Para comprender el juego del Maccabi de Tel-Aviv hay que percatarse de que no se trata de un equipo con una estructura clásica. La tan llevada y traída marcha del mejor jugador de Europa, Sarunas Jasikevicius, provocó la entrada en el equipo de un nuevo “uno” titular que en realidad no es un base, sino que se asemeja más a un escolta anotador: Will Solomon.

El jugador lituano tampoco era un base de los que se definen como “clásicos”, pero gracias a la calidad que desprendía en cada uno de sus movimientos podía controlar el tempo del partido y fabricar juego. Sin embargo, Solomon es más limitado en este aspecto y su principal baza es la penetración y los tiros de larga distancia, es un cañonero, no un director de juego. Este hecho ha condicionado toda la química del equipo amarillo, incluyendo cambios en el quinteto titular.

A pesar de estos hechos, Solomon ha tenido momentos brillantes en la temporada y ha conseguido no caer en las tinieblas de la alargada sombra de Jasikeviicus. Este jugador presenta dos ventajas importantes: en defensa es mucho más duro que el ahora Pacer, y además es capaz de surgir en un momento de mal juego del equipo para decidir un partido por sí mismo. Sin embargo, Gershon debe reforzar otros aspectos del quinteto para evitar lagunas.

Derrick Sharp ya no es el sexto hombre del equipo, su misión ya no es salir para aprovechar que las defensas rivales estaban cansadas y hacer gala de su apellido, rajando las redes rivales. Ahora el Maccabi necesita un jugador que suba el balón al otro campo con un mínimo de criterio, y el americano judaizado es el elegido para ello. Como efecto colateral, Burstein ha dejado de ser titular.

El jugador israelí, que ha sonado para el Akasvayu está atravesando un bache en su juego, una crisis prolongada en el tiempo que la jerarquizada estructura del equipo macabeo ha intentado solucionar con retórica, por ello Dan Shamir, segundo entrenador del equipo de Gershon, mantuvo una larga conversación con el capitán de la nave hebrea para intentar sacar a flote su mejor estado de ánimo. Los efectos no son previsibles, pero de momento en los dos partidos disputados inmediatamente antes de la Final Four ante el Hapoel, este escolta-alero ha mejorado su juego respecto a los últimos meses.

Burstein es clave en un equipo donde el talento de la plantilla tiende a provocar una relajación defensiva durante diferentes fases del juego. Sin duda, ver a uno de los jugadores más talentosos del equipo trabajando sin cesar para detener -en muchas ocasiones- a las estrella exterior contraria, provoca un efecto espejo en sus compañeros, que aprietan más para dificultar el juego de sus oponentes. Precisamente la clave del Nuevo Maccabi es ésta, han pasado de ser un equipo con el punto de mira en la canasta rival a ser un conjunto cuya seña de identidad es la defensa.

Pero sin duda la verdadera estrella de ese Maccabi es Anthony Parker, poesía en movimiento. El mejor jugador americano del viejo continente es el único pilar del antiguo Maccabi que se mantiene intacto en la estructura del equipo. Contraataques prodigiosos, lanzamientos complicados que besan la red sin tocar el aro, disponibilidad para jugar los casi 120 minutos de una eliminatoria a todo o nada ante el Olympiacos de Kazlauskas que dejaron al jugador exhausto (en Tel Aviv cuentan que nunca antes lo habían visto tan cansado), etc. Parker es el alma de este equipo, el man to go cuando la cosa está difícil y el jugador en el que los diez ojos rivales deben estar puestos en cada momento.

Ayudan desde el banquillo Sharon Sashon, que reencarna el espíritu del alero alto o tres y medio que por altura debería jugar en el interior de la pintura pero que por movilidad, peso y -sobre todo- lanzamiento exterior vive fuera de ella, y Kirk Penney. El ex-jugador del Gran Canaria no suele contar con muchos minutos, pero ha demostrado que puede salir en cualquier momento para romper una zona o abrir más aún el campo.

En el juego interior está otra de las claves de este Maccabi: Nikola Vujcic. El croata ha tenido diversos problemas físicos y otros ajenos a la pista (acaba contrato y los rumores sobre su futuro se han disparado) que le han impedido estar a su mejor nivel. Tampoco debe ser fácil pasar de jugar el mejor pick’n’roll visto en Europa con Saras, a hacer picks sin roll con el “chupón” Willie Solomon en los primeros partidos del año. Afortunadamente para él, esta situación ha ido cambiando a lo largo de la temporada y cuando su estado físico lo ha permitido ha vuelto a ser el cerebro en la cancha. Gershon ha tratado de reservarlo durante el año, pero cuando la necesidad ha apretado (Cuartos de Final), ha exprimido al máximo al balcánico para conseguir un eje interior sobre el que hacer girar el juego del equipo.

Y si al mencionar a Burstein se comentaba el tema de su importancia en defensa, no puede dejar de aparecer la misma temática al llegar a Maceo Baston. Este jugador es la verdadera clave defensiva de los hebreos. Su capacidad atlética es el verdadero baluarte en la pintura, ya que Vujcic peca de blandura y Arnold nunca ha destacado por ser un tipo aguerrido. El Maccabi lo pasa verdaderamente mal cuando Baston sufre problemas con sus faltas personales y no puede jugar muchos minutos. La mayor parte de las palabras de Gershon destinadas a coaccionar el arbitraje tienen como objetivo permitir que la torre más alta de su muralla pueda disfrutar de más minutos en la cancha.

Aún así, Baston no es infalible. Lo pasa mal en ataque ante jugadores más pesados que él (Schortsanitis fue su peor pesadilla en los Cuartos), y en ataque es un punto débil al que atacar porque desde la línea de tiros libres no es un jugador seguro. Aún así, su capacidad para correr el contraataque, machacar, rebotear y palmear lo convierten en uno de los jugadores más importantes del Maccabi y quizás en uno de los más infravalorados de la plantilla.

Hace algunos meses hablábamos de los problemas que estaba teniendo Jamie Arnold para adaptarse al estilo de juego del campeón de Europa. Sin embargo, Gershon se ha dado cuenta de que necesita la mejor versión del ala pívot y ha sabido sacar el mejor jugo de Arnold durante el Top-16. El Maccabi estaba pasando por una de sus muchas malas rachas y el americano -que gracias a su matrimonio con una israelí conseguirá el pasaporte en breve- resurgió de sus cenizas para convertirse en el mejor jugador del actual campeón de Europa.

Si el año pasado, tras una temporada pésima, Kommatos fue la clave de la Final de la Euroliga con tres triples que destrozaron al TAU en Moscú, este año hay que tener aún más miedo del banquillo porque el cuatro suplente es más que un role player, es una estrella que ya sabe como brillar en la constelación. El otro pívot reserva es Yaniv Green, pero su aportación a lo largo de la temporada en Euroliga se puede calificar como testimonial.