"Tenemos que controlar el juego y estar en disposición de ganar el partido" (Jim Valvano, entrenador de North Carolina St. Wolfpacks).

Jim Valvano cruzó la pista sorteando los obstáculos. Su mirada, perdida. Arrancó de un tirón las riendas de la formalidad y salió del banquillo para abrazarse con los nuevos dioses del baloncesto universitario. En aquel instante no tenía muy claro lo que acaban de conseguir sus chicos, aquello que había gestado. Tampoco era consciente Lorenzo Charles (2/7 en tiros de dos y 7 rebotes). Era el nuevo héroe nacional.

El luminoso señalaba un empate a 52 entre Houston Cougars y North Carolina St. Wolfpacks. Los Cougars habían tenido el partido a su favor pero desperdiciaron su ventaja errando muchos lanzamientos libres. A falta de tres segundos Derek Wittenburg lanzaba el balón, a la desesperada, desde 8 metros. De la nada surgía el rocoso Charles y depositaba la pelota en la canasta con un suave mate.

De Charles – de su etapa con el Ferrys Llíria- alguien dijo que era el peor extranjero que había visto nunca, únicamente preocupado por el estado de sus músculos. Pero su acción valía mucho más que su peso en oro. Los Wolfpacks de Valvano conseguían su segundo campeonato de la NCAA en 1983 ante los prácticamente invencibles Houston Cougars, que habían finalizado la temporada con un récord de 31-3. Clyde Drexler parecía reclamar el segundo que nunca llegó a disputarse. Akeem Abdul Olajuwon no se lo quería creer. Bryan William se sentaba en el parqué del University Arena de Albuquerque -el popularmente conocido como "The Pit"– con la mirada perdida aunque apuntando a las celebraciones de los Wolfpacks.

"Siempre me he sentido mal tras perder un partido pero ha sido terrible perder éste" (Guy Lewis, entrenador de los Houston Cougars).

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De nada sirvieron los 20 puntos y 18 rebotes de Akeem Olajuwon. The Dream bailó sólo. No tenía pareja para aquella mágica noche. Fallaron hombres claves como Clyde Drexler o Michael Young. El poder de la fraternidad Phi Slama Jama, la del run & dunk, era privada de la gloria por un mate, una acción que ellos elevaron al máximo exponente. Paradojas de un destino imprevisible.

Un equipo único

 "¿Alguien ha conseguido pillar el número de la aeronave que pilotan estos chicos? Preciosas criaturas que lucen HOUSTON en sus pechos aterrizaron en este paisaje luntar tan desolado para hacer prácticas atómicas a lo largo de su camino. Houston, a juzgar por la evidencia, podría ser una ciudad en el planeta Phi Slama Jama".

La universidad ocupaba el número 1 en el ranking de abril del 83. Después de la exhibición ante los Cardinals del fallecido Derek Smith en la Final Four de ese año, Thomas Bonk, -cronista deportivo del Houston Post y escritor en LA Times– bautizó  al que posiblemente ha sido el mejor equipo que nunca ha ganado un título universitario. Para los más jóvenes, un serio candidato a ocupar este honor serían los Fab Five de Chris Webber, Jalen Rose, Juwan Howard, Jimmy King y Ray Jackson.

Aquel partido habia conseguido concentrar a 15 millones de televidentes. Todo un hito para la historia. No era la primera vez que la Universidad de Houston lograba centrar la atención del deporte estadounidense. El 20 de enero de 1968 se televisó por primera vez a nivel nacional un encuentro de baloncesto universitario. El Astrodome de Houston fue el escenario de un duelo de titanes que enfrentaba a Elvin Hayes (Cougars) contra Lew Alcindor (UCLA). Hayes impuso sus 39 puntos y 15 rebotes para que Houston se llevara el que fuera conocido como "Partido del Siglo". Pero sigamos con los protagonistas de esta historia.

Nadie mejor que Guy L. Lewis, ex estrella de la universidad y veterano de la Segunda Guerra Mundial para encargarse de diseñar el eléctrico y contundente estilo de juego de los Cougars. Además de su impronta militar, Lewis era un amante del baloncesto de ataque y fue el primer jugador  en la historia de los Cugars en llegar a los 30 puntos. También fue el pívot titular del primer equipo en la historia de la universidad. Podríamos decir que su estilo era una especie de run & gun pero con el mate como opción prioritaria, siempre que fuera posible.

