Mariano de Pablos ya sabe lo que es perder como técnico del Estudiantes. La de hoy ha sido una derrota dura para los del Ramiro. Tenían muchas ilusiones puestas en este torneo, pero hay veces en el deporte que las cosas no pueden ser. Algún día llegarán las derrotas, decía hace poco De Pablos, y ese día fue, como suele ocurrir, el menos indicado para ello. La Ley de Murphy también está presente en el baloncesto.

Sin embargo nada de esto hubiese ocurrido si el Estudiantes no se hubiera enfrentado a un equipazo como es el Girona. Motivados por jugar ante su público, muy pronto se sacudieron la presión que pudieran tener y empezaron a establecer distancias que rondaban los diez puntos. Mientras, el Estu, atontado por el golpe inicial, sobrevivía gracias al acierto de McDonald, que anotó los ocho primeros puntos de su equipo. Un parcial de 0-7 para los visitantes parecía apretar el partido (27-21).Nada más lejos de la realidad. A pesar de tener a Gasol con tres faltas, el Girona manejaba perfectamente el partido. Tampoco le perjudicó la cruzada de cables, o no, de Pesic, que protestó más allá de lo tolerable una decisión arbitral. Debió ser descalificado

Así se llegaba al descanso, con el Estu once abajo y el Girona con medio camino hecho.

A la vuelta de los vestuarios, el Girona empezó a interpretar su monólogo, sólo interrumpido por las sucesivas perdidas de balón estudiantiles. No se puede aspirar a ganar un encuentro con más de veinte bolas perdidas.

Un parcial de 13-2 rompía definitivamente la semifinal. El Estu lo intentó, pero Nikolic y Garnett estaban desaparecidos en combate. Mendiburu lo peleó todo, aunque cualquier intento de acercamiento del Estudiantes era cortado por un triple de San Emeterio. Algún comentarista dijo una vez que este jugador no tenía grandes fundamentos para esto del basket. Menos mal.

La historia terminó con Estudiantes en defensa zonal y desquiciado ante la imposibilidad de atacar en estático.

La FIBA Cup ya tiene finalistas. El Girona accede por primera vez a una final continental. Sólo 40 minutos le separan de la gloria europea y de culminar una semana fantástica para el baloncesto español. A ver si puede ser.