Desde la defensa, ahogando el ataque de los moscovitas, el Madrid superaba al CSKA (83-92) y jugará el domingo la final de la Euroliga contra el Fenerbahçe. Los blancos conseguían sobreponerse a un gran inicio de partido de Cory Higgins, con una serie de 6 triples seguidos. Pasado el descanso, el equipo de Laso se hacía con el ritmo del partido y la iniciativa gracias a una gran defensa que descolocaba a su rival.
Poco se parecería el inicio de partido, con un Higgins espectacular con 12 puntos y fallando un solo tiro, a lo que acontecería a continuación. Tras un primer periodo de dominio ruso, al ritmo del Chacho, los puntos de Cory y con el Madrid a remolque (30-20), los blancos darían la vuelta al marcador con un acierto desde 6,75 fuera de lo común en un partido con tanto en juego.
E festival de triples llegó al Kombank Arena. Por orden cronológico y consecutivo anotaban, sin fallo, Caseur, Carroll, Thompkins, Llull y otro de Carroll. 6 triples de 6 intentos para dar la vuelta al marcador (34-37) con un parcial de 4 a 17. La precisión no sería eterna para los blancos, predicadores de un ritmo frenético en los primeros cinco minutos del segundo cuarto, y el CSKA sería capaz de reengancharse gracias a su trabajo con el rebote ofensivo (46-47).
La mínima anotación en un parcial, 16 del Madrid en el segundo, se repitió para convertirse en la máxima, también de los blancos, en un paso adelante de las defensas de los dos equipos. Poco amantes del descontrol en este tipo de (semi) finales, los de Laso serían quienes impondrían su ritmo desde detrás. La fluidez ofensiva del CSKA se había perdido, incapaces de generar desde el uno contra uno o el dos contra dos. En cambio, el Madrid conseguía combinar con sus interiores y Felipe lideraría un parcial de 0-13 (51-60).
Al CSKA solo le quedaba la anarquía, especialidad de Clyburn, que como último remedio puede funcionar. Pero, bien atados todos los jugadores por la telaraña blanca, poco cambiaría. El versátil jugador americano llegaría a igualar el partido (74-76) después de un triple, pero sería un puro espejismo. Rudy se la devolvía al momento con otra canasta de 3 puntos y a partir de ahí la precipitación se apoderaría del conjunto de Itoudis, incapaz de dar la vuelta a la dinámica propuesta por su rival. Sin dudas, sin titubeos, el Madrid dominaría los últimos minutos para maniatar a su rival y clasificarse para el partido final.
La defensa del Madrid
Encajados 30 puntos en el primer cuarto, era evidente que el Madrid debería cambiar en defensa para frenar al CSKA. En el segundo cuarto ya se notaría una mejora, siendo capaces de hacerse con el ritmo del partido; pero realmente la diferencia se vería a partir de la segunda mitad, cuando los blancos ahogaron a su rival, dificultándoles todos los uno contra unos y estando mucho más atentos a los balones doblados. Pese al evidente paso adelante, Pablo Laso confesaba en rueda de prensa no haber realizado ningún cambio, mas que algún ajuste individual. El plan de partido se ejecutó y fue dando sus frutos.
Festival de triples
No todo es defensa. Porque yendo 10 abajo, también debes anotar. Y cuando sales del descanso entre cuartos y clavas 6 triples consecutivos sin ningún tiro fallado, la mentalidad se transforma. Caseur, Carroll, Thompkins y Llull serían los protagonistas de la lluvía exterior que el CSKA no pudo evitar. Todo con un ritmo frenético, al contraataque o recibiendo el balón en carrera. Muy difícil de defender.
Apagón exterior ruso
Como consecuencia de la defensa del Madrid, los exteriores del CSKA desaparecieron por completo. Solo se salva De Colo, pero que tampoco estuvo muy fino. Del inicio fueron claves la dirección de Sergio Rodríguez y la determinación y anotación de Cory Higgins. Dos jugadores que con el paso de los minutos fueron minando su rendimiento, en favor de un Hines soberbio y de un Clybur irregular, pero que sostuvo y encendió la última llama de su equipo. No fueron suficientes. Sin director ni ejecutó, algo les faltaba.