El entrenador fomentaba este estilo de juego libre -copiado de la ABA donde reinaba gente como Julius Erving– y animaba a los jugadores a acabar las jugadas con un dunk. Visto así, era la forma más fácil de anotar si se contaba con el atleticismo necesario. Esta filosofía era totalmente opuesta a la fomentada por el gurú John Wooden en UCLA, enemigo acérrimo del mate y partidario del lanzamiento. Lewis tiene en su honor el haber "colocado" a tres jugadores suyos entre los 50 mejores de la historia: Elvin Hayes, Clyde Drexler y Hakeem Olajuwon.

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Para Lewis entrenar a los Cougars no supuso nunca un trabajo. Más bien una cruzada en pos de la construcción de un gran programa de baloncesto en una gran escuela. Faltó el remate. A principios de 1986 abandonaría los banquillos dejando un balance de 590 victorias por 280 derrotas, y 12 apariciones en el torneo de la NCAA.

El equipo estuvo liderado en 1983, el año de su primera caída, por Akeem Olajuwon y Clyde Drexler, destacando otros jugadores como Michael Young, Larry Micheaux, Alvin Franklin, o Benny Anders.

Olajuwon, que llegó en 1980 procedente de Lagos (Nigeria), era el gran eje alrededor del cual giraba el baloncesto cougar. Un pívot exquisitamente técnico a la vez que poderoso físicamente, el elegido por los dioses para dar continuidad al legado iniciado por Alcindor. Concluyó su etapa universitaria en 1984 siendo junior, después de perder su segunda final escolar consecutiva y haber encabezado las clasificaciones de porcentaje en tiros de campo (67%), rebotes (13.5pp) y tapones (5.6pp), amén de haber sido elegido como mejor jugador.

El otro pilar, Drexler, abandonaría Houston  después de la final para irse a la NBA, formando parte del quinteto All American de la temporada y dejando una herencia de más de 1.000 puntos, 900 rebotes, 300 asistencias y 250 recuperaciones. Sus 268 robos de balón siguen siendo récord.

Segundo mazazo

Drexler ya no estaba pero de nuevo se presentaba una nueva oportunidad para Akeem Olajuwon. La de 1984 suponía la tercera Final Four consecutiva para la universidad de Houston. Houston se plantaba de nuevo en la final tras dejar fuera a Wake Forest. Su rival, los Hoyas de la universidad de Georgetown, entrenados por John Thompson y liderados por David Wingate, Reggie Williams y la Joya jamaicana Patrick Ewing. El sueño del pívot nigeriano se esfumaba de nuevo y los de Thompson se imponían por 84-75. El duelo Olajuwon-Ewing se resolvía con 15 puntos y 10 rebotes para el futuro jugador de los Rockets y 10 puntos y 9 rebotes para el de los Knicks. Reggie Williams, freshman, con 19 puntos y 7 rebotes fue el más destacado por los Hoyas mientras que Alvin Franklin -quien había fallado tiros libres decisivos en la final anterior- conseguiría anotar 21 puntos para los Cougars. El otro freshman, Michael Graham sumó 14 puntos y 5 rebotes. Fueron los extras de John Thompson, quien se convertía en el primer entrenador afroamericano en alzarse con un campeonato universitario. En aquel equipo de los Cougars debutaba Rickie Winslow, que tantas tardes de gloria dio a Estudiantes, y Greg "Cadillac" Anderson, un potente ala-pívot con un gran potencial que se acabó diluyendo en la NBA con el devenir de las temporadas.

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Akeem Olajuwon dejaría el equipo en edad junior para entrar en la NBA como número 1 del famoso draft del 84. En sus tres años universitarios promedió 10.7 puntos, 13.3 rebotes y 4.8 tapones. En la NBA erigiría una carrera de ensueño. Nunca un apodo se acercaría tanto a lo que fue el jugador.

¿Qué fue de las otras estrellas?

