Palau Sant Jordi. Barcelona. Real Madrid y Montepaschi jugaron ese partido que nunca nadie quiere jugar, que prácticamente nadie quiere ni ver. Un partido intrascendente, en el que lo único que queda por salvar es la honra y el marcharse de la Final Four con cierto regusto positivo. Los toscanos fueron los que se llevaron el gato al agua, dominado el partido de inicio a fin. Por el Real Madrid, solo Llull se salvó de la quema.

El Real Madrid salió a la pista impotente, tal y como acabó su semifinal ante el Maccabi, falto de ideas, de tensión. Pura impotencia en sus rostros. Montepaschi no era de inicio excesivamente mejor, cometiendo muchos errores igual, pero una mayor actitud y tensión, les hacía destacarse y marcharse por diez puntos en los primeros siete minutos en un ejercicio de trabajo coral. Por el Madrid, Reyes, aunque castigado muy pronto con faltas y Llull eran los que ponían un poco de ganas e intención de dar una imagen honrosa.

La propuesta física toscana hacía que el Madrid tuviera dificultades y ellos pudieran anotar sin demasiadas dificultades en las cercanías del aro, con un muy serio Rakovic al poste, lugar que se convertía en inaccesible para los merengues que se estrellaban desde el 6.75.

La vuelta de Felipe Reyes propiciaba un acercamiento blanco, el cordobés ha sido de largo el mejor del equipo en esta cita, pleno de actitud. Con él, su equipo subió sensiblemente la intensidad. Begic ofrecía buenos minutos ofensivos, que hacían mantenerse en un horquilla de 4-6 puntos de ventaja al Mens Sana.

La intesidad subía por momentos al regreso de los vestuarios con un Llull que quería hacer resucitar al Real Madrid. Sin embargo la solidez italiana volvía a dar un zarpazo con un David Moss muy activo y unos McCalebb y Kaukenas que volvían a hacerse con el tempo del encuentro. Otra vez llegaba la barrera psicológica de los 10 puntos. McCalebb podía correr, se volvía a sentir a gusto, las piernas le respondían y elevaba la ventaja hasta a los 14 puntos al borde del final del tercer cuarto.

La rampa volvía ser demasiado empinada para los madrileños. Solo Sergio Llull anotaba desde fuera, en otra nefasta jornada para los exteriores que solo combinaban un punto –más allá de Llull- al final del tercer cuarto.

El cuarto comenzaba con la primer incursión en pista en todo el fin de semana de Novica Velickovic. Tomic, Llull y Felipe realizaban otra intentona con el objetivo de regresar al partido, pero la velocidad e intensidad volvían a colocar las cosas en su sitio, cerrando la participación italiana con una victoria, en un partido intrascendente, sin ambiente, tensión y con un público que se dedicaba a mirar al tendido.

Ahora solo hace falta ver, como le afectará al Real Madrid su floja y decepcionante paso por la Final Four. Competición en la que han dado una imagen de poca capacidad de concentración, de descompensación en el juego y de jugadores que se han borrado.