Berlín. Panathinaikos revalidará junto con CSKA la final de 2007 en Atenas tras vencer por 82-84 a su archienemigo el Olympiacos de El Pireo. Los verdes dominaron la zona desde un comienzo y fueron dominando el partido casi de principio a fin. Los rojos nunca se rindieron y tuvieron un tiro de Bourousis para mandar el partido a la prórroga, pero como casi todo el partido, el juego interior de los verdes fue superior y el rojo falló.
Los verdes salieron muy fuertes a la pista del O2 World, con un parcial de inicio de 0-7 con canastas de Perperoglou y de un Pekovic demostrando que en el juego del center clásico es el mejor de Europa. El conjunto rojo como durante toda la temporada a excepción del partido de Top 16 de Vitoria, continuaba sin encontrar una filosofía de juego demasiado clara, mientras que Obradovic había dado instrucciones claras de jugar claramente en torno a Pekovic, que realmente es lo que esta temporada mejor le ha salido huyendo del típico esquema de juego de estos años basado en crear a través de la penetración y el bloqueo directo. Por los rojos, Papaloukas entraba al rescate para dar sentido a los rojos, mientras Spanoulis era capaz de romper en penetración constantemente, para establecer ventajas que rondaban los 8 puntos.
Sin Spanoulis en cancha y curiosamente con dos bases en pista, el ataque del Pao se atascó otorgando esta vez el liderazgo del juego a los rojos, que sin seguir teniendo clarividencia en el juego empezaba a dominar el tempo, sobre todo defensivamente. Pero Spanoulis volvió a pista para volver a mostrarse como el patrón del O2 y cerrar el cuarto con una cómoda ventaja para los de Atenas.
Tras caer el Panathinaikos en viejos vicios la opción Pekovic se vislumbraba como una buena opción para seguir llevando la iniciativa. Ciertamente, con este tipo de juego las posibilidades de los del OAKA parecían mucho mayores y se demostraba en la pista, recuperando las ventajas oscilantes a los ocho puntos, aunque esta tal dependencia también es un arma de doble filo. No es algo nuevo, es un jugador que con una presencia física imponente y dos movimientos, además de ser el jugador que mejor coge la posición en Europa, es imparable – 15 puntos en menos de 10 minutos para empezar-. Por ello el Olympiacos para entrar en el partido se agarraba al clavo ardiendo de las individualidades – centradas en Greer, 15 puntos en el descanso-, las penetraciones de Papaloukas y sobre todo las defensas alternativas de Yannakis que seguían dejando mucho espacio en la zona, al defender muy abierto, pero cerraba el resto de posibilidades. Al descanso todo por decidir, con un 41- 43 para los verdes.
El paso por vestuarios había sido más beneficioso para un Olympiacos que ya estaba cogiendo color en la recta final del segundo cuarto. Los de El Pireo cambiando defensas y con una zona tremendamente agresiva maniataban a los verdes que seguía con cuatro abiertos dándole toda la zona a Pekovic. Esta vez, Vujcic era el dueño y señor en ambas zonas, las tornas habían cambiado y eran los rojos los que crecían en el partido y tomaban ventaja. Lo que algo tenían claro ambos conjuntos en este punto es que el partido estaba en el punto álgido y querían dar un gran espectáculo, y lo conseguían, intercambiando golpe, mates estratosféricos, triples de dificultad máxima. El espectáculo estaba servido y Jasikevicius se sumaba a la fiesta para poner tres arriba a los verdes a falta de diez minutos por jugar.
La tónica general continuaba en el cuarto de la verdad, el PAO se mostraba insultante en el rebote ofensivo, continuando Batiste su gran segunda parte y dominando la pintura totalmente los pívots de Panathinaikos –algo que había igualado el Olympiacos en sus mejores minutos del tercer cuarto, a través de Vujcic-. Jasikevicius seguía destilando magia y tomaba el ritmo del juego para poner a los verdes de nuevo 8 arriba con siete minutos por jugar.
El juego defensivo poco a poco se imponía sobre la pista y el Olympiacos era el que estaba beneficiando de este juego además desde el tiro libre parecía que Greer resucitaba de su letargo en el segundo tiempo, pero Jasikevicius seguía dando un recital, algo que Papaloukas no podía permitir y le respondía con un triple al puro estilo suyo – saliendo con dos pasos atrás a la línea y ejecutando con los dos pies en el suelo- para poner a dos puntos a los suyos.
Las tornas se cambiaban y ambos equipos querían ganar a través de sus interiores. Pekovic fallaba una bandeja fácil para poner a cuatro a su equipo con 20 segundos por jugar. Olympiacos que se estaba empezando a fortalecer dentro de la zona, otorgó el tiro de la prórroga a Bourousis, que falló el gancho y dio la victoria al Panathinaikos por 82-84.