Glosar sobre todo lo conseguido por Hakeem y Clyde Drexler nos daría para otro artículo así que nos centraremos en los otros nombres integrantes del "Club del Mate" que fueron importantes en aquella temporada.

Michael Young fue otra de las estrellas de aquel equipo de ensueño. Tras ser elegido por los Boston Celtics (posición 24) aunque nunca jugó para los "arrogantes verdes". Firmó con los Suns con los que jugó dos partidos en en la temporada siguiente (85-86) repetiría participación con los Sixers. Dado que la NBA le cerraba las puertas, se enroló en los Detroit Spirits de la Liga Comercial con los que dio rienda suelta a su talento anotador (26.8 ppp). En España pudimos comprobar su calidad tras dos exitosas campañas en el Forum de Valladolid, donde anotó por encima de los 20 puntos de media. Sin embargo, sus mayores éxitos colectivos los conseguiría en el Limoges. Con el equipo francés logró su única Copa de Europa (1993) bajo las órdenes de Boza Maljkovic. Antes probó fortuna con los Clippers, con los que jugó 45 partidos en la temporada 89-90, promediando casi 5 puntos y 2 rebotes por encuentro. Este auténtico trotamundos jugó nada más y nada menos que en Filipinas, desde donde llegó a la ACB.

A Benny Anders lo del basket le venía de familia ya que era primo del gran Willis Reed. Este tremendo atleta de 1.98 pudo haber llegado más lejos pero su mala cabeza le jugó malas pasadas. Dejó el equipo en el 83 porque no tenía suficientes minutos de juego -según su parecer- pero volvió un mes después. En la Final Four del 84 apareció vestido de smoking, con pajarita rosa y exhibiendo unas gafas de sol. Los fans de Kentucky, eliminados por Houston, corearon a Anders con vitolas como "Anders for president". El jugador acabaría invitándoles a una fiesta privada que terminó con un paseo en jaguar por las calles de Seattle. Después sería expulsado de la universidad por presentarse, presuntamente, con una pistola a un entrenamiento. Su carrera profesional transcurrió por Sudamérica, aunque no hay más datos sobre su vida después de los Cougars. Hay una anécdota contada por un agente de jugadores que habla sobre la presencia de Anders en un campus de Louisiana al que se presentó muy pasado de peso. "Mi peso está por debajo de los 158 kilos", le esbozó sonriente a uno de los técnicos.

Decir Reid Gettys era hablar de asistencias. Era el encargado de nutrir a los "matadores". Suyo es el récord absoluto  con 740 pases ganadores. Además, era un sensacional tirador desde la larga distancia. Una lástima que no pudiera beneficiarse de las ventajas del triple, que llegaría unos pocos años después. Fue elegido en quinta ronda del draft del 85 por los Bulls pero no jugó en la NBA. Tras destacar en los Albany Patroons de la CBA, fue asistente de los Rockets cuando Drexler se unió al equipo texano y en la actualidad es analista de la cadena ESPN.

Alvin Franklin era el freshman de aquel equipo y fue el sucesor natural de Brian Williams, la estrella del equipo junto a Olajuwon en la temporada anterior. No tuvo un rol destacado en la final de ese año aunque sí en la de 1984, donde fue el máximo anotador de los Cougars con 21 puntos. Como muchos compañeros de este equipo, destacó por su gran habilidad para el mate. Fue elegido por los Sacramento Kings en cuarta ronda del draft del 86 pero nunca jugó en la NBA. No hay ningún dato sobre su carrera profesional ligada al baloncesto pero los rotativos americanos se refieren a él como un buen hombre de negocios quien creó su propia empresa manufacturera de alfombras.

