El COVID 19 se hace de notar en el Príncipe Felipe

Las secuelas de la pandemia que azota a todo el mundo llegaban en forma de un mermado Nizhny Novgorod que aterrizaba en Zaragoza el mismo día del encuentro y con tan solo ocho jugadores para poder disputar el encuentro. Eso sumado a que llevaban más de un mes sin apenas haber podido entrenar hacía presagiar que el nivel del equipo ruso no sería el esperado en un partido normal. Por parte de los maños, este partido debería servir para mejorar la imagen y asentar poco a poco al “Oveja” en el puesto de entrenador, dado que ni siquiera lleva una semana al cargo de Casademont Zaragoza.

Esta imagen no se la puede permitir Casademont Zaragoza

El inicio del partido nos dejaba un reparto de golpes entre ambos equipos donde intentaban atacarse y anotar lo máximo posible, pero los números no subían debido a un pobre porcentaje de acierto más que a una alta intensidad defensiva por parte de los conjuntos, que dejaban el electrónico en 17-16 al final del primer cuarto a favor de los locales. Lo realmente destacable de la primera mitad (y no lo digo en clave positiva) vendría dado en el segundo cuarto. La apatía y la falta de actitud se hacía presente en el Casademont Zaragoza y contagiaba a los integrantes de la plantilla cuando saltaban a la cancha. Los visitantes, a pesar de sus múltiples bajas no dudaban en aprovechar esas facilidades para ponerse por encima en el marcador y poco a poco ir aumentando la ventaja, hasta llegar al 33-44 al descanso.

El small ball salva el partido

La salida de vestuarios no eran nada halagüeñas para los aficionados zaragozanos dado que se veían las mismas caras largas en sus jugadores y todo lo contrario en los jugadores rusos, que si bien eran superiores en la cancha, no aprovechaban para rematar el partido ante esas facilidades. Sergio Hernández decidía poner en cancha un quinteto muy bajo, con Benzing y Barreiro en la pintura, para ver si así podía cambiar la imagen del equipo, y vaya si lo hizo. Las líneas de pase y la presión en la defensa aparecieron de nuevo y las jugadas positivas para los maños se contaban por cada posesión disputada, lo que les daba alas para llegar al final del tercer cuarto con tan solo un punto de desventaja (54-55)

Idilio maño con los milagros europeos

Si bien se llegaba al cuarto con un equipo maño lanzado al ataque y muy agresivo en defensa, ese nivel iba palideciendo poco a poco conforme llegaban las rotaciones de los jugadores, para así poder contar con ese quinteto fetiche al final del partido. Cuando Nizhny volvía a poner su ventaja cerca de los 10 puntos, de nuevo agitaba la coctelera el técnico argentino y aunque se encontraba con el grave inconveniente de la lesión de Nico Brussino, continuaba confiando en ese quinteto pequeño, donde terminaría por erigirse la estrella del partido. Dylan Ennis cogía con confianza los balones y a través de sus penetraciones se encargaba de llegar empatados a 73 a falta de minuto y medio. Con el resultado así aparecía de nuevo la mística de los zaragozanos con los finales apretados y si, el otro día en ACB la moneda salió cruz, hoy volvía a ser cara. Tras varias defensas exitosas, Ennis cogía el segundo rebote ofensivo consecutivo de la última jugada ofensiva y metía a falta de 0.9 segundos el triple que a la postre supondría la victoria por 78 a 75.

SOBRE LA BOCINA, y ya van unas cuantas…

Que a Dylan Ennis no le quema el balón en los últimos minutos es algo sabido por todos, pero se encarga de recordárnoslo de vez en cuando.

El esfuerzo de los pequeños relanza a Ennis al MVP

Antes de destacar al combo canadiense me gustaría hacer un inciso sobre el gran papel de Brussino, San Miguel y Benzing en la remontada. Los tres jugadores se ponían el mono de trabajo y desde el tercer cuarto hasta el final del encuentro estaban peleando como perros de presa para poder ratificar la remontada, algo de lo que se encargaría el MVP del partido. Dylan “Clutch Man” Ennis tenía un partido de dulce con 22 puntos, 4 rebotes y 3 asistencias para 25 de valoración. Por encima de las cifras, destacar su gran acierto en el último cuarto para remontar de nuevo el partido y anotar, como no, la canasta de la victoria.

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