La FIBA Cup, al igual que hace la Euroliga, decide “premiar” a los equipos caídos en semifinales con un partido de consolación, convertido en un trámite obligado, que los contendientes desean pasar cuanto antes.

En esas se han visto hoy la Virtus de Bolonia y el Estudiantes. Los primeros, todavía despertándose de la horrible pesadilla sufrida en la tarde del viernes, cuando cayeron siendo favoritos. Los segundos, deseosos de terminar de manera digna la Final Four.

El partido lo plantearon ambos técnicos con una idea clara: rotar jugadores y minimizar, en la medida de lo posible, el desgaste físico que acarrea un partido de este tipo.

Así, por parte colegial, en el primer cuarto ya habían intervenido Sanikize y Daniel Clark. Mientras, los italianos, excelentemente dirigidos por ´Travis Best, empezaban a abrir hueco en el electrónico. El genial base, fiel escudero durante muchas temporadas de Reggie Miller, dejó a su equipo diez arriba al descanso (47-37). Drejer también andaba por allí y se marchaba a los vestuarios con 9 tantos en su casillero.

Para el Estu, la mejor noticia quizá era ver en pista a Iker Iturbe. Su presencia confirmaba que estaba recuperado del fuerte golpe que sufrió frente al Girona. Junto a él, Caio Torres y principalmente McDonald (15 puntos y 4 rebotes) se batían bajo los tableros. El pívot norteamericano volvió a ser de lo mejor de su equipo y estuvo especialmente participativo. Sus canastas mantenían al Estu a una cierta distancia, que empezó a hacerse insalvable en el tercer cuarto, cuando el Bolonia rompió el choque (63-45). Los diez minutos finales fueron una tortura para los pupilos de Mariano de Pablos, que sufrieron para pasar de los sesenta puntos (80-62)

Así concluye la discreta participación del Estudiantes en la Final Four de la FIBA Cup. Ahora, con el camino europeo finalizado, el objetivo debe ser reconducir la nave y olvidar cuanto antes estas dos derrotas, de las que Mariano de Pablos admite haber aprendido mucho. Próximo objetivo, alcanzar los play-off