La Selección Española se complicó la vida de manera absoluta tras caer ante Brasil en un partido donde los españoles mostraron una cara bastante errática. Los de Scariolo no supieron correr y no supieron anotar sus tiros exteriores, algo que hacía aún más importante la defensa tan física que Brasil estaba implementando. Con un Gasol horrible, y con los tiros libres como punto más negro, España se metió en la boca del lobo si quieren tener alguna palabra de más en estos JJOO. 

Los primeros compases estuvieron marcados por la imprecisión, por ataques muy largos y con mucho movimiento de balón. Ambos conjuntos no estaban del todo acertados, habían entrado un poco fríos al choque, algo que contagiaba, incluso, a un Pau Gasol al que es muy raro verle fallar varios tiros consecutivos. Los brasileños se venían arriba, habían subido la intensidad defensiva y querían imponer su físico. Eso hacía que España estuviese muy atascada en ataque, no encontraban pases fáciles a Pau o Mirotic y los tiros exteriores no estaban salvando la papeleta. Brasil estaba más certera y segura, con un lenguaje corporal mucho más animado que aprovechaba esa ventaja física, también en ataque, para colocar una buena distancia antes de que el Chacho apagara el fuego con maestría (13-18). 

España tenía que bajar el culo, tenía que empezar a trabajar desde atrás para marcar territorio. A los de Scariolo les faltaba chispa, ser un poco más agresivos. Aun así, Brasil seguía por delante merced a su buen trabajo en ataque a pesar de la zona que los hispanos estaban desarrollando; su capacidad para mover el balón resolvía ciertos problemas. Sin embargo, ese nivel físico les empezó a pasar factura en forma de faltas. España visitó mucho la línea de libres y mejoró defensivamente, pero ninguna de las dos selecciones fue capaz de coger un ritmo ofensivo lo suficientemente alto como para dominar, una cuestión en la que la defensa brasileña y el poco acierto desde el 6,75 español tenían mucho que ver (31-34). 

El paso por los vestuarios no mejoró demasiado las prestaciones de España; los problemas en ataque eran una constante agravada por el mal partido de Pau Gasol hasta el momento. Brasil volvió a poner tierra de por medio gracias a un enorme Marcelinho que comenzó a jugar a placer (33-42). Scariolo lo paraba en busca de soluciones, encontradas parcialmente en un Sergio Rodríguez que parecía el único fresco mentalmente de todos los españoles. Sin poder correr, la defensa de Brasil parecía inquebrantable, aunque los tiros libres y la zona daban vida todavía. No obstante, los de Magnano se volverían a estirar justo antes del final del tercer periodo aprovechando ciertos errores defensivos de España que dejaban unos últimos diez minutos donde ya no había margen de error (45-53).

Era la hora de la verdad. España necesitaba cambiar radicalmente su cara para cambiar el guion, pero la realidad era menos halagüeña. El paso de los minutos apretaba la necesidad, pero cada canasta, cada punto significaba derramar litros de sudor. Brasil entró rápidamente en el bonus, los hispanos apretaron un poco más atrás y un triple de Llull fue como un resoplido que les servía para aguantar el tipo (54-57). Los cariocas también respondían, tenían la ventaja mental de estar por delante en el marcador y eso era mucho en unos instantes en los que la tensión asfixiaba.

Dos tiros libres de Gasol ponían a España a uno, pero en esos momentos en los que la bola quema y el miedo aparece, fue Llull, el de siempre, el que no se esconde nunca para anotar un triple que daba a España ventaja por primera vez. Le tocaba dar a Brasil, pero las cosas no le salían, algo que los de Scariolo pudieron aprovechar desde la línea de tiro libre, pero ni el propio Llull ni un Pau Gasol nefasto desde el 4,60 pusieron la suficiente ventaja como para obligar a Brasil a obrar el milagro.

Un último ataque carioca terminó en un tiro de Huertas muy de su estilo no entró, pero apareció Marquinhos de la nada para anotar un palmeo que cambiaría la historia. La presión la tenía España y con cinco segundos, una jugada de Llull muy forzada acabó con el partido y con una España que va a tener que remar mucho para estar en los cruces (65-66). Tocará rezar. 

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