Problemas en el baloncesto ruso. El Ural Great corre serio peligro de desaparición si no abona la tasa que exige la Superliga la próxima temporada para jugar la competición. En total son 1’8 millones de rublos los que se exige a todos los equipos, una cantidad que tampoco han abonado dos equipos más, el Spartak Primorje y el Universidad de Surgut.
La caída del petróleo y la pérdida constante de patrocinadores han puesto en duda la viabilidad de algunos proyectos con pies de barro. De hecho a mitad de temporada había hasta 5 equipos (CSKA de Moscú, Dínamo, Khimki, Triumph y Samara) que arrastraban deudas y retrasos en las mensualidades con sus jugadores.
Este hecho contrasta con los grandes fichajes que realizó la Superliga. El máximo exponente lo personifica Carlos Delfino. El argentino cambió la NBA por 6’8 millones de euros por temporada. Pero también brillaron en los periódicos traspasos multimillonarios, como el que hizo el Triumph por Nenad Krstic por el que pagó 18 millones de dólares.
El CSKA, en su versión femenina, tuvo que abandonar la Euroliga y abrir la puerta a algunas de sus jugadoras franquicia como María Stepanova para seguir sobreviviendo.
Lo peor de todo es que la crisis ya está afectando a otras ligas. Es el caso de Ucrania y Lituania. En el primero el campeón, el Azovmash ha renunciado a participar en la previa de la Euroliga. La crisis de la metalurgia les ha tocado de pleno y su lugar lo ocupará el Aris de Salónica griego. En Lituania el Lietuvos Rytas, campeón de la Eurocup, ya ha visto marchar esta temporada a varios jugadores. El primero fue Matt Nielsen, “la crisis ha facilitado mi llegada a Valencia. El Lietuvos ha pensado en el futuro”, comentó en la sala de prensa del Pamesa. El último ha sido el pívot Marijonas Petravicius que ha puesto rumo al Armani Jeans de Milán.