Los éxitos de Larry Micheaux están asociados a Europa (Varese) y sobre todo a la ACB, donde fue un jugador determinante en las filas del Caja de Álava (21.9 puntos y 10.9 rebotes), primero, y Pamesa Valencia, después. El ala-pívot tejano se retiraría en el Argal Huesca y finalizó su carrera de 8 temporadas en España con promedios de 17.7 ppp, 10 rpp y 20.9 de valoración. Dejó los Cougars tras la final del 83 y después de ser elegido por los Bulls en segunda ronda del draft fue traspasado a los Kansas City Kings comandados entonces por el anotador Eddie Johnson. Una temporada duró en el Medioeste y la siguiente -y última- campaña la pasó entre Milwaukee y Houston. Precisamente en los Rockets lograría sus mejores números (4.2 puntos y 2.5 rebotes). Allí volvería a reunirse con Akeem Olajuwon, que en su año rookie ya fue el segundo máximo anotador (20.6) por detrás de Ralph Sampson, y mejor reboteador (11.9) y taponador (2.7). Cambió el baloncesto por las aulas y es profesor de un instituto del suburbio tejano de Stafford.

Greg Anderson debutó en la final del 84. En su primer año tuvo una incidencia menor (3.3 puntos y 3.5 rebotes). La ausencia de Olajuwon le permitió subir hasta los 15.4 puntos, 8.1 rebotes y 2.4 tapones en su año sophomore. Agotó sus cuatro años en la universidad y fue elegido por los Spurs en el draft del 87 (23 elección). "Cadillac" Anderson no acabó de rendir todo lo que se esperaba de él en sus diez temporadas como profesional. Tuvo un gran año en Denver (1992) donde promedió 11.5 puntos y 11.5 rebotes. Sus problemas con la cocaína le llevaron a la cárcel en 1998. Otro jugador "maldito".

Por último cerramos este capítulo con Rickie Winslow, recordado como el gran sucesor de David Russell en el Estudiantes. Winslow también debutó en 1984, promediando 8.5 puntos y 5.5 rebotes como freshman, para un total de 12.5 puntos y 7.8 rebotes de media en sus cuatro años en la universidad de Houston. Fue elegido por los Bucks en quinta ronda del draft del 87 y su aventura en la NBA solo duró 7 partidos. A CajaCanarias llegó en 1987 en su primera experiencia europea, con la misión de sustituir al cañonero Eddie Phillips despedido por un altercado con pistola en una discoteca. En Estudiantes daría el relevo a David Russell, uno de los tres reyes del espectáculo hasta aquel momento en la liga española junto con Essie Hollis y Nate Davis. La Demencia le idolatró durante cinco temporadas de grandes resultados individuales y colectivos. Perfecta comunión. Tras cruzar los Alpes –y retroceder a Francia y Zaragoza- se asentó en el baloncesto turco donde conseguiría una nueva identidad: Resat Firincioglu. Después de retirarse siguió vinculado al baloncesto y a la universidad de Houston, al igual que su compañero cougar Michael Young.

Dream y ring

En 1986 Olajuwon estuvo a punto de conseguir su primer éxito colectivo. Junto a Ralph Sampson formaba las espectaculares y mediáticas Twin Towers que eliminaron a los favoritos Lakers en semifinales del Oeste. Los Celtics, sin embargo, no les dieron opciones en la finalísima en lo que sería el último título para Boston hasta el conseguido en el 2008.

La gloria llegaría en 1994, en lo que era una repetición del enfrentamiento entre Ewing y Olajuwon, 10 años después. Los Rockets -entrenados por Rudy Tomjanovich– se alzarían con su primer anillo al imponerse por 4-3 a los Knicks de Riley y Ewing. Junto a él Kenny Smith, Vernon Maxwell, su escudero Otis Thorpe, los intangibles de Bullard y Elie, la frescura del rookie Sam Cassell y el hombre talismán, Robert Horry, quien se enfundaba el primer anillo de una amplia colección.

Un añorado y reclamado traspaso hizo posible la llegada al año siguiente de Clyde Drexler. Don Escurridizo acabaría consiguiendo el anillo -unido a Olajuwon- que tanto añoraba, tras un par de finales perdidas con los Portland Trail Blazers. Aunque tarde, el sueño también se cumplía para el bueno de Clyde.

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Otro gran pívot, Shaquille O'Neal -ganador de cuatro anillos- debutaba en aquellas finales con una derrota contundente (4-0). Luego, el devenir de los acontecimientos le sería más favorable -en cuanto a títulos- que a su rival Olajuwon. Pero eso ya forma parte de otra historia.