El sueño se apagó y España se quedó a seis puntos de poder cantarle las cuarentas a los extraterrestres NBA que, más que nunca, se humanizaron ante una selección española que peleó hasta la extenuación. Los americanos fueron haciendo su partido desde el rebote ofensivo, castigando a España en las segundas oportunidades. De esa manera, el equipo de Krzyzewski fue haciendo su encuentro, cimentándolo todo en las acciones individuales una vez puesta una ventaja considerable. A España le faltó acierto en muchas ocasiones, le faltó un paso delante de hombres como Mirotic o Llull para meterle mano de verdad a EEUU. Sin embargo, es imposible no estar orgullosos de un equipo que nunca dejó de pelear.

España y Estados Unidos tenían ante sí un partido de esos que, a priori, marcan a toda una generación como ya ocurriera con aquella Final de Los Ángeles en 1984, o las dos últimas en citas Olímpicas. La realidad es que ambos llegaban con bajas a Río, pero era un encuentro de altos vuelos. Durante los primeros compases, España intentaba mantener a raya a su rival con una defensa muy asfixiante y bien agresiva. Los americanos solventaban esos problemas gracias a su tiro exterior, aunque no estaban especialmente brillantes. De esa forma, la distancia en el marcador era corta (11-16); parecía que tanto españoles como estadounidenses se tenían un respeto desmedido, al menos, por el momento. Estados Unidos castigó el rebote de España y, como si fuera cosa de magia, abrieron una brecha más que interesante (17-26).

A pesar de todo, el segundo periodo empezaría un poco loco con tres técnicas casi consecutivas, dos para los hispanos y una para los americanos. Scariolo quería defender con una zona que se ajustaba a individual, pero el agujero en el rebote empezaba a ser sangrante. A España le estaba costando una barbaridad cerrar su zona y eso, sumado a un ataque donde los lanzamientos de tres puntos no estaban entrando, dejaban un marcador en el que USA no sentía miedo. Pero los colegiados seguían en la línea de pitar técnica tras técnica en un momento en el que los españoles cogieron ritmo en ataque y se volvían a acercar. España empezó a mirar a Estados Unidos a los ojos, pero Klay Thompson se encargó de apagar el fuego en un momento de dudas para los de Krzyzewski (39-45).

Tras el descanso, España mantuvo la idea de querer jugarle de tú a tú a los americanos sin arrugarse e intentando aguantar las embestidas de Anthony, Irving o Durant. Ese planteamiento valiente era arriesgado, cierto, pero las cosas no iban demasiado mal para los españoles. A pesar de ello, un empujón de USA obligó a Scariolo a pedir tiempo muerto cuando el rebote volvió a ser un problema; y es que, a pesar de que Cousins estaba con cuatro faltas y Durant con tres, Estados Unidos sobrevivía. El paso de los minutos hizo que España mejorase con el Chacho en pista, con un Gasol omnipresente que lo intentaba de todas las maneras, pero el acierto tampoco era desmedido. No obstante, USA seguía haciendo valer su colchón una y otra vez para mantener a su rival lejos (57-66).

Con Cousins fuera por faltas, el papel de DeAndre Jordan empezaba a ser cada vez más importante; el pívot de los Clippers intimidaba, reboteaba y anotaba con solvencia ante la ausencia de protagonismo de otros compañeros con más peso en el ataque. Los americanos empezaron a alejarse cada vez más cuando España tuvo un apagón en ataque que le obligaba a remar muchísimo. En esas aparecía Juan Carlos Navarro para recortar distancias en uno de los momentos más críticos del partido y los españoles se colocaban a diez otra vez. El partido se agotaba y España peleaba, sin descanso, sin reparo, aunque las cosas estaban muy mal.

El tiempo corría a favor de USA y la falta de acierto en ciertos momentos del partido le estaba pasando factura a una España que estaba un poco lejos. Y cuando el encuentro llegaba a un punto en el que los americanos podían sentir un poco de miedo, España no pudo y no acertó, se le atragantó la canasta y, el rebote, el maldito rebote, fue una losa demasiado pesada para tener alguna opción de victoria. El sueño se desvanecía, pero es imposible estar agradecidos a unos tíos, a una generación que estuvo cerca de rozar el cielo y que se asentó en él como una de las estrellas más brillantes del firmamento baloncestístico.

EEUU ganó y España peleará por el bronce, pero la historia que han escrito estos chicos es para sentirse orgullosos el resto de nuestras vidas (82-76).