2010 ha sido inolvidable para el Power Electronics Valencia. El 18 de abril de este año pasará a la historia del club valenciano como el día en que Víctor Claver, capitán del equipo, alzaba el trofeo que les acreditaba como campeones de la Eurocup.

Con una plantilla joven, trabajadora, sin grandes nombres pero capaz de transmitir mucha ilusión y, sobre todo, llena de ambición, el Power Electronics Valencia conquistaba su segundo gran título europeo, después de la ULEB lograda en 2003. Al mando de este grupo de héroes, un entrenador curtido en el éxito, exigente y detallista. Neven Spahija, artífice del sueño taronja. Repasamos detalladamente el que fue el gran año del baloncesto valenciano. Con declaraciones exclusivas para Solobasket de José Simeón, que nos ayuda a rememorar la gesta. 2010, cuando el Power Electronics Valencia conquistó Europa.

De la ULEB a la Eurocup, los dos grandes títulos del conjunto valenciano

Siete años. Siete largos años tuvo que esperar el aficionado del Valencia Basket para ver de nuevo a su equipo en lo más alto. Para ver una vez más a los suyos en el Olimpo europeo. Siete años pasaron de Novo Mesto a Vitoria. De Tomasevic a Nielsen. De 2003 a 2010.

La temporada 2002/03 le brindaba al entonces Pamesa Valencia una tercera oportunidad en su aventura europea. Tras caer en la final del año anterior (entonces Copa Saporta) ante el Montepaschi de Siena, y tres años antes contra la Benetton de Treviso, el equipo entrenado por Paco Olmos se colaba en una nueva final de la recién inaugurada ULEB Cup.

Por aquel entonces, José Simeón, actual base de la plantilla y campeón el año pasado de la Eurocup, todavía era muy joven. No obstante, afirma que era “un gran aficionado” incapaz de perderse ningún partido de los suyos. “Además, siempre sueñas con poder llegar a la élite del baloncesto, y más todavía con conseguir un título”, declara Simeón, a sabiendas que aquel sueño de niño un buen día se hizo realidad.

Aquella era una final muy importante para el Pamesa Valencia. Dicen que a la tercera va la vencida. Y así fue. Con un equipo de ensueño, liderado por Nacho Rodilla en la dirección, y la tripleta interior de lujo que conformaban Bernard Hopkins, Fabricio Oberto y Dejan Tomasevic, el Pamesa Valencia se impuso en los dos partidos de la final (entonces se jugaba a ida y vuelta) ante los eslovenos del KRKA Novo Mesto. Los 15 puntos de Rodilla y los 14 de Oberto, además de la buena actuación de Robles y Hopkins, propiciaron una ventaja de 12 puntos en la pista rival (78-90). La final viajaba a la Fonteta, donde todo estaba listo para sentencia. Aquí, la hinchada pudo deleitarse con un nuevo triunfo, esta vez más ajustado (78-76) que suponía el primer gran trofeo europeo en la historia del club, y segundo título después de la Copa del Rey del 98. Tomasevic, con 28 puntos y 11 rebotes en el partido de casa, recibía el merecido galardón de MVP.

Era la ansiada recompensa a años de trabajo y tenacidad. Y este sabroso premio llevaba consigo, además, un billete para disputar la próxima Euroliga. Ya en la temporada 2003/04, sin hombres como Rodilla o Hopkins, pero con la aparición estelar del francés Rigaudeau, el Pamesa Valencia completó una más que digna actuación en la que era su primera participación en Euroliga. El cuadro taronja, todavía con Paco Olmos en el banquillo, a punto estuvo de colarse en la Final Four de la competición, después de quedar segundo del grupo G en el Top-16. Además, siempre quedará la duda de qué habría pasado si el equipo hubiera viajado a Tel Aviv para jugar contra el Maccabi (de haber ganado ese partido, se habría pasado a la siguiente fase), circunstancia que no se produjo debido a que la conflictividad de la situación en Israel aconsejaba por motivos de seguridad no volar.

