MISMO OBJETIVO, DISTINTAS NECESIDADES

Como líder indiscutible de la Euroliga y con la sensación de que, cuanto más avanza la temporada, más imparable es el equipo, el Barça visitaba el mítico Menora Mictachin Arena de Tel Aviv en busca de una nueva victoria. Un partido trampa para los azulgrana, que se enfrentaban a un Maccabi que, pese a no estar cumpliendo con las expectativas iniciales, tiene una plantilla repleta de armas muy peligrosas. Un reto en mayúsculas para los israelíes que, pese a estar matemáticamente fuera de los Playoffs, necesitaba el triunfo con tal de acabar la temporada con una buena imagen y olvidarse de las malas vibras. Un todo o nada para el conjunto de Giannis Sfairopoulos, que tenía mucho que ganar y absolutamente nada a perder. 

LAS INTENCIONES INICIALES

Conscientes de la importancia del partido y de la magnitud del rival, Maccabi de Tel Aviv saltó al parqué con la intención de demostrar que querían el triunfo. Con las ideas bien claras y el empujón de algunos de sus seguidores, la intensidad de los locales desquició al conjunto azulgrana en el inicio del choque, que no encontraba vías de escape hacia el aro contrario. Un planteamiento inteligente por parte de Sfairopoulos que, con cambios defensivos y 2 contra 1 constantes, apretó las tuercas en defensa para dar al Barça su propia medicina. Un gran trabajo de los amarillos, que pusieron contra las cuerdas al líder. 

PONERSE EL MONO DE TRABAJO

Más allá del gran talento que hay en su plantilla, la gran virtud de este FC Barcelona es que, cuando hay que ponerse el mono de trabajo, no tienen ningún problema en hacerlo. Todo lo contrario, el encuentro ante Maccabi fue un nuevo ejemplo de la gran capacidad que tienen los azulgrana para competir. Porque, incluso el día en que el equipo estaba más incómodo y lejos de su versión habitual, los de Saras Jasikevicius sacaron todo el orgullo que tenían dentro. Ni la defensa ni la intensidad de los locales fue capaz de sacar al Barça del encuentro, que se aferró con uñas y dientes al marcador. 

UNA CANASTA QUE VALE ORO

De estar al límite de la muerte a revivir en tan solo unos segundos, esta es la magia del baloncesto. Maccabi de Tel Aviv tenía el partido en sus manos, pero Chris Jones no fue capaz de anotar un tiro libre que era determinante. Todo lo contrario que Corey Higgins, a quien no le tembló el pulso cuando el balón más quemaba. Una canasta que valió oro.

UNA RESISTENCIA INFALIBLE

Golpe a golpe, la resistencia del Maccabi de Tel Aviv fue totalmente infranqueable. En un partido de infarto, los israelíes sacaron su mejor versión para acabar con un Barça que lo intentó hasta el último suspiro. Un triunfo de muchos quilates para el conjunto de Sfairopoulos, que supo competir como no lo había hecho durante esta edición para desatar la locura entre los 3.000 aficionados que presenciaron el encuentro en directo. Ni la mejor versión de Mirotic, que superó los 2.000 puntos en Euroleague, pudo derribar el ímpetu de los amarillos, superiores durante los 45 minutos. Jugando así, el Maccabi podría haber estado mucho más arriba.

EL MEJOR ZIZIC YA ESTÁ AQUÍ

Jugar en la NBA durante 3 temporadas y ser objetivo de los grandes equipos de Europa no es fruto de casualidad. Y, pese a las dudas que ha generado su rendimiento, Ante Zizic demostró contra el Barça que está más que preparado para ser un pívot diferencial. Con la baja de Othello Hunter, el croata asumió todo el peso del juego interior sin inmutarse. Enérgico y determinante, el pívot terminó con 24 puntos, 8 rebotes y 3 asistencias para 33 de valoración, su mejor actuación en la Euroliga. Por fin apareció el Zizic que todos esperábamos.

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