Doc Rivers llegó en octubre de 2020 a Philadelphia Sixers y logró llevar al equipo a las semifinales de conferencia en las dos campañas que estuvo al frente. Esta tercera temporada comenzó con un registro nada prometedor, con un 0-3 que generó tantas dudas que el experimentado entrenador tuvo que salir a aclarar: “no estamos listos para ganar todavía”, una afirmación elocuente teniendo en cuenta que se trata de un equipo contendiente al campeonato.
Sin dudas, la llegada de James Harden al equipo fue un paso hacia adelante en un proyecto que ya presenta algunas grietas y que comenzó en 2014 con la llegada de Joel Embiid, catalogado como una de las mayores estrellas que jugó en “La ciudad del amor fraternal”.
La partida de Ben Simmons colocó al nacionalizado francés como la figura más rutilante de la franquicia, pero hizo que todo pase por él, en un caso similar a lo que sucede con Nikola Jokic en Denver Nuggets. La diferencia con el internacional serbio, es que Jojo no funciona como faro asistidor, sino que es un finalizador de jugadas y busca faltas permanentemente.
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JOEL EMBIID, EL JUGADOR MÁS DETERMINANTE
Los Sixers tuvieron un comienzo difícil con un récord de 5-6, pero lograron enderezarse con victorias ante Phoenix Suns, Atlanta Hawks y Utah Jazz, además de unas actuaciones apoteósicas de Embiid, con 42 y 59 puntos. Una auténtica estrella que parece siempre mostrar una mejora anotadora en cada temporada que pasa.
Sin embargo, los rumores sobre la salida de Rivers no parecen desaparecer. Es el gran arquitecto de un proyecto que presenta varias grietas, y que se edifica en dos pilares que no pueden temblar: Embiid y Harden, aunque, es necesario decirlo, no son de fiar. El pivot ya se ha perdido cuatro juegos y está volviendo después de que la fascitis plantar lo mantuviera inactivo durante la temporada baja. Harden, por su parte, se ha perdido los últimos dos partidos y estará fuera por lo menos unas semanas más a causa de el esguince en el pie que sufrió el miércoles pasado contra Washington Wizards.
DOS ESTRELLAS POCO CONFIABLES
¿Qué hacer cuando es probable que las dos estrellas del equipo puedan perderse varios partidos en la temporada? Parece una pregunta sin respuesta para Rivers, que debe hacerse cargo de un equipo que no tiene demasiadas alternativas. Estamos hablando del peor banquillo de toda la liga en cuanto a promedio de puntos por partido.
Si bien parece un equipo armado para que sus integrantes orbiten alrededor de sus dos estrellas, Rivers no está haciendo mucho por cambiar el destino de una franquicia que parece estar lejos de conseguir su primer anillo en los últimos 40 años.
UNA OFENSIVA SIN MUCHO VUELO
Los Sixers no son un equipo que se destaca por su sistema ofensivo, son el 16° equipo en la NBA en rating ofensivo, con 111.7 puntos por partido. Tienen un ataque estancado, sin mucho vuelo y que intenta generar faltas. El equipo ocupaba el cuarto lugar en puntuación ofensiva antes de que Harden se perdiera partidos por lesión, lo que habla de la importancia que tiene el escolta, uno de los mejores asistidores de la liga.
Harden también había sido uno de los mejores jugadores de 1 vs. 1, con un promedio de 1,16 puntos por posesión. Como marco de referencia, toda la ofensiva de los Sixers anotó 1,11 puntos por posesión. Para tomar noción de lo que perdió Philadelphia con la lesión del ganador del premio MVP en 2018. El aislamiento a “La Barba” es la jugada preponderante del conjunto de Rivers.
LA PÉSIMA DEFENSA DEL EQUIPO
Ante la lesión de Harden, los problemas no son solo ofensivos, sino que la mayor carencia de los Sixers es la defensa. Ocupan el puesto 19 de la clasificación general en este apartado y, si bien la defensa perimetral no fue tan mala, son un auténtico desastre en la defensa en transición, en la que muestran falta de esfuerzo a lo largo de los partidos. En este registro, ocupan el puesto 26 de la liga en puntos recibidos en transición, según Cleaning the Glass.
UNA VOZ DE MANDO QUE NO SE ESCUCHa
Independientemente de la obligación individual de cada jugador de dar su máximo esfuerzo en una rotación defensiva, de correr toda la cancha en una transición, es responsabilidad de Rivers no poder motivar a sus muchachos para conseguir un mejor esfuerzo. Su forma “blanda” de comunicarse en algunos momentos, dándole libertad a sus estrellas para tomar decisiones en la cancha es una de sus marcas registradas.
Además de esta forma de dirigir, las malas decisiones que toma en las últimas rectas del partido son un problema la mayoría de las veces. Esto se refleja en la última jugada diseñada para vencer a Utah Jazz el pasado domingo. Tyrese Maxey le contó a la prensa que Rivers le pidió que ejecutara un pick and roll, pero el guardia no le hizo caso y tomó la decisión de asistir a Embiid, que terminó el juego con 59 tantos.
las críticas de rivers a su equipo
Rivers se enfrenta a una situación poco común y problemática a la vez: sus jugadores no le escuchan. Un ejemplo de esto fueron las declaraciones que dio luego de la derrota por 119-109 ante Toronto Raptors, cuando manifestó su frustración: “[La ofensiva] puede ser mejor si jugamos bien. Si espaciáramos más la pista, si jugáramos un poco más rápido y no regaláramos tanto el balón”. Días antes, luego de la derrota por 114-105 contra San Antonio Spurs, Doc señaló que su equipo no parecía preparado.
Rivers parece estar preparado con su casco y sus planos confiado de poder reparar todas las grietas que tiene la edificación de Philadelphia. Sin embargo, los dos pilares que sostienen la construcción son endebles, mientras que sus vigas no parecen funcionar con la estructura. Los rumores crecen y también las malas decisiones dentro y fuera del equipo. El tiempo dirá si logran llegar a lo más alto.