Tras este breve pero intenso periodo, el devenir del club dio un pequeño giro a espaldas de los títulos. De retorno a la ULEB Cup en 2004, el Pamesa Valencia alcanzaba las semifinales, pero caía derrotado ante el Lietuvos Rytas. Precisamente al cuadro lituano llegarían, un año después, dos hombres que mucho tienen que ver en este artículo. Matt Nielsen y Neven Spahija. Pero no adelantemos acontecimientos…

La cuestión es que nuestros hombres, durante los siete interminables años que separan un título de otro, formaban parte de un conjunto puntero, de los importantes de la ACB. Pero por una u otra razón, nunca lograban objetivos brillantes. La medalla de subcampeones en la Copa de 2006 fue lo único que pudo arreglar un currículum empañado por los modestos puestos con los que se finalizaba en la competición local.

Durante este periodo, poco a poco fueron abandonando el barco los artífices de aquella primera ULEB. El capitán Víctor Luengo fue el último en salir de la casa. Lo hizo por la puerta grande, cediendo el testigo a un entonces joven y prometedor Víctor Claver, y viendo cómo colgaban su camiseta en el techo de la Fonteta. El 15 de Luengo pasó desde entonces a ocupar, junto con el 11 de su amigo Rodilla, un sitio privilegiado en el pabellón. Todos se marcharon, como resulta lógico e irremediable. Y muchos fueron los que vinieron a intentar llenar ese vacío, pero con el tiempo se ha demostrado que eso no era tarea fácil.

Cada verano, el club hacía ruido en el mercado con el fin de encontrar a alguien capaz de devolver la ilusión a la capital del Turia. El ansia por fichar llegó hasta tal punto que se hizo famosa la simpática frase “Suena para Pamesa”. Si bien es cierto que muchas eran las posibles caras nuevas, aquellas que vinieron fueron de jugadores de prestigio y renombre. Rigaudeau, Rakocevic, Timinskas, Avdalovic, Dikoudis, Milojevic, Douglas, Williams, de nuevo Dikoudis… Una larguísima lista de cracks que, nadie sabe por qué, no acabó reportando trofeos al club.

Muchos rindieron, otros no tanto. Pero lo que sí se ha podido observar, ahora con perspectiva, es que en ningún momento hubo un equipo, con todas las letras, como el que sí se conformó la temporada pasada, el año en que llegaría la segunda alegría.

2009, un verano atípico: configurando un equipo campeón

Hemos hablado de lujosos fichajes, de nombres que sonaron con fuerza, de un equipo de lujo que, año tras año, se quedaba en nada. De siete años en blanco. Paradójicamente, el verano en que se configuraría este nuevo grupo campeón fue el verano más difícil de todos.

En primer lugar, Pamesa, empresa que había patrocinado desde siempre el conjunto valenciano, abandonó la entidad. Como también lo hizo Manuel Llorente, que aterrizó en el equipo de fútbol de la ciudad. Así, sin patrocinador ni presidente, el club se plantaba en junio con las ideas nada claras. Era necesario un cambio de aires, un planteamiento totalmente nuevo para sacar adelante aquel proyecto, entonces desdibujado.

Con Toni Muedra (un entrenador de la casa que logró hacerse con un cargo importante en los despachos), y Neven Spahija (que llegó a principio de la temporada anterior para sustituir a Fotis Katsikaris) como cabezas visibles del nuevo proyecto, se entró tarde al mercado, pero se hizo de la manera más efectiva posible.

Las cosas no podían ir peor cuando los posibles fichajes de Marijonas Petravicius y Lynn Greer se vinieron abajo. Pero se tiró entonces de las que se consideraban segundas opciones. Salió Kuqo y llegó Serhiy Lishchuk, un ucraniano poco conocido que nunca había jugado fuera de su país. Toda una incógnita que, a la postre, resultó un extraordinario acierto.

