Siguen desvelándose distinciones. Tyson Chandler es el Jugador Defensivo del Año en la NBA. El pívot de los New York Knicks ve premiado, de ese modo, su impacto defensivo, no siempre bien reputado, en una franquicia con cierta alergia a la eficiencia en su propia canasta. En su primera temporada en la Gran Manzana, Chandler ha recibido el primer gran galardón individual de su carrera.
Lo ha logrado sin unos promedios estadísticos de impresión. Sus 9.9 rebotes (6.5 defensivos), 1.4 tapones y 0.9 robos de balón no están a la altura de los números de Dwight Howard (ganador del premio las tres últimas temporadas) o LeBron James, entre otros. Tampoco de Serge Ibaka, líder de la liga en tapones (3.6 por encuentro). De hecho, el pívot de los Knicks es el segundo jugador en toda la historia, tras Dennis Rodman, que consigue el premio sin llegar a promediar 1 robo ni 1.5 tapones por partido.
Pero su influencia en la pista sí ha estado, como mínimo, a su altura de sus competidores. Tyson Chander ha sido un condicionamiento real para cualquier rival de los Knicks este curso. Nueva York fue el pasado curso el tercer equipo que más puntos por partido permitió (105.7) en toda la NBA y 22º en Eficiencia Defensiva (puntos permitidos por cada 100 posesiones). Esta temporada, con Chandler en la ‘pintura’, los Knicks han pasado a encajar 94.7 por encuentro, undécima mejor marca de la liga; y a ser quintos en Eficiencia Defensiva. Un progreso significativo. Por eso, si tenemos en cuenta la influencia de Chandler en esa evolución, el argumento de otorgarle el premio al Jugador Defensivo del Año cobra mucho sentido.
En un equipo con clara tendencia ofensiva, Chandler ha sido el único hombre capaz de defender el juego interior. Con Amar’e Stoudemire lejos de suponer una ayuda defensiva y sin ningún recambio de garantías que haya podido dar descanso a la actividad de Chandler, el ex jugador de los Mavs ha tenido el reto de colapsar la zona atendiendo a cualquier penetración rival, asegurar y bloquear el rebote defensivo y, además, servir como incansable ayuda a cualquier atacante que superase a su par, algo común en la defensa de los Knicks, por otra parte.
Su hiperactividad defensiva ha permitido a los Knicks sostener en su zona lo conseguido en la del rival, donde sí había múltiples opciones que viesen aro con facilidad. Chander ha sido, sin duda, el líder defensivo de una franquicia predominantemente volcada al espectáculo ofensivo y que, a menudo, ha jugado con cuatro hombres pequeños sobre la cancha, confiando en Chandler como único sostén en defensa. Un contrapunto perfecto y guardián perenne de los suyos.
El galardón de Chandler supone que sea de nuevo un jugador interior el que sea nombrado Jugador Defensivo del Año. Sólo dos exteriores (Gary Payton en 1996 y Ron Artest en 2004) han ganado el premio en los últimos 24 años. Un coto casi cerrado a pívots en el que Tyson Chandler ha sido coronado esta vez. Con una única presencia en un quinteto defensivo en toda su carrera (Segundo Quinteto, el pasado curso), el ahora pívot de los Knicks ha visto recompensada su labor oscura, tan necesaria para mantener el equilibrio de cualquier equipo que pretenda competir.
El segundo clasificado en la votación fue el internacional español Serge Ibaka; Dwight Howard, dominador en los últimos años, se tiene que conformar con la tercera plaza. En cuarto puesto se sitúa LeBron James y cierra el Top5 Kevin Garnett.