmente desea llevarlo a cabo de una manera informativa, debe todo su amor al baloncesto a Kobe Bryant. Hoy se va con él un pedacito de mí. Ese chico que comenzó en su casa con su hermano a ver su último gran año con Shaq en Los Ángeles y que, sin tener ni completa idea, acabo siendo algo fundamental en su vida. Gracias por enseñar, ya no a mí, a toda una generación de personas igual o más amantes al baloncesto que yo, precisamente a querer el baloncesto. Te quiero Kobe Bryant, descansa en paz.