En la línea exterior, Rawle Marshall, un americano que venía a suplir la baja de Kenny Gregory (que ha su vez había llegado por Rubén Douglas), pero que no convenció y rápidamente fue sustituido por Thomas Kelati. Calidad, intensidad, lanzamiento exterior y defensa de la mano del eritreo. Además, en la posición de escolta se mantenía a Rafa Martínez, una pieza clave en los esquemas de Spahija.

Tras la salida de Shammond Williams, llegó Nando De Colo, un joven y talentoso base francés que deslumbró en el Eurobasket de aquel verano. Suerte que estaba fichado desde abril, pues de haber intentado ficharlo en julio habría sido prácticamente imposible (media Europa se lo rifaba). El eléctrico Marko Marinovic y el canterano José Siméon, que veía recompensada todo su esfuerzo y trabajo con una ficha en el primer equipo, completaban una tripleta de bases muy distintos, capaces de aportar diferentes virtudes según requiriera el momento.

Por último, no menos importante fue el hecho de poder retener a jugadores tan determinantes como Kosta Perovic, Matt Nielsen, Florent Pietrus y Víctor Claver. Si a todo ello le sumamos la última incorporación de Iván García como cupo nacional, la ecuación se resuelve fácilmente. El resultado, un grupo muy unido y comprometido. Lleno de talento y ambición. Ellos iban a ser los protagonistas del segundo capítulo escrito en oro en la historia del Valencia Basket.

eurocup finals, Vitoria 2010: donde se cumplen los sueños

Hay quien dice que toda gran victoria va precedida de una derrota. Que antes del triunfo siempre está el fracaso. Que de los batacazos se aprende. Y que eso de perder humaniza y engrandece la leyenda. La machada del Power Electronics Valencia es doblemente meritoria si echamos la vista atrás y comprobamos los antecedentes.

El inicio en la competición europea no vino exento de susto para los chicos de Valencia. Tuvieron que disputarse, en una eliminatoria a ida y vuelta contra el Dexia Mons-Hainaut, un billete para poder participar en la ULEB Cup. Si perdían, tendrían que conformarse con la Eurochallenge, una liga menor.

En el partido de ida, disputado en Bélgica, los hombres de Spahija fueron sorprendidos. 15 puntos de desventaja al final del partido, los culpables. Un 78-63 reflejado en el marcador parecía difícil de remontar en la vuelta. Pero la eliminatoria viajaba a Valencia, donde esperaba una Fonteta a rebosar, dispuesta a animar para no dejar escapar el tren de la ULEB Cup. El partido comenzó con un Nate Reinking espectacular. El base zurdo, internacional por Gran Bretaña, las enchufaba de todos los colores. Pero tras una prórroga, el equipo local lograba sobreponerse y conseguir la victoria, remontando el average negativo (79-61).

Empezaba entonces un camino que sólo podía conducir al éxito. Con un cambio radical de actitud, el Power Electronics Valencia completaba la primera fase de la Eurocup como primero de grupo. Ya en la segunda, un pequeño traspié ante el Hapoel (75-79) trastocaba los planes. No obstante, la reacción fue inmediata. Se ganaron los cinco siguientes partidos, con el consiguiente pase de ronda, y también se superaron de manera brillante los cuartos de final frente al Aris de Salónica. Los taronja, viento en popa, se colaban entre los cuatro mejores equipos de la competición. Vitoria esperaba a los valencianos, que compartirían Eurocup Finals con Panellinios, Bizkaia Bilbao Basket y Alba de Berlín.

La semifinal de la segunda competición europea se antojaba asequible pero nada fácil. El rival, los griegos del Panellinios, magistralmente dirigidos por el actual base de Unicaja, Rod Blakney, y encomendados en ataque a un anotador compulsivo, Devin Smith, cuyos 29 puntos y 5 asistencias en este choque le valieron la inclusión en el quinteto ideal de la competición.

Por parte taronja, los 12 triples anotados entre Marinovic, Rafa Martínez, Kelati y De Colo hacían difícil cualquier intento de remontada griega. El francés brilló la primera parte. En la segunda, Matt Nielsen, cerebro y corazón del equipo, tomó el testigo para anotar dos triples y robar un balón decisivo. El australiano acabó con 16 puntos, 6 asistencias y 3 rebotes. Tras la bocina final, el 92-80 suponía un primer e importante paso de cara al verdadero objetivo: la final de la Eurocup, donde esperaba el Alba de Berlín.

El 18 de abril de 2010 era domingo. A las nueve de la noche, el Power Electronics tenía una cita con la historia. Con su propia historia. Con su propio orgullo. Y nada ni nadie iba a arrebatar a los valencianos el tan deseado destino. El marco, un Bruesa Arena teñido de naranja por una numerosísima y sonora afición desplazada desde Valencia.

El partido no podía comenzar de forma más brillante. Movimiento perimetral de los hombres de Spahija. Recibe De Colo en línea de tres, que a una mano invierte el balón para Claver. El 9 del Power penetra desde el lateral y hunde el aro con la derecha, en una acción de fuerza, garra e ímpetu que resumía las intenciones del equipo. Tras ello, entrada de Nando y asistencia a Perovic. 4-0. Intensísima defensa de los valencianos que hace sonar la bocina de posesión del equipo belga. El mejor inicio posible. Defensa y acierto ofensivo. Un duro golpe sobre la mesa, por si alguien no se había enterado de quién tenía más hambre de victoria.

El resto del primer cuarto estuvo marcado por los ataques larguísimos de los chicos de Luka Pavicevic y por un tanteo corto (10-11). Pero a partir del minuto once, el panorama cambiaría radicalmente. De la mano de un eléctrico Marko Marinovic (12 puntos), se pudo cambiar ligeramente el ritmo de juego. Al descanso llegaban las primeras ventajas (22-36). "Ni nosotros ni nadie esperaba un partido tan desigual, aunque valió la pena no tener que sufrir tanto", afirma Simeón.

Y no se sufrió. Tras el paso por los vestuarios, empezó la fiesta, al menos en las gradas. Continuaban las eternas posesiones del Alba de Berlín, y al Power Electronics Valencia le bastaba con defender duro y anotar de forma intermitente para mantener una renta que no dejarían escapar en lo que restaba de encuentro. Desde el ecuador del tercer cuarto y hasta el final, sólo se oiría una afición en la grada, como sólo se vería un equipo en la pista. El paso de los minutos era un mero trámite para poder llenar el parqué de confeti.

El capitán Claver fue el encargado de levantar el trofeo que acreditaba al Power Electronics Valencia como campeón de la Eurocup 2009/10. "En ese momento me vinieron a la mente todos los largos y pesados viajes por Europa. Además me acordé de toda la gente que me apoya y siempre creyó en mí", declara emocionado el joven base de Silla, que sueña con "poder levantar otra copa con el Power Electronics Valencia, y además siendo capitán".

Kosta Perovic (17 puntos y 4 rebotes), Nando de Colo (7 puntos, 5 rebotes y 2 asistencias), Thomas Kelati (13 puntos, 5 rebotes y 3 asistencias) y el MVP Matt Nielsen (7 puntos, 6 rebotes y 2 asistencias) fueron los protagonistas en el apartado estadístico. Pero sería injusto olvidarse de los Víctor Claver, Rafa Martínez, Marko Marinovic, Serhiy Lishchuk, Florent Pietrus, José Simeón, Tornike Shenguelia e Iván García. Todos ellos, piezas de un vestuario muy unido, deben recibir la parte del mérito que les corresponde. Y que es mucha.

No sólo por lo que el triunfo supuso a nivel deportivo, sino también por el significado que tuvo en la historia del club, estos jugadores pasarán a formar parte de una de las páginas privilegiadas del libro de méritos del Valencia Basket. "La Eurocup es el mejor recuerdo que tengo en mi corta carrera. Jamás lo olvidaré", dice José Simeón.

Tras siete años de larga espera, por fin la justicia tendió su mano al equipo valenciano. Los más jóvenes quizá no alcanzaban a entender lo que este triunfo quería decir, pero las caras de algunos aficionados que saltaban en la grada daban buena muestra de ello. Su equipo, el Pamesa Valencia, el Valencia Basket, el Power Electronics Valencia, volvía al sitio que le correspondía. Volvía allá de donde nunca debió salir. Volvía a la élite del baloncesto europeo.

Matt Nielsen: premio a la generosidad

A un jugador se le pide entrega y compromiso. A un buen jugador, además, garra, lucha y carácter. A un excelente jugador se le debe exigir capacidad de anotación, intensidad en defensa, concentración, templanza y liderazgo. Pero un crack tiene que reunir todas estas condiciones. Y ser, también, el mejor tanto dentro como fuera de la pista.

Resultaría complicado encontrar a alguien que pudiera ofrecer todo este abanico de virtudes. Alguien capaz de brillar con luz propia, y hacer brillar a sus compañeros. Alguien dispuesto a sacrificarse por el bien del grupo, y a tomar los galones de líder cuando la situación lo exige. Pero ese alguien lo encontramos en la persona de Matt Nielsen. "Fue un jugador determinante, y no sólo en la final", resume su compañero Simeón.

El pívot australiano no fue quien más puntos metió en la final contra el Alba de Berlín. Tampoco quien más asistencias dio o más rebotes pudo capturar. Ni siquiera quien más valoración personal obtuvo. Sin embargo, recibió el premio al MVP, el mejor jugador de la Final Four de la Eurocup. Y muchos se preguntarán… ¿cómo es posible?

Matt Nielsen fue, simplemente, un jugador de equipo. Regular y constante durante toda la fase final. Generoso y ambicioso. Egoísta y altruista. Fue todo lo que se puede pedir a alguien llamado a guiar a un equipo al que no le faltaban jugadores con talento. El australiano supo tirar de veteranía cuando más lo necesitaban los suyos. Los últimos minutos que cuajó en la semifinal difícilmente podrían ser medidos con la vara de la grandeza. Y es que al “cocodrilo” se le quedaron pequeños todos los calificativos posibles.

Matt Nielsen estuvo tan inmenso y fue tan importante en el triunfo, que el nombramiento como mejor jugador no podía ser más merecido. Este MVP fue un premio al esfuerzo de alguien que ilustra el esfuerzo de todos. Al talento, la clase y la entrega de un verdadero crack. Este MVP fue un premio a la generosidad del gran Nielsen.

Euroliga 2010/11: la dulce recompensa

Todo esfuerzo tiene su recompensa. Por segunda vez en su historia, el Power Electronics Valencia disputa este año la Euroliga, máxima competición continental. Y lo hace de la forma más brillante posible: habiendo ganado la Eurocup.

Tras siete años de constantes intentos en ACB y en Eurocup, el conjunto valenciano obtuvo por fin su gratificación. Se coló entre los mejores como campeón de la segunda liga más importante a nivel europeo.

Esta nueva participación en la Euroliga coincide, además, con el 25º aniversario del club. El círculo no podría cerrarse de mejor manera. Y aunque el inicio del equipo en estos primeros meses no ha sido todo lo bueno que se pretendía, con la llegada de Pesic los objetivos han quedado intactos. "Es una competición realmente exigente, donde hay equipos con gran potencial, y nosotros estamos capacitados para competir contra cualquiera”, sentencia el 10 taronja, José Simeón.

Ahora lo que queda es volver a disfrutar de la fiesta del baloncesto en casa. Llenar la Fonteta cada jueves para recibir a los mejores equipos de Europa. Soñar. Sonreír. Ganar. Vivir la magia del Valencia Basket, de nuevo entre los más grandes.