Tras ver al completo el fantástico documental The Last Dance refresqué el recuerdo de los logros deportivos de aquellos irrepetibles Bulls de Michael Jordan (1.98m/1963). Lo re-bueno que era él. Es como si hubiera olvidado que aquellas plantillas y aquel jugador aún seguían siendo los mejores de la historia, al menos para mí. En eso incidimos, fundamentalmente, en el programa especial en Youtube Solobasket junto a Creus, Lavodrama, Andrés Jiménez y Daimiel. Antes, se intuía lo obsesivo, letal, duro y carente de empatía que era Airness.
Han sido muchas las reacciones sobre la fantástica serie de Netflix, pero me quedo con la del jugador, a mi juicio, más cercano. La calidad y competitividad de Jordan. Lo icónico que fue y es. Lebron James asegura que: “la vez que lo conocí cambió mi vida […] era como Black Jesus“. En mi época (80s-90s), conocimos al Jordan jugador, poco más. Pinceladas de su problema con el juego o sobre lo ‘aspero’ que era con sus teammates. Todos lo intentábamos imitar ¿Quién no se colocaba, mientras se paraba el juego en un partido, con los brazos de jarra para be like Mike? Yo sí. Ahora, cuarentón, y con la profundidad que nos ha permitido alcancar la docuserie, me preocupa. Nadie es perfecto, de acuerdo, pero Jordan, ni de lejos, es un modelo a seguir. Sus agresiones ‘a dos cachos de pan’ como Steve Kerr o Will Perdue. Su continuo bullying sobre un infantil pero buenazo Scott Burrell…
El matón Charles Oakley, guardaespaldas de Mikey del 85 al 88, pudo ser un buen maestro en el mal arte de machacar a alguien. De hecho, uno de los fragmentos más crueles lo protagoniza el rocoso ala-pívot. Oakley, delante de todo el vestuario, abofetea y zarandea (puñado en la pechera) a un chaval con 20 kilos menos que él. Y lo disfruta. Ese chaval era un rookie llamado Scottie Pippen.
Me gustaría preguntarles al productor Michael Tollin y al director Jason Heir por qué obviaron el día que un veterano como Bill Cartwright acojonó, en un pasillo cualquiera del United Center, a un Jordan que había vuelto a pasarse de la raya. “Te rompo las piernas y se te acabó el baloncesto“. Algo sí le espetó. ¿Tanto vende la chulería del astro?
[[{“fid”:”137176″,”view_mode”:”default”,”fields”:{“format”:”default”,”alignment”:”left”,”field_file_image_alt_text[und][0][value]”:false,”field_image_caption[und][0][value]”:”Craig Hodges escucha a Michael Jordan (Foto: CBS)”,”field_file_image_title_text[und][0][value]”:false},”link_text”:null,”type”:”media”,”field_deltas”:{“1”:{“format”:”default”,”alignment”:”left”,”field_file_image_alt_text[und][0][value]”:false,”field_image_caption[und][0][value]”:”Craig Hodges escucha a Michael Jordan (Foto: CBS)”,”field_file_image_title_text[und][0][value]”:false}},”attributes”:{“height”:”271″,”width”:”480″,”class”:”media-element file-default media-wysiwyg-align-left”,”data-delta”:”1″}}]]
Craig Hodges fue compañero de Jordan de 1988 a 1992, en ese periplo consiguió dos anillos. Todo apunta a que fue vetado en el documental. En una entrevista en Hoopshype explica que “se puede llegar a ser tan arrogante hasta el punto de machacar a la gente porque encuentras” el punto flaco, a alguien más débil o en una situación más débil. A MJ se le justifica en el ‘docu’ porque el ecosistema en el que habita. Éste está repleto de hombretones que deben ser capaces de ganar a toda costa. Y durante minutos, horas… me llegó a parecer normal a través de la malintencionada, en ocasiones, dirigida cultura del esfuerzo. Pero despierto y me digo: “¡a la mierda!”. ¿En qué parte de la esencia del DE-POR-TE cabe ese comportamiento?
Hodges fue tricampeón del concurso de triples de forma consecutiva y lideró la liga en porcentaje en esa disciplina también varios años. Creo que en su descripción fue tan precisa como cuando ejercitaba su muñeca.
No soy un ingenuo. Para ser el mejor en algo, sólo hay un camino: talento y focalizar tu vida sólo en eso. Mi admiración por el talento y el trabajo pero no cabe justificación alguna pisar cabezas por alcanzar ambiciones. ¡Venga! Diré objetivos que queda más cool.
He leído que Luc Longley, pieza importante para conseguir el segundo three-peat, no fue entrevistado en su Australia natal por cuestiones de presupuesto. Toni Kukoc sí lo fue pero su incidencia es muy poca.
Hodges, como decía, es otro de los compañeros ‘invisibles’ que no aparecieron en este gran producto. Su figura deportiva y personal ilustra a la perfección el contrapuesto camino que él y Jordan siguieron en la vida. Como jugador Hodges era unidimensional. Un especialista, un tirador. Jordan… ya saben.
Jordan nació, circunstancialmente, en Brooklyn. Sus abuelos y padres eran del sur de los EE.UU. Creció en Wilmington, una ciudad situada en la parte costera del estado de North Carolina. Él mismo reconoce que, en los 60 y 70, el ambiente era muy abverso para la gente negra y que su idea era salir de un lugar tan oprimido. Dos décadas después, ya como jugador profesional reconocido, Jordan desoyó a su madre. Ella le pedía que apoyara al demócrata Harvey Gantt en su candidatura en el estado en cuestión. Si nadie daba un golpe de efecto el republicano Jesse Helms iba a ser el elegido de nuevo. En la carta de presentación de Helms, entre otras vergüenzas, está incluida su firme oposición a la Ley de Derechos Civiles de 1964 y la asignación del día de Martin Luther King como día nacional en los Estados Unidos. Finta perfecta de Jordan y Helms consigue ser re-elegido como senador. Si mis apuntes no están mal, fue por un ajustado 52,58% de votos frente a un 47,39% de Gantt. “Los republicanos también compran zapatillas” al final de la frase… MJ se paró en seco y dijo que era broma (¡Ejem!). En otro momento entonó que “sólo soy un deportista, me centro en eso. Si alguien piensa que no soy su modelo a seguir, que no lo haga” justificó con arrogancia en otra grabación que ilustra parte de un capítulo. Meses después del campeonato de 1991 que consiguieron los Bulls, Hodges asistió a la Casa Blanca junto a todo el equipo. Todos llevaban traje y corbata. Hodges, un blanco atuendo africano. Se vistió así en señal de protesta. Además, hizo llegar una carta al entonces presidente George Bush. En ella denunciaba el injusto trato que se le daba en los Estados Unidos a las clases sociales más afligidas, en su mayoría, afroamericanas. Era octubre y pronto empezaría la 1991-92, Hodges no volvería a jugar en la NBA, una vez finalizara la temporada. Su última experiencia se resume en la participación del concurso de triples de 1993 como… agente libre. Llegaría hasta semifinales. Se convirtió en “el vetado (blackballed)” como señala él mismo.“Luego lo sería Mahmoud Abdul-Rauf (Chris Jackson)” continua. Tiempo atrás, lo había sido Kareem Abdul-Jabbar (Lew Alcindor) quien estuvo a punto de dejar la universidad y jugar en Europa. Ser, seguramente, el mejor pívot de la historia del baloncesto, hizo que nunca ocurriera.