Sean May no encontró mejor escenario para celebrar su cumpleaños. A la vista de toda la nación, acarreando a North Carolina al titulo nacional del baloncesto colegial y dejando a la Universidad de Illinois a un paso de escribir una de las historias más brillantes de la disciplina en la NCAA. Los Tar Heels se quedaron con toda la gloria al disponer 75-70 de los Fighting Illini.
El pívot May, jugando frente a su padre, héroe del triunfo de Indiana en 1976, ofreció el mismo espectáculo que ha puesto en escena durante los últimos seis encuentros, anotar y rebotar para doble dígitos, esta vez en el partido que catapultaba a su universidad y a su dirigente a la inmortalidad deportiva. De paso fue seleccionado como el MVP de la final.
Del lado de los de naranja, James Augustine se quedó sin combustible, no anotó y apenas atrapó 2 rebotes en sólo 9 minutos de acción, tiempo en que cometió 5 personales. Le pasó como a su tío, Jerry, en la final de la pelota rentada dominicana: Escogido con las bases llenas, juego decisivo de la campaña, las Águilas lo traen a relevar y da una base por bolas. ¡Los Leones campeones! ¿Será la historia de los Augustine?
A lo largo de los 40 minutos el encuentro estuvo lleno de brillantes alternativas.
Los de Carolina jugando como los ángeles, pero los de Illinois sin dejar palmo al descubierto. Ambos quintetos demostraron su enorme profundidad y las bondades de sus figuras. Eso se llama trabajar intensamente en sus programas. Trabajar en la formación de los atletas.
¡Dios!, ¿cuando aprenderemos?
North Carolina llegó a estar por 15 tantos al frente en el marcador, al inicio del complemento, pero Illinois supo remontar y con 2:37 por jugar del tiempo oficial las acciones se homologaron. Parecía un nuevo encuentro y la posibilidad de tiempo adicional. La historia fue diferente, el canasto se cerró para la tropa de Bruce Weber, fallaron 4 intentos validos para 3 y los de Roy Williams añadieron 5 unidades que fueron definitivas.
Tiempo de celebraciones y lamentaciones. Momento propicio para pasar balance a toda una extensa e intensa temporada. Memorables actuaciones y grandes nombres que se han forjado en la lucha sobre las duelas.
Pero los rivales de anoche enfrentan un reto aún mayor. La fortaleza de sus programas hace que sus componentes resulten piezas codiciadas por el siguiente nivel, por la NBA; hay que enfrentar un posible éxodo masivo. Raymond Felton, Sean May, Melvin Scott, Rashad McCants, Jawad Williams, Marvin Williams, Jackie Manuel, por un lado; Dee Brown, Deron Williams, Luther Head, el efectivo Roger Powell y hasta el mismo Augustine, por el otro.
Los sueños de unos alcanzaron las mismas puertas del cielo, pero todos estarán desde ya en la inmortalidad. El básquet de la NCAA nos brindó una vez más toda la calidad, toda la magia y todas las emociones.
ARTÍCULOS RELACIONADOS
Illinois y North Carolina tras visa a la inmortalidad