Este equipo tiene ganas. Quiere volver a coronarse en Europa, aunque sea en la segunda competición continental. Los blancos tienen cuentas pendientes en Bélgica, en Charleroi, donde hace tres años se desmoronaron en una final que nadie creía que pudiesen perder. De aquel equipo sólo quedan Edu Sonseca y Álex Mumbrú. Mucho ha cambiado todo. Pero el Madrid sigue siendo el Madrid y eso es algo que nunca debería variar, a pesar de que desde hace años el rumbo de la sección no es todo lo bueno que su Historia merece. Sin embargo, esta temporada parece que las cosas salen bien, como hace dos años con Boza, hay que ver cómo pasa el tiempo.

El Madrid se plantó en la capital alemana con el objetivo de dejar sentenciada la eliminatoria. Desde el inicio del choque se pudieron ver dos aspectos que iban a ser claves en el devenir del encuentro: los de Plaza, al contrario que el Alba de Berlín, movían bien la bola, fabricaban ataques basados en sistemas entrenados y ensayados. Fruto de ello, empezaban a despegar en el marcador. Además, los blancos realizaron una defensa en los dos primeros cuartos sensacional, que impidió que los alemanes pudiesen mirar el aro con claridad. En este sentido, es necesario reconocer la labor de Milic. El Madrid lo fichó con el objetivo de que aportase cosas nuevas al equipo. Sus kilos, acompañados de grandes movimientos, le convierten en un excelente defensor, sino que se lo pregunten a los jugadores berlineses. Pero no sólo defendió el esloveno, sino que anotó, abrió espacios, provocó faltas y reboteó. Resultado final: 9 puntos, 5 rebotes y cuatro faltas provocadas en el primer tiempo, que el Madrid cerró 26-36 a su favor. La superioridad blanca en el rebote, permitó a los de Plaza adquirir una ventaja que apenas variaría en el resto del partido.

EL MADRID MANTIENE LA VENTAJA

La segunda parte se inició con un parcial de 7-0 para los locales. No obstante, un triple de Raúl López volvió a aportar serenidad y el Madrid, con el trabajo de Bullock y la buena dirección del base de Vic y de Tunceri, volvía a poner tierra de por medio. Quizá el único pero a la actuación blanca haya que ponérselo a Smith, que no tuvo su día, a pesar de lo cual no se escondió y pidió la bola constantemente. Esa es la actitud que necesitan todos los equipos.

Por su parte, Felipe Reyes entró tarde en el partido. Parecía como asustado, nervioso. Es posible que, disgustado por sus excesos de ira que tan malas consecuencias le traen, el jugador saliese al parquet queriendo ser más comedido. La consecuencia de todo ello fue que Felipe recibió mucho de los pivots del Alba, que, desquiciados por momentos, se emplearon con dureza. El cordobés anotó su primera canasta en juego bien entrado el tercer cuarto. Su aportación posterior ayudó a los blancos a mantener la distancia en la eliminatoria. Algo que por momentos peligró. Un arreón alemán a cargo del ex jugador del Granada Owens, máximo anotador del partido con 21 puntos, puso al Alba a cuatro faltando menos de un minuto. Pero entonces, el Madrid y Raúl López tiraron de galones y aprovecharon los tiros libres que concedieron los alemanes para dejar las cosas como al principio. Una última canasta de Hervelle puso el 65-74. La travesía europea del Madrid parece que va